Por: Redacción

Al conmemorar el centenario de la promulgación de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos de 1917, el diputado Agustín Basave Benítez llamó a nombre del GPPRD a construir una nueva estructura constitucional e institucional que atienda a las necesidades de la nueva sociedad mexicana, pues más que un cambio de gobierno, pide a gritos un cambio de régimen.

Convocó: “En esta nueva realidad social, pongámonos de acuerdo para saber qué hacer cuando no estemos de acuerdo”.

El diputado federal destacó que frente a quienes afirman que no podemos, que somos incapaces de darnos una nueva constitución, señaló cómo otras naciones de América Latina y España lo hicieron, por lo que llamó a redactar una nueva Carta Magna o, al menos, a rehacer la que tenemos.

Afirmó que sí se puede, como lo demostró el Constituyente de la Ciudad de México. “Si se pudo en la capital, se puede en el país”, aseguró.

Dijo que no debe emanar de un triunfo militar sino de un consenso nacional, además de ser concisa, realista y, ante todo, referente del comportamiento social, fuente de incentivos que haga innecesarias las reglas no escritas y encarezca la corrupción, así como inductor eficaz de libertad y justicia.

Desde la tribuna de la Cámara de Diputados, Basave Benítez señaló que “una Constitución no es una utopía; no debe ser el arquetipo de un Estado futuro, sino la guía cotidiana del comportamiento individual y social de un país presente; no debe contener normas inflexibles que se apliquen flexiblemente, sino normas flexibles que se apliquen inflexiblemente”.

“Debe ser un libro de bolsillo en todos sentidos: breve, portátil, accesible y comprensible para todos. Debe ser un cuaderno que se interprete fácilmente, sin necesidad de hermeneutas, cuyo contenido fundamental pueda aprenderse pronto y cuyos detalles puedan consultarse ojeándolo con agilidad”.

Destacó que una nueva constitución no sólo debe cambiar de forma sino también de fondo, por lo que consideró que el presidencialismo es insostenible con un sistema de partidos como el nuestro, por lo que es imperativo parlamentarizar nuestro régimen, ir más allá de las muletas parlamentarias que se le ha puesto a nuestro sistema presidencial.

Afirmó que más que un cambio de gobierno, México “pide a gritos un cambio de régimen”, al tiempo que advirtió que “si mediante acciones rupturistas o elecciones cambian los gobernantes pero se mantiene esencialmente el mismo entramado legal o institucional o el ejercicio del poder sigue rigiéndose por las mismas reglas informales, no hay transición posible”.

Por eso –siguió- “México requiere más que la sustitución del partido en el poder, sacar al PRI de la presidencia de la República en 2018” como condición necesaria, pero no suficiente, por lo que insistió, “se requiere crear un nuevo pacto social, un nuevo acuerdo en lo fundamental”.

Detalló que el PRD quiere un México que premie la honestidad y la legalidad, castigue la corrupción y erradique la impunidad, y que “México sea nuestra casa común, con un piso de bienestar que detenga la caída de los débiles, un techo de legalidad que impida la fuga de los poderosos y cuatro paredes de cohesión social que nos permitan a todos convivir con bienestar y dignidad”.

Por ello planteó la necesidad -a través de una metáfora- de “revertir la metástasis del cáncer en México y sus dos tumores: el de la corrupción, alojada en el pecho, muy cerca del corazón, y el de la desigualdad, alojada en el estómago”.

Señaló que el país atraviesa una crisis integral -política, social, económica y sobre todo moral-, amén de que este gobierno “ha incrementado la pobreza y la desigualdad, nos ha sumido en una corrupción rampante, ha disparado la deuda y ha devaluado el peso”.

“Ha sido incapaz de combatir eficazmente la violencia, ha propiciado la ingobernabilidad y ha arrojado un gasolinazo al pasto social seco, al cual, junto con la reforma energética, el PRD se opuso”.

“Y por si fuera poco, en un acto humillante, en la misma residencia oficial del presidente, impulsó a la presidencia de Estados Unidos al hombre que hoy tiene en vilo al mundo y amenaza dañar gravemente a nuestro país; un hombre a quien se enfrenta desde la carencia de sagacidad, de estrategia y de dignidad”.

Frente a esto, subrayó, “La unidad nacional no se da por decreto y menos por un decreto sustentado en la posverdad y en la sumisión; se construye en torno a un proyecto de nación soberana, limpia y justa”.

“La diferencia entre las naciones que se subliman y las que se hunden es el alcance de su visión. Hay momentos en la historia en que la sensatez es sinónimo de audacia, en que regatear el cambio es ignorar el signo de los tiempos.

“Los representantes tenemos que situarnos a la altura de los representados si no queremos que la deserción democrática nos ahogue. No confundamos pragmatismo con mezquindad. Fundemos un nuevo régimen con el filoneísmo en ristre”.

Exhortó a los legisladores: “Acerquémonos a la sociedad y avancemos con ella sin miedo al cambio. Una generación tiene esperanza en el futuro, cuando ve que la que le precede avanza con la frente en alto”.