Por: Redacción

En México, entre 60 y 80 por ciento de la población sufre cefaleas primarias tensionales, y cerca del 15 por ciento, migrañas; ambos padecimientos son controlables, pero requieren de un abordaje multidisciplinario que implica tratamiento médico, psicológico y cambios en el estilo de vida, entre otros aspectos.

Quienes las padecen no deben acostumbrarse a vivir con dolor y molestias, pueden recurrir al Laboratorio de Psicología de la Salud, de la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM, señaló Héctor Rafael Velázquez Jurado, adscrito a ese espacio, dirigido por Juan José Sánchez Sosa.

Las cefaleas primarias son el padecimiento como tal, mientras que las secundarias derivan de afecciones de la tiroides, epilepsia, infecciones y traumatismos craneoencefálicos. La cefaelas tensionales no son motivo de incapacidad o ausentismo laboral, explicó.

La administración de aspirinas u otros analgésicos forman parte del tratamiento farmacológico, pero no solucionan las cefaleas tensionales, y menos las migrañas. El abordaje médico es más complejo y de acuerdo a cada caso, subrayó.

En tanto, la migraña (cefalea crónica desde el diagnóstico inicial, de acuerdo con criterios neurológicos) es un dolor pulsátil (como sentir latidos en la cabeza) y puede o no tener aura (avisos antes de experimentar molestia). Es incapacitante y se asocia a náuseas, vómito, sensibilidad a la luz y al sonido.

Según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la migraña ocupa el lugar 19 de las enfermedades causantes de incapacidad. Información de tres organismos no gubernamentales (World Headache Alliance, International Headache Society y European Headache Federation) arrojan que la prevalencia de cefaleas en el orbe es de 47 por ciento. En población en edad productiva la migraña se presenta en un 14 por ciento, y la cefalea tensional en un 46 por ciento.

Características e inicio del protocolo

Velázquez Jurado subrayó que la investigación en el laboratorio mencionado se centra en la psicosomática, es decir, el componente psicológico que regula ese dolor, como el estrés y su mal manejo, así como las emociones, entre otros factores.

El protocolo inició en 2009 con pacientes referidos de la Clínica de Cefaleas del Instituto de Neurología; todos cumplían con características específicas. Al crecer el protocolo, en 2011, comenzó la atención a población universitaria con cefalea tensional y migraña, confirmadas por neurólogos. Actualmente esta labor continúa en el campus universitario.

El entrevistado publicó el libro “Valoración y tratamiento de las cefaleas primarias crónicas” –editado por el Posgrado UNAM y la editorial Manual Moderno–, mismo título de su tesis doctoral, considerada la mejor de la generación 2012 y reconocida con la Medalla Alfonso Caso.

El 80 por ciento de la población en algún momento ha experimentado un tipo de dolor, principalmente tensional, y 15 por ciento ha sufrido migraña, dolor intrusivo con afectaciones en la vida.

“Se trata de un padecimiento subdiagnosticado. La gente está acostumbrada a tener dolor todo el tiempo. En la literatura vimos que tenía un componente psicológico y formas de tratarlo desde esa perspectiva”, explicó el universitario.

Los estudios que ha llevado a cabo se centran en tres aspectos: intensidad, frecuencia y duración del dolor. Obtener buenos resultados en alguno de ellos puede considerarse afortunado. Varios pacientes reportaron dolores diarios, al final del protocolo disminuyeron a una o dos veces al mes, en otros casos éstos dejaron de ser incapacitantes.

Atención a pacientes

Tras reiterar que las personas atendidas en Ciudad Universitaria deben contar con un diagnóstico neurológico previo, Velázquez Jurado detalló que el procedimiento se basa en el manejo del estrés, en técnicas de relajación y cambio cognitivo (creencias asociadas al dolor), pues algunos individuos tienen altos niveles de depresión o ansiedad.

El equipo utilizado es de retroalimentación biológica, que registra diferentes acciones psicofisiológicas en cefalea tensional, electromiografía de superficie (del trapecio) y temperatura distal periférica (del dedo índice). La mayoría de pacientes salieron con dolor controlado y menor frecuencia de episodios, acotó.

“Hay muchas formas de abordaje para estos padecimientos. No es una condición normal con la que se tenga que vivir, es algo que se puede trabajar, siempre apuntando al manejo multidisciplinario”, concluyó.