Por: Redacción

El ataque al Bar Pulse de Orlando, Florida, no sólo tiene orígenes homofóbicos, sino terroristas y religiosos, afirmó Rogelio Flores Morales, profesor de la Facultad de Psicología de la UNAM.

Aunque hoy la gran noticia es la matanza en Orlando, es preciso preguntarnos qué pasa en nuestras comunidades. Algunos autores afirman que pasamos por un proceso de deshumanización colectiva y eso me parece exagerado. Más bien, algunas sociedades se han habituado a estos fenómenos. Esta hostilidad nos desensibiliza; de ahí a hablar de sociedades enfermas hay una distancia muy grande, enfatizó.

Para Flores Morales, la población debe reaccionar con un repudio absoluto y un rechazo tajante ante estos sucesos, sean por motivos religiosos, terroristas, homofóbicos u otros, tanto dentro como fuera de sus países de origen, porque ése no es el camino.

Sobre los motivos que llevaron a Omar Mateen a cometer esta matanza, el especialista precisó: “La violencia es multifactorial, tanto en sus orígenes como en sus consecuencias. En este caso, intervinieron variables biopsicosociales, culturales e incluso de fundamentalismo religioso”.

Algunos estudios psicológicos señalan que el narcisismo, la impulsividad, la pobreza, la marginación y el consumo de alcohol y drogas son aspectos que inciden en la conducta referida. “En este tipo de actos intervienen una multiplicidad de factores”, resaltó el investigador universitario.

Sin duda, el responsable de esta masacre era homofóbico y su reacción fue una muestra clara de una aversión enfermiza hacia los homosexuales. Hay quienes rechazan las relaciones lésbico-gays, pero las toleran, coexisten y no pasa nada; sin embargo, la parte extrema de esta antipatía deriva en odio excesivo y en esta ocasión se manifestó a partir de la muerte del otro, señaló Rogelio Flores Morales.

En casos extremos como los del Bar Pulse emerge la parte más oscura y siniestra del humano, porque en estas situaciones la racionalidad se resquebraja, sostuvo.

Se ha demostrado que ser agresivo en la niñez es un predictor confiable de que esto persistirá en la adolescencia y edad adulta; por ello, no hay que permitir que esta conducta crezca, pues puede conducir a actos extremos, como pasó en Orlando.

Para combatir esta condición es preciso contar con estrategias macro y micro, e instrumentar políticas públicas a fin de sensibilizar a los infantes y jóvenes para que eliminen o sustituyan esta manera de reaccionar. Debemos cuidar esos aspectos a los que los psicólogos llamamos aprendizaje social, porque la violencia se asimila y es crucial evitar que eso suceda, concluyó Flores Morales.