• La respuesta para hacer frente a la crisis, evidenciada aún más por la pandemia de COVID-19, debe provenir de la sociedad.

Por: Redacción/

La crisis medioambiental que vive el mundo se gestó desde hace varios decenios debido a las actividades depredadoras de empresas extractivas y al patrón de consumo energético basado en el uso intensivo de energías fósiles, coincidieron especialistas de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

Por tanto, la respuesta para hacer frente a la crisis, evidenciada aún más por la pandemia de COVID-19, debe provenir de la sociedad, concluyeron durante el conversatorio La crisis ecológica: horizonte de respuestas, dentro del ciclo Diálogos en CECAD. Acceso al conocimiento, organizado por la Coordinación de Educación Continua y a Distancia de la Unidad Xochimilco.

La doctora Aleida Azamar Alonso, coordinadora de la Maestría en Sociedades Sustentables, señaló que esta situación crítica tiene un origen multidimensional que, entre otras causas, se originó por el incremento desproporcionado de la demanda de bienes y servicios debido al crecimiento poblacional.

“Mientras a principios del siglo pasado la población mundial llegaba a mil 650 millones de personas, ahora somos siete mil 400 millones habitantes, y esa cifra en lugar de estabilizarse está previsto que ascienda a 11 mil millones de seres humanos a finales del siglo XXI”.

Otro detonador es el incremento de conflictos bélicos de grandes proporciones, ya que toda confrontación de esa naturaleza ocasiona un proceso de destrucción de las cadenas productivas en los modelos de vida de las regiones y genera pobreza, mortalidad mayor y crisis socioambientales. “Tan sólo en el siglo XX se contabilizan 38 conflictos bélicos y 40 por ciento de ellos están relacionados por el control de los recursos naturales”, señaló la también presidenta de la Sociedad Mesoamericana y del Caribe de Economía Ecológica.

“Vivimos una urbanización descontrolada, en este siglo más de 50 por ciento de la población vive en ciudades. Con ese crecimiento resulta complicado satisfacer las demandas y esos asentamientos humanos destruyen áreas verdes y afectan los ciclos climáticos”.

Modelos como el capitalismo neoliberal, extractivismo o neodesarrollismo están centrados en esencia en el aprovechamiento intensivo de los recursos naturales como si se tratara de sistemas cerrados, “pero no consideran que tenemos un esquema donde todos los residuos se tienen que desalojar”.

Los macroprocesos industriales y el boyante comercio internacional de siglo XIX fueron fundamentales para el incremento en la producción y la competencia, pero también representaron el punto de partida de la crisis climática actual y las consecuencias de este modelo de desarrollo se mostraron hacia 1950 por la gran aceleración de la economía mundial.

La doctora Mayra Nieves Guevara, responsable de la Oficina Universidad Sustentable de la sede Xochimilco, reconoció la urgencia de apostar por la sustentabilidad para establecer una relación armónica entre la sociedad y la naturaleza, ya que la priorización de lo económico ha ocasionado el cambio climático y el incremento de riesgos que genera vulnerabilidad social y económica al acrecentar la pobreza y las desigualdades sociales.

En este contexto, “el enfoque de la economía verde de que el que contamina paga y por tanto tiene derecho a contaminar, así como apropiarse de los recursos, incluso de bienes culturales, ha ocasionado el despojo y el acaparamiento de la tierra. El consumo verde exacerba el problema ambiental, pues sólo una parte de la sociedad puede acceder a este tipo de esquemas consumistas”.

Por tanto, “es necesario apostar a la sustentabilidad que recupere al pasado cultural de nuestros pueblos y para desarrollar una perspectiva más holística e integral, que incluya lo individual y lo colectivo para rehacer el vínculo sociedad-naturaleza. Necesitamos un equilibrio que restablezca la comunidad, no podemos esperar que un cambio de gobierno resuelva los problemas ambientales, se requiere de la participación de las comunidades para cambiar las conductas personales y los patrones de consumo”.

El doctor David Barkin Rappaport, académico del Departamento de Producción Económica, coincidió en que la economía verde y las soluciones tecnológicas no son las adecuadas para hacer frente a la crisis ambiental; por el contrario, es necesario explorar el concepto de comunidad, que se expresa en una comunalidad basada en el buen vivir.

La comunalidad es la construcción de otro mundo que se aparta del consumismo, del individualismo con una visión distinta a la sociedad capitalista, que debe construirse al margen del capitalismo y que requiere de la edificación de un modelo alternativo dentro de un proyecto comunitario.

“Hablar de comunidades no es referirnos a sitios aislados sino que es una forma distinta de alianza para enfrentar los horrores que genera el capitalismo. El poscapitalismo debe construir otro mundo distinto al modelo dominante, que respete el medio ambiente”, agregó el Profesor Distinguido de la UAM.

La maestra Aída del Rosario Malpica Sánchez y el doctor Rafael Calderón Arózqueta, académicos de los departamentos El Hombre y su Ambiente y de Producción Agrícola y Animal, respectivamente, coincidieron en que en la actualidad la sustentabilidad es empleada de acuerdo con los intereses de las empresas trasnacionales mientras que las comunidades originarias son las que mejor cuidan el medio ambiente.

Al inaugurar el conversatorio, el rector de la Unidad Xochimilco de la UAM, doctor Fernando De León González, enfatizó la importancia de reflexionar en torno a la crisis climática, por lo que celebrar este tipo de encuentros resulta pertinente, en el marco del desastre ecológico que padece México.