Por: Melisa Carrillo

La Secretaría de Cultura y diversos investigadores de Programa de Arqueología Urbana (PAU), del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), presentaron los avances en la excavación del templo dedicado al dios del viento Ehécatl, y el descubrimiento de una cancha de teotlachco, o juego de pelota, en las inmediaciones del Templo Mayor.

Los integrantes del programa descubrieron el templo  en un predio ubicado en la calle República de Guatemala, a espaldas de la Catedral Metropolitana. Este recinto había sido mencionado en diversas crónicas antiguas, así como en un mapa trazado por el arqueólogo y arquitecto Ignacio Marquina, por lo que gracias a las recientes excavaciones se conoce más sobre la apariencia original del centro ceremonial de México-Tenochtitlán.

Durante la conferencia se presentaron los avances que ha tenido el INAH mediante el Proyecto Templo Mayor al realizar la excavación del templo, y se anunció el hallazgo de una parte de una cancha de teotlachco o juego de pelota, a penas a siete metros de distancia del templo a Ehécatl.

A partir de las últimas excavaciones, los arqueólogos que trabajan en el Proyecto Templo Mayor, también encontraron una fosa con restos de niños y jóvenes, así como fragmentos de obsidiana, que podrían pertenecer a una ofrenda antigua.

 

María Cristina García Cepeda, secretaria de Cultura, expresó que estos hallazgos se suman a los grandes descubrimientos que desde hace casi 40 años -tras el hallazgo del monolito de Coyolxauhqui- han aproximado a la sociedad mexicana actual “al esplendor de la ciudad prehispánica de Tenochtitlan”.

Lo anterior se debe al quehacer de los investigadores del INAH “y a su compromiso por salvaguardar el patrimonio arqueológico de nuestro país”, reconoció la secretaria, en la reunión con los medios de comunicación realizada en el Museo del Templo Mayor.

El antropólogo Diego Prieto Hernández, recalcó que los descubrimientos de ambos edificios mexicas que constituyen secciones del Templo de Ehécatl y del Juego de Pelota, no son fruto de un hecho fortuito, sino resultado de un proyecto constituido 25 años atrás: el Programa de Arqueología Urbana (PAU), el cual recupera los vestigios de lo que fue el Recinto Ceremonial de México-Tenochtitlan, y que yacen bajo el subsuelo de siete cuadras del Centro Histórico de la capital del país.

“El tiempo, los recursos y conocimientos que requiere el trabajo arqueológico son factores que sólo una institución como el INAH ha podido resolver, en condiciones no siempre óptimas”. El contexto actual —abundó su titular— “exige fortalecer el trabajo al interior, pero también a ampliar relaciones con otras instituciones, grupos de la sociedad civil  y particulares”.

De estas alianzas derivan hallazgos como los presentes, con base en los cuales se han podido precisar ubicaciones, orientaciones y dimensiones de las estructuras que conformaron el espacio sagrado de la cultura mexica, y cuya aproximación más acertada hace un tiempo era la maqueta elaborada por el arquitecto Ignacio Marquina, quien tomó referencias de fuentes de las épocas del contacto con los españoles y la Colonia.

En ese sentido, el profesor Eduardo Matos Moctezuma, investigador emérito del INAH y fundador del Proyecto Templo Mayor y del PAU, explicó a los presentes que el Templo de Ehécatl, divinidad que con sus vientos benignos barría los cielos y atraía la lluvia, se localizaba frente al adoratorio de Tláloc, deidad fecunda que residía en el Templo Mayor junto al dios guerrero Huitzilopochtli; y aseguró que los hallazgos que se han realizado, permiten un rostro más amplio de la cultura mexica.