Por: Redacción

Los marxismos representan una de las tradiciones de pensamiento más importantes y vigorosas del siglo XX por su aportación a la comprensión y el análisis de la realidad social, política, cultural y económica, con la pretensión de transformar el mundo – parafraseando las 11 tesis sobre Feuerbach– desde las tradiciones de los de abajo, los oprimidos, los olvidados y los explotados, sostuvo el doctor Enrique G. Gallegos, investigador del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

Entrevistado a propósito de la celebración del Coloquio Internacional K.150. A 150 años de la publicación de El Capital de Karl Marx, los días 12, 13 y 14 de junio, en la Unidad Cuajimalpa y el Fondo de Cultura Económica, el investigador de esta casa de estudios explicó que no existe el pensamiento marxista, “lo que tenemos son versiones e interpretaciones que se constituyen o no en escuelas con propuestas propias”.

Entre estas escuelas están desde las escolásticas y enmohecidas, hasta las interpretaciones más innovadoras de Gramsci, Lukács, Korsch, Benjamin, Adorno y en la época reciente toda la escuela de la teoría crítica del valor, con Kurz a la cabeza.

También existe un marxismo que ha tenido importantes efectos en la historia con Hobsbawm o en la crítica literaria y cultural con Terry Eagleton y Fredric Jameson. En el México reciente están los casos de Bolívar Echeverría y Enrique Dussel, Profesor Emérito de la UAM.

Desafortunadamente hoy el marxismo navega contra fuertes prejuicios y rechazos irracionales, en particular en las universidades, lo cual en algún momento tuvo sus motivos, pues su estalinización fue muy nociva y terminó por bloquear las potencialidades hermenéuticas y políticas de Marx, “pero el autor de El Capital –tantas veces dado por muerto– es un manantial heterodoxo y rizomático que no cesa de provocar nuevas producciones”.

El motivo de ello es estructural: mientras existe un modo de producción capitalista, “tendremos formas, derivas y cortes que de una y otra manera abrevan en los marxismos más vigorosos”, expresó.

Una discusión actual puede aclarar la vigencia del marxismo y es la del feminismo, que no podría entenderse a plenitud si no se tiene en cuenta cómo, durante el periodo que Marx denomina la “industria mecanizada”, las mujeres fueron sometidas a una brutal explotación industrial y cómo la acumulación del capital descansó en la explotación de ellas, los niños y las niñas.

“Ese primer disciplinamiento del cuerpo y el asentamiento de la familia de tipo judeocristiano-burguesa fueron unas primeras barreras que han dificultado las luchas y la liberación de las féminas”, sostuvo.

Ciertamente para ese periodo de la producción capitalista no importaba si se era hombre, mujer, niño o niña, pues lo significativo era su reducción a fuerza de trabajo, pero en esa desposesión ellas y los pequeños llevaron la peor parte, y no sólo por el tema del patriarcado, sino por el paso de un sistema de explotación que privilegiaba la fuerza física a uno que reducía a las personas a meros apéndices del advenimiento maquinístico.

“Lo que quiero decir es que, por ejemplo, el control de las empresas y los espacios laborales por parte de los hombres no sólo debe entenderse como un fenómeno del patriarcado sino también como parte del tipo de desarrollo que es inherente al modo de producción capitalista”, agregó.

El doctor Enrique Gallegos opinó que la importancia de reflexionar en torno a El Capital en este coloquio, en mayor o menor medida, es que el teórico alemán no ha dejado de estar presente en los debates y las reflexiones, sobre todo después de la caída del socialismo real, pero su presencia en el siglo XX es abrumadora, por más intangible que parezca.

De manera más visible y si se quiere en la superficie, la vigencia de Marx es retomada cada que el capitalismo entra en alguna crisis y “lo vimos con la de 2008”; según la editorial alemana Karl-Dietz las ventas se dispararon y para tratar de comprender la crisis, economistas, financieros y businessmen neoliberales volvieron a revisar las ideas del economista prusiano.

“Diría que Marx también ayuda a establecer espacios de resistencia y crítica al desnudar cómo funciona el capitalismo y cómo operan las inversiones y la desposesión de las personas (y no sólo de los trabajadores). Su labor es la del topo, al (explicar) los espacios subterráneos de la globalización.

El doctor Gallegos comentó por último que si bien el marxismo no tiene “la respuesta” para muchos de los problemas del mundo contemporáneo, sin duda contribuye a su comprensión y a proyectar espacios de resistencia.

Un ejemplo lo constituye el problema de los asesinatos y desaparecidos en México en el contexto del narco-estado que se ha constituido en un tipo de exterminio de la población, pues las cifras más conservadoras hablan de 200,000 asesinatos y 50,000 desaparecidos, cuya intensidad debe entenderse como una consecuencia inherente al desarrollo del actual sistema económico.

Cuando el proceso de producción del capital hace descansar su valorización en el trabajo y reduce a los trabajadores a mera fuerza laboral, desposeyéndolos de sus atributos como personas, el capitalismo inserta un dispositivo que con el paso del tiempo se hará extensivo a otros espacios sociales.

Así la gente podrá ser reducida ya no sólo a fuerza de trabajo, sino a cuerpos, a órganos para traficar, a recipientes para experimentar, a desechos, a esclavos en los campos de amapola, y en esa lógica intensificadora y generalizadora constituirá la noción de personas sobrantes, prescindibles y descartables.

Esa lógica reductora adquirirá toda su crudeza en México cuando se articule con otros fenómenos: la vecindad con el principal consumidor de droga, donde existe la libertad para vender y comprar armas, todo en un marco en el que el neoliberalismo desmanteló al Estado y colonizó con sus ideas “empresariales” ámbitos que tradicionalmente eran punto de control, de resistencia y oposición (no sólo el Estado sino también las universidades y los sindicatos).

Ese basamento y escenario explicarían parte de las prácticas de exterminio del narco-poder-empresarial que se han implantado en México.

El doctor Gallegos –quien forma parte del comité organizador junto con las profesoras Miriam Madureira y Paulina Aroch, así como con el doctor Felipe Victoriano– cultiva entre sus líneas de investigación temas y autores de la filosofía política moderna y contemporánea.

En el coloquio tendrán lugar las conferencias magistrales de Enrique Dussel y Toby Miller y la participación de 26 ponentes provenientes de las universidades: Iberoamericana, Nacional Autónoma de México, Autónoma de la Ciudad de México, UAM y Autónoma de Querétaro y de investigadores reconocidos como Sergio Pérez Cortés, Pablo Lazo Briones, Jorge Veraza, Gustavo Leyva y Stefan Gandler.

La actividad cerrará con una lectura de poesía social que ofrecerán poetas, en su mayoría mujeres. Lo “social” de la poesía no es una mera redundancia: pretende ser un guiño a lo mucho que el estilo incisivo e irónico de Marx debe a sus lecturas de poesía. Digamos que El Capital es al pensamiento político y económico lo que Las Flores del Mal es a la historia de la poesía.