Por: Redacción

Cuando David Mier y Terán sintió la brisa del mar pegar sobre su rostro, no dudó un segundo en saber que su destino estaba trazado para recorrer los interminables océanos.

Recuerda que desde niño, en compañía de su familia, cada fin de semana se perdían en la inmensidad de aquellas olas arriba de una pequeña embarcación, la cual debido a la intensidad de aquellas aguas, parecía quebrarse en dos.

“Mi primer contacto con la vela prácticamente fue recién nacido. Mi papá tenía un velero y era fanático del mar. Creo que desde que tenía un par de días o meses vivíamos en el velero, prácticamente toda la familia vivíamos en el velero, todos los fines de semana en verano íbamos a Islas Mujeres, nos pasábamos dos meses viviendo en el velero entre Cancún e Islas Mujeres”, señaló.

Desde entonces, el yucateco comenzó a sentir el gusto por el mundo náutico. Aquellos fines de semana familiar y con olor a asados al final de los trayectos, poco a poco fueron enamorando a David, quien con el pasar de los años comenzó a definir un estilo y una especialidad dentro de la vela.

Sin embargo, antes probó suerte en el atletismo, ya que por su físico le gustaba representar al colegio en las pruebas de pista y campo.

“En lo que era bueno era en correr los mil 200 metros representaba a mi escuela y luego a mi estado, nunca llegué a participar en los Nacionales. Era un niño muy travieso, pero bien portado; en la escuela nunca fui bien aplicado, hasta que llegué a la universidad”.

Pero como el atletismo no estaba entre sus planes y requería de más intensidad, optó por elegir una embarcación en donde el nervio y adrenalina fueran parte del menú principal.

“Mi familia es muy afin para estar en el mar, desde chiquito estoy en el velero, alrededor de los 14 años conocí la modalidad del Windsurf, un deporte súper divertido, súper físico, en el cual te desplazas rápido. La parte interesante es que es muy táctico, como jugar ajedrez”, mencionó.

Años más tarde, David tomó el Windsurf o tabla vela como su estandarte. Poco a poco se convirtió en un especialista, se deslizaba, arriba de su tabla, con suma facilidad sobre el mar azul de Isla Mujeres, hasta que llegó a ser parte de la selección nacional de su entidad, y a partir de ese momento, ya no dejó la velear.

Su fuerza y destreza lo llevaron a traspasar fronteras. Siempre sobre su espalda el nombre de México y desde luego, el apoyo de su familia. Vinieron los viajes largos y las concentraciones. Los entrenamientos duros que lo agotaban al final de la jornada.Luego, los resultados que lo catapultaron a las grandes latitudes.

Llegaron los nombramientos a la selección nacional y las medallas en su paso por Copas del Mundo, Campeonatos Mundiales y eventos que cubren el ciclo olímpico como los Juegos Centroamericanos y Panamericanos, donde demostró sus cualidades y la hegemonía de México en la especialidad.

Aunado a eso, también llegaron las lesiones por los titánicos entrenamientos y reñidas competencias, en las cuales el cuerpo no aguantó a la exigencia.

“En el 2012 me rompí la muñeca. Para mí, este ciclo si fue de súper cuidado, traté de ser lo más cuidadoso que pude con todos los detalles del equipo y de la preparación; gracias a Dios logré la clasificación. Cada olimpiada me ha dejado algo, ya que desde Sydney aprendí mucho”.

Desde la justa veraniega Sydney 2000, el yucateco marcó su camino y sin importar hasta donde pidiera el cuerpo llegar, está por cumplir su quinta asistencia olímpica. Han pasado 16 años para que el competidor esté a punto de cumplir con su reto.

Asegura que en cada uno de los Juegos Olímpicos ha adquirido experiencia, pero sobre todo, aprendizaje. “Es algo que disfrutamos mucho, disfruto mucho estar en los eventos y recordar las experiencias a pesar de los estragos que uno pueda tener.”

Para el campeón centroamericano en Veracruz 2014, una de las preocupaciones que tuvo para llegar a su quinta asistencia olímpica era quedar eliminado en la regata de Miami, Estados Unidos, ya que era la última oportunidad para ratificar su condición en la especialidad.

“Fue algo muy difícil la eliminatoria de Miami porque había dos jóvenes mexicanos que venían empujando bien, y con condiciones de viento, tenían posibilidades quitarme la oportunidad. Al final me entregue y me puse como meta ganar porque era el evento para llegar a Río 2016”, mencionó.

Agregó que otros de sus temores es cuando el equipo se rompe en plena competencia, lo que es estresante. “La eliminatoria fue estresante, para mí ha sido la más difícil de las que he tenido y más por el hecho de cómo fue ejecutada”.

El medallista panamericano en Toronto 2015 consideró que es un logro estar en sus quintos Juegos Olímpicos porque no fue fácil, pues han tenido que pasar varias cosas, y desde luego, soportar la lejanía de la familia. “Ante esto, lo único que queda es aguantar hasta el final”.

Mier y Terán estará en sus quintos Juegos Olímpicos en Río de Janeiro 2016, tras hacerlo en Sydney 2000, Atenas 2004, Beijing 2008 y Londres 2012.