Por: José Manuel Mota Fernández

Las barras o grupos de animación son un factor que se ha vuelto fundamental en el futbol, tanto mexicano, como en el internacional y es que este conglomerado de gente se ha encargado de llevar fiesta, música, color y alegría a todos los partidos, pero también, en momentos de descontrol, han protagonizado escenas trágicas en este deporte.

Estos movimientos, cuyo fin es alentar a su equipo favorita, existen desde mucho tiempo atrás en el futbol, con matices que pueden cubrir el lado positivo y el negativo de estas, como los Hooligans en Inglaterra, que más que apoyar a las escuadras que les correspondían, se encargaron de sembrar miedo entre los asistentes a los estadios.

Fue tal el descontrol que generaron estos grupos, que la liga de futbol inglesa optó por desaparecerlas, ya que estas protagonizaron escenas trágicas, donde la violencia y la muerte casi siempre se hacían presentes. Un ejemplo claro de esto es el llamado “desastre de Heysel”, el cual se dio en un partido entre Liverpool y Juventus.

Ese día, los seguidores de Liverpool arremetieron en contra de los seguidores de la Juventus, provocando así que un muro de contención del estadio se desplomara y aplastara a los aficionados que ahí se encontraban, dejando un balance negativo, ya que fallecieron 39 personas en ese evento correspondiente a un partido de la Copa de Europa.

Desafortunadamente, escenas como la pasada se han suscitado en varias ocasiones, manchando el nombre y la reputación de los que ahora se hacen llamar grupos de animación y que en gran parte se dedican a eso, a alentar a un equipo y llevar música y aún más alegría a un estadio de futbol, incluso hay algunas que están asociadas con los equipos para que el apoyo no se termine.

Ahora el panorama es muy diferente, las porras han reducido su nivel de violencia en gran medida. Se podría decir que ahora son una parte fundamental en el futbol, ya que un partido sin la música y las porras de estos grupos, así como las ocurrencias de estos mismos, parece ser inimaginable.

La evolución ha sido tan grande, que ahora las porras se pelean dentro del estadio, pero no físicamente, si no que se cantan entre sí, brindando un espectáculo más aparte de lo que está pasando en el terreno de juego, que en ocasiones puede llegar a quedar en segundo plano debido a la fiesta que hay en las tribunas.

Estas ya no solo están conformadas por jóvenes y señores revoltosos que se centraban beber y pelearse, ahora hay niños, mujeres e incluso personas de la tercera edad que desde la grada y semana tras semana se dan cita para apoyar a los equipos de sus amores.