Por: Oscar Nogueda/

Desde las 14:30, fueron llegando contingentes de escuelas y colectivos que se reunieron a las afueras del metro Tlatelolco. Con pancartas, una mirada jovial y esos gritos que buscan cambiar algo, llegaron los estudiantes de CCH Vallejo, Filosofía y Letras, entre otros. A pesar de las recomendaciones que dio el Comité 68, algunas personas cubrieron totalmente su rostro.

En punto de las cuatro de la tarde, el Comité 68 comenzó la marcha del 51 aniversario del 2 de octubre. Entre gritos de “2 de octubre no se olvida”, “ni perdón ni olvido”, los asistentes manifestaron la necesidad de recordar aquella masacre que sigue en la memoria colectiva y que, seguramente, nunca se marchará.“Cárcel para los culpables y justicia para los caídos”, se podía escuchar en la marcha.

Un día antes, integrantes del Comité 68 exigieron a la Fiscalía General de la República (FGR) reactivar las averiguaciones previas del caso, sin embargo, la respuesta sigue en el aire. Mientras unos esperan, el día de ayer marcharon aproximadamente 10 mil personas para recordar que “el régimen corrupto y criminal fue responsable de la masacre de los estudiantes del 68”.

A pesar de ello, no era el único clamor de justicia que se gritó. Por las calles de Tlatelolco y del Eje Central, retumbó un doloroso grito de “Vivos se los llevaron, vivos los queremos” y comenzó esa cuenta del 1 al 43; esa cuenta que lleva cinco años sin saber el paradero de los normalistas.

Algo es cierto, el 2 de octubre sigue permeando a la sociedad mexicana. A la altura del metro Garibaldi, hombres, mujeres, niños, jóvenes, mariachis, albañiles, meseros, comerciantes; todos se detuvieron a observar y a grabar con sus celulares el paso de los que salen a la calle a “exigir justicia que el gobierno no está dando”, miran el paso de los manifestantes para recordar una de las más grandes represiones en contra del pueblo. Como ninguna otra marcha, el 68 revive los sucesos de un movimiento que marcó la historia contemporánea de México.

Unos apoyan replicando los gritos de 2 de octubre no se olvida, otros se limitan a observar pero todos tienen esa mirada de indignación y rabia al recuerdo y de respeto a quien va caminado por el eje central.

NO SON OBREROS, SON POLICÍAS CUIDANDO A LOS PATRONES

La necesidad de justicia y libertad fue la constante de este movimiento, sin embargo, como ninguna otra marcha de conmemoración la fuerza gubernamental se hizo sentir. A lo largo y ancho de las calles, dos filas de hombres y mujeres vestidos de blanco que vigilaban la manifestación.

“Es una maniobra fascista”, gritaban unos; “No son obreros, son policías cuidando a los patrones”, decían otros. Eran esos que las autoridades llamaron “cinturón de la paz”; 12 mil burócratas de la Ciudad de México que, por unas horas, se convirtieron en la primer fila de seguridad de Claudia Sheinbaum.

El Comité 68 declaró que no era necesario el cinturón de la paz, era necesario que se garantizara el derecho de manifestación. El Presidente dijo que las autoridades estarían presentes para cuidar los monumentos. A pesar de ello, el gran hermano se transformó en miles de funcionarios públicos que encasillaron y vigilaron la marcha.

El Museo del Tequila y el Mezcal fue el primer edificio en ser bardeado, posteriormente vendría el Palacio postal, el Palacio de Bellas Artes, algunos comercios y toda la calle de 5 de mayo estaba bardeada por enormes murallas que debían resguardarlos. Al llegar a la calle Violeta, una sorpresa apareció; atrás del cordón de la paz, policías antimotines con sus escudos estaban posicionados en las calles aledañas a 5 de mayo. Al parecer la petición de que la policía estuviera lo más lejos posible, para evitar provocaciones, simplemente no fue escuchada.

De esta forma, la paz se tornó azul con cascos y escudos. Todos los comercios cerraron, la tensión se podía sentir, y en ese momento, sobre 5 de mayo, una chica que pertenecía al contingente se acercó a un hombre de blanco de la paz y lo señaló por ser un policía infiltrado. Ante el señalamiento, varias personas se acercaron y en un instante el acusado desapareció.

NUNCA SE DEBE OLVIDAR ESTA MASACRE

Al llegar a la plancha del Zócalo Capitalino, cientos de las personas de la paz rodeaban la plancha. Una enorme línea blanca enmarcaba el cuadro del Zócalo y resguardaban los edificios que ahí se encuentran; enfrente del Palacio Nacional, policías antimotines permanecían atrás del cordón de la paz. Una imagen que reflejaba quien tiene el poder en este país.

En el centro una orquesta filarmónica recibió a los marchantes con el “cielito lindo”, poco a poco se fueron acomodando los contingentes y en ese instante, un hombre de edad avanzada subió al templete y grito “2 de octubre no se olvida”.

Minutos después, a la mitad de la plancha, personas vestidas de negro y cubiertas del rostro comenzaron a escribir con aerosol el suelo y dejaban menajes como “acción directa contra el capitalismo”. Pocos minutos después, una nube de humo se asomó por 5 de mayo, un grupo de encapuchados reñía contra la policía.

Empujones, golpes, insultos, petardos se dieron en el enfrentamiento, el cual encerró a los presentes en un círculo para impedir que llegaran al zócalo. Sin embargo, los policías, también, actuaron contra asistentes que marchaban pacíficamente. En esos momentos, el cordón de la paz se esfumó como el viento, y después reaparecieron de la nada para alejar a los estudiantes, no para impedir otro posible enfrentamiento.

Otro altercado, se dio al finalizar el mitin político, donde policías detuvieron a un integrante del “grupo marabunta” y sus compañeros impidieron que lo subieran a la patrulla. Al lugar, arribaron varias personas, así como los observadores de la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México.

Los saldos 3 personas con lesiones leves, un estudiante de prepa 6 en el hospital de Balbuena, cero detenidos y 10 mil asistentes unidos por el grito de “Nunca más un 2 de octubre”.