Por: Redacción

El presidente de la Mesa Directiva del Senado de la República, Roberto Gil Zuarth, recibió, de diversos representantes de asociaciones civiles, propuestas para preservar y cuidar el ambiente de la capital del país, mediante la inclusión de los derechos de la Tierra en la Constitución de la Ciudad de México.

A nombre de quienes forman parte de la Asamblea Constituyente de la Ciudad de México, se comprometió a representar las propuestas de la sociedad en este rubro, porque significan preocupaciones y conciencias -que se han gestado por problemáticas, principios y valores-, dijo.

“Nos sentimos con el deber de representar esas causas en la función que tendremos a partir del próximo 15 de septiembre, cuando se instale formalmente la Asamblea Constituyente”, puntualizó el senador Roberto Gil Zuarth.

Señaló que el cambio climático ha obligado a revisar los consensos políticos, a partir de los cuales se ha interactuado con la naturaleza; y afortunadamente éstos han tomado en cuenta lo que debe hacerse para conservar a la naturaleza.

Destacó que la importancia de la Constitución de la Ciudad de México radica en que tendrá una función simbólica, constructora de realidades, para crear un nuevo lenguaje, a partir de la cual la sociedad va a interactuar entre sí; por lo que las propuestas plantean una idea de constitucionalismo que debe preocuparse por la interacción del individuo, del Estado y de la sociedad con la naturaleza.

Abundó en que los objetivos planteados por las asociaciones civiles tienen la finalidad de crear una conciencia normativa, institucional, política y moral de las obligaciones que tiene la generación actual frente a la preservación del ambiente.

Asimismo, ofreció trabajar en conjunto con los representantes de la sociedad, para construir una narrativa de principios y valores que se reflejen en la nueva Constitución; “porque lo más importante es que una sociedad acuerde cuáles son los valores esenciales que van a definir la vida en común”.

En su turno, Francisco Ayala, de la asociación Huerto Roma Verde, señaló que si no se adoptan mecanismos de mitigación de contaminación de inmediato, y en algunos casos de manera radical, no habrá tiempo de enfrentar el cataclismo socio-ambiental que se avecina.

Dijo que los legisladores no deben ceder ante las “suculentas tentaciones” que las multinacionales ejercen para continuar con el saqueo y destrucción ambiental, mediante el fracking, la utilización de semillas y alimentos transgénicos, o la destrucción de manglares.

Por su parte, Carlos Gómez, biólogo y experto en medicina tradicional mexicana, comentó que actualmente México depende excesivamente del exterior; mientras que muchos de los 300 problemas socio-ambientales más graves que se padecen, como la minería y el fracking, se dan en los territorios indígenas del país.

Abundó en que en el país se necesita un nuevo sistema energético basado en tecnologías alternativas o en formas alternas de producción, ya que el sistema actual está en su parte final, pero aún puede afectar considerablemente a la ecología.

Jorge Islas, académico de la Universidad Nacional Autónoma de México, dijo que reconocer los derechos de la Tierra es un paradigma con el que México podría encabezar, en el siglo XXI, una nueva generación de derechos, una quinta generación.

Detalló que se propone que a la Constitución de la Ciudad de México se incorporé el texto: el derecho de la naturaleza a ser preservada será garantizada por el Estado y las autoridades de la Ciudad de México; lo que calificó de gran trascendencia jurídico-normativo-institucional para generar nuevos paradigmas para la conservación del ambiente.

Finalmente, Benjamín González Roaro, presidente de la Academia Mexicana de Educación, refirió que las propuestas son resultado del Primer Foro Internacional por los Derechos de la Madre Tierra, convocado por organizaciones mexicanas e internacionales dedicadas a la conservación del ambiente.

Señaló que la propuesta gira en torno al reconocimiento de los derechos de la Tierra, paradigma jurídico importante, porque actualmente se considera a la Tierra como un objeto, pero darle trato de sujeto impondría derechos, lo que derivaría en cambios de carácter cultural, educativo y social.