• Este medio de expresión coloca a las mujeres en el centro de la reflexión, ante la escalada de la violencia de género

Por: Redacción/

El bordado ha sido un medio de expresión artística a través del tiempo y en espacios distintos, pero pocas veces se ha ubicado en los círculos del arte y por ser una actividad llevada a cabo en colectivo, sin remuneración y alejada del trabajo doméstico adquiere un carácter subversivo, señaló Liliana Elvira Moctezuma, maestra en Estudios de la Mujer por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

No hay algo más rebelde que una fémina que se manifiesta creativamente desde la comunidad, en complicidad con otras y por el placer de hacerlo, apuntó la investigadora durante la presentación del libro Totlahcuiloltlapal, nuestra palabra colorida, que reúne memorias de quienes se juntan a realizar esta tarea y de la muestra virtual de morrales conmemorativos por los 15 años de la Fábrica de Artes y Oficios (FARO), en la Alcaldía Tláhuac.

Elvira Moctezuma –asistente administrativa en la Defensoría de los Derechos Universitarios (DDU) de la UAM cuya labor se ha enfocado en la indagación y la divulgación del arte en la población femenina– relató que el primer acercamiento al Taller de Textiles y Bordados de FARO fue en un encuentro organizado por esta casa de estudios en 2018, en el cual la profesora Erika Karina Jiménez Flores mostró algo de su obra fotográfica y con quien volvió a coincidir en 2019 en un Coloquio, constatando “que el arte de ese grupo es colorido y alegre”.

En esta ocasión comparten el proyecto de morrales bordados con tintes naturales elaborados en conmemoración de los 15 años de la Fábrica y en el que las participantes exploran su propia iconografía, con símbolos gráficos derivados de su entorno lacustre, incluidos los axolotes y el cempoalxochitl.

“Los hilos teñidos con tintes de esta flor –además del palo Brasil y la grana cochinilla– combinan tonos cálidos que me transportan a sus risas y bailes”, pues ellas han encontrado en esto un medio de expresión, resiliencia y una forma de habitar espacios distintos.

Ante “la falta de condiciones para reunirnos y compartir, con esta publicación buscamos abonar al reconocimiento y al agradecimiento a las integrantes de este colectivo y a su profesora”, quien destacó la importancia de su trabajo, que no debe ser cuantificado en pesos, porque tiene una significación en tiempo y afecto, “un valor que hemos querido fortalecer”.

La tejedora Aurelia Fernando Mercado compartió que “el bordado es un proceso mediante el cual, poco a poco observo cómo pasa el tiempo y voy avanzando en algo que toma forma gracias a mis manos y al diálogo enriquecedor con mi maestra y mis compañeras”.

Angélica Elizabeth Garduño Ramírez dijo que esta labor significa “reconocerme capaz de crear, tener un tiempo en calma y poner mi ser, mis manos y mis ojos en armonía con la aguja, el hilo y el lienzo, donde puntada a puntada se escribe en presente una historia”.

Para Patricia Morales Santana se trata de plasmar en un lienzo con hilos y aguja una técnica que se va heredando de generación en generación y en cada puntada se necesita mucha concentración, ya que “voy limpiando mi mente, al generar relajación y liberar mis emociones, lo que me da sanación. Hacerlo en la FARO Tláhuac es construir vínculos de amistad, empatía y saberse cobijada”.

A Heidi Josefina Sánchez Neria bordar le permite entrar “a mi espacio personal, salir del tiempo y estar en un lugar donde estoy sólo con mis pensamientos; es una forma de relajarme y hacer lo que más me gusta”.

Alejandro Rincón, responsable de FARO Tláhuac, recordó que el Taller inició en el año 2015 bajo la coordinación de la maestra Jiménez Flores y ofrenda un trabajo acogedor de belleza, generosidad y conciencia para preservar la memoria lacustre del suroriente con un bosque cercano a humedales y ejidos dedicados al cultivo de plantas y flores.

Esta técnica coloca a la mujer en el centro de la autorreflexión ante la escalada de violencia de género que se ejerce sistemáticamente sobre ellas en el país, expresó.

En esta presentación también participó Alejandra Collado Campos, comunicóloga egresada de la Maestría en Estudios de la Mujer de la Unidad Xochimilco, integrante de la comunidad de la FARO Tláhuac y madrina de este encuentro de las memorias y vidas de las tejedoras.

El bordado, dijo, se ha convertido, en el contexto de la pandemia, en una posibilidad de hilar y deshilar realidades: por un lado, deshilar los discursos que borra, invisibilizan, niegan violencia, desapariciones, saberes, que se empeña en negar otras formas de resistencia; por otro, el bordado “nos convoca a lo colectivo, a la plática amorosa, de apelar al recuerdo y a los afectos”.

El hilo y la aguja son elementos que “nos remiendan, nos unen, nos sanan y cada puntada memorizada por nuestros dedos es una reivindicación de los saberes de nuestras ancestras”.

También estuvo la maestra Cynthia Martínez Benavides, responsable de la Casa del Tiempo de la UAM, quien condujo la actividad.