Por: Redacción

Con el trabajo La soberanía alimentaria como estrategia para enfrentar la pobreza y la desigualdad, el doctor David Barkin Rappaport, profesor de la Unidad Xochimilco de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) e Investigador Emérito del Sistema Nacional de Investigadores, ganó el Premio Internacional de Estudios en Pobreza (CROP) 2016, convocado por la Universidad de Bergen (UiB) de Noruega y el Consejo Internacional de Ciencias Sociales (ISSC).

Este premio se otorga anualmente a las propuestas de trabajos que contribuyen a la investigación sobre la erradicación o prevención de la pobreza a nivel mundial.

Entrevistado acerca de este reconocimiento recibido en diciembre de 2016, el doctor Barkin Rappaport señaló que la propuesta presentada en este certamen cuestiona el enfoque dominante sobre el combate a la pobreza en la mayor parte de los países en América Latina y del mundo en desarrollo, que propone como estrategia otorgar recursos económicos a la gente para elevar su capacidad de consumo.

Una consecuencia de esta perspectiva, dijo el investigador del Departamento de Producción Económica, es la ineficacia de los programas oficiales para eliminar la pobreza y “por eso tenemos desde 1976 un aumento abrumador de este fenómeno”.

En contraste con estos programas oficiales, afirmó, “proponemos una estrategia de soberanía alimentaria”, es decir, que las comunidades y sociedades aumenten su propia capacidad de alimentarse a través de la producción, la diversificación y el manejo agroecológico de sus ecosistemas, para lograr un mejor nivel de bienestar.

Este nivel de bienestar se mide en términos de alimentos, “autoatención” de los problemas sociales y del reconocimiento de que este proceso tiene que avanzar con base en el control local de las necesidades sociales, al menos las dos más importantes: educación y asistencia médica. Además, un rasgo importante de este enfoque de soberanía alimentaria es que se combina con una atención a la conservación y rehabilitación de los ecosistemas.

Otra característica a resaltar de esta estrategia es que no puede llevarse a cabo sólo por un individuo sino que “requiere la colaboración de la organización colectiva de la comunidad y, en la mayoría de los casos, de la comunicación entre comunidades de una región y la creación de redes, trueques o intercambio y de cooperación tanto social como política y científica, para atender la estrategia de soberanía alimentaria.

Para documentar este enfoque se ha seguido la información proveniente de muchas organizaciones, principalmente campesinas, y “sobre todo” del liderazgo que desde hace 20 años ha tenido como organización la Vía campesina, un movimiento internacional que agrupa a alrededor de 200 millones de campesinos y pequeños productores de 80 países, que buscan soluciones no sólo a nivel local sino internacional.

Uno de los ejemplos de las actividades de esta organización es el Movimiento de los Sin Tierra, de Brasil; y en México la Universidad Autónoma de Chapingo ha sido líder en la región latinoamericana en promover acciones como las denominadas Campesino a campesino.

Hay otros ejemplos no liderados desde la universidad, como los logros de las comunidades zapatistas, que han aumentado la producción y enfatizado el cuidado de sus ecosistemas, al tiempo que han aumentado su capacidad local para alimentarse y atender las necesidades sanitarias, médicas y educativas en este proceso.

El investigador estimó que en el país hay alrededor de 15 millones de mexicanos que están tratando de enfrentar su marginación del sistema nacional mediante procesos de control local, “que no siempre son exitosos porque el propio Estado no está muy contento con estos esfuerzos y demandas de autonomía”.

La propuesta presentada ante el CROP, en este contexto, es un esfuerzo analítico, teórico y epistemológico, basado en la idea de que el desarrollo, el bienestar puede atenderse mejor desde las comunidades mismas y no desde la burocracia; implica un enfoque epistemológico completamente distinto, un rechazo a las ideas del desarrollismo que vienen del centro y han mostrado una absoluta incapacidad para atender los problemas.

Las comunidades “se están dando cuenta de que el Estado no es capaz de atender estas necesidades y hoy están tomando el control en sus manos, y buscan la manera de aumentar su capacidad no sólo de producción local, sino que ven necesario crear y fortalecer los mercados locales y regionales que no están dominados por las grandes cadenas, ni por los sistemas internacionales de precios, ni por los carteles internacionales de comercio de alimentos.

El académico advirtió en este contexto que una de las grandes contradicciones de México en este momento es el problema del acceso al agua, que se convertirá “en este año en una lucha política y social y yo me atrevería a decir, una lucha que podría tener elementos de movilización social”.

Esto debido a que la visión del Estado es que el agua debe pagarse, pero de acuerdo con los usos en el mercado mundial, es decir, determinados en cierta manera por el valor que pueda dar a las agroexportaciones; el problema es que “en el país éstas han empobrecido los ecosistemas y creado condiciones de empleo y de organización social que son desafortunadas”.

En la crisis actual, la promoción de esfuerzos locales de producción y diversificación, así como el cuidado medioambiental, será una de las estrategias más importantes para enfrentar los modelos dominantes de producción. Este momento difícil por el que pasa México obligará de cierta forma “a por lo menos no impedir algunas de las acciones locales para la autogestión social, productiva y ambiental”, aseveró el doctor Barkin Rappaport.

El Premio CROP consistió en un estímulo económico “que me permitirá apoyar a estudiantes” para continuar con este trabajo y en la publicación de un libro por una editorial inglesa “muy reconocida” llamada Zed Books.