Por: Carolina Carrasco

Dos hombres tomados de las manos se besan, se abrazan; una chica le pide matrimonio a otra en pleno gentío, quien pese a su facha ruda, con lágrimas en los ojos le da el sí. No son vistos con desdén, no son juzgados ni rechazados, no habría por qué.

Aquí pueden demostrar su cariño cuantas veces quieran, de la manera en que se les antoje que a eso a lo que vienen: a marchar por el orgullo de ser quienes son, y amar a quienes quieran.

Hoy se llevó a cabo la 38° edición de la marcha del Orgullo LGBTTTI (Lésbico, Gay, Bisexual, Transgénero, Transexual, Travesti e Intersexual), con el lema “Todas las familias, todos los derechos”, pidiendo este año la posibilidad que parejas del mismo sexo puedan adoptar niños, con todas las de la ley, y sin recriminación de ningún tipo.

El origen de esta manifestación se remonta al año 1978, cuando un grupo de mujeres y hombres homosexuales participaron en una marcha el 2 de octubre. Al año siguiente, se realizó como tal la marcha del Orgullo Gay. Este movimiento comenzó como un acto eminentemente político, y a lo largo de los años ha evolucionado, conjugando hoy día el aspecto político , lúdico y artístico del colectivo LGBTTTI de México

Alrededor de 800 mil personas (cifra esperada por los organizadores y el Gobierno de la Ciudad de México) levantaron la voz para que se erradique la homofobia, que en pleno siglo XXI sigue lastimando, como ocurrió en Orlando, como ocurre al pensar que los derechos a este grupo son un privilegio, y no algo que, como personas, merecen.

Y así lo constata la Oficina de Derechos Humanos de la ONU, que por primera vez no estuvo únicamente como observador, sino participando activamente en el evento. Jan Jarab representante en México del alto comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, al hacer uso de la palabra frente al contingente que esperaba el inicio de la marcha, expresó su apoyo a la comunidad y recalcó que la Celebración del Orgullo LGBTTTI, llevada a cabo mundialmente el último fin de semana de junio, es un tema de derechos humanos

“En la última década, en muchos países del mundo vimos mucho progreso en el aspecto a los derechos de las personas LGBTI, es probablemente el área de los derechos humanos de esta comunidad marcó los más grandes avances en el inicio del siglo XXI”. Sin embargo, dijo, aún hay retos enormes, pues en muchos países estos derechos no son respetados, y siempre existe el riesgo de que haya crímenes de odio.

” Los mexicanos pueden estar orgullosos que están haciendo progresos importantes”, dijo con alegría Jan Jarab, asegurando que la actual propuesta que reconoce el matrimonio igualitario representa otro avance importante, y que la oficina de la ONU apoya esta propuesta.

“La ignorancia alimenta la discriminación; hay que continuar convenciendo que la tolerancia, que la diversidad y que la aceptación y del amor es lo mejor”.

Embajadas de Canadá, Estados Unidos (encabezada por Roberta Jacobson, embajadora de dicho país en México), Reino Unido, Francia, Holanda y Dinamarca marcharon frente a la protagonista del día de hoy: una bandera arcoiris de 300 metros, donada por el GCDMX.

De mano en mano, se fue extendiendo la bandera, quien quisiera podía tomar un pedazo y unirse al montón de gente que la cargaba, y así, sin importar edad, género, vestimenta o preferencia, fue llevada a través de Reforma hacia el Zócalo Capitalino, convirtiendo a la vialidad más importante de la Ciudad de México en un río multicolor, rodeada de gente diversa.

A veces, la cabeza de la bandera daba una señal para manejar este colosal símbolo: Ondeaban la tela formando una “ola” que se extendía de punta a punta, la llevaban caminando y en lo alto, o preparaban a todos para correr con ella, permitiendo que algunas chicas se colocaran debajo y se tomaran selfies; así, corriendo, fue como llegaron a la Plaza de la Constitución. La bandera y los contingentes fueron recibidos con aplausos, con gritos de “abajo la homofobia” “estamos con ustedes”,y con música festiva, dicharachera, alegre, que ponía a bailar a más de uno, fueron entregando el pedazo que les tocó cargar en una camioneta, que la doblaba con cuidado para ser guardada.

La fiesta apenas había comenzado, la gente se pegaba al escenario instalado en la plancha del Zócalo y bailaba, y reía. Todo con un fin, celebrar al amor, donde sea, y con quien sea.