• Mario Santana, que terminó en el séptimo lugar en su debut paralímpico, en Río 2016, tomó este resultado como un aprendizaje, que lo llevó a escalar peldaños año con año.

Por: Redacción/

Uno de los escalones rumbo a Juegos Paralímpicos que alcanzó Mario Santana Ramos Hernández, lanzador de clava de categoría F51, se dio hace un año con la medalla de plata en el Mundial de Dubai 2019, que significó asegurar plaza para México a Tokio 2020, evento para el que se pone a tono y aprovecha la apertura parcial del Centro de Alto Rendimiento (CARE) de Nuevo León.

Hace unas semanas, el atleta de silla de ruedas, que cumplirá su segunda cita paralímpica en Tokio, justa aplazada para el siguiente año por el covid-19, también fue galardonado con el Premio Estatal del Deporte de Nuevo León 2020.

“Esa medalla me llena de orgullo, de satisfacción al ver reflejado el trabajo que veníamos realizando. Vinieron cambios de técnica, una etapa de mucho trabajo, largas concentraciones en el CEPAMEX (Centro Paralímpico Mexicano) y el resultado fue conseguir ese resultado tan importante, la medalla de plata en el Mundial de Dubai 2019 y obtener la plaza para Tokio”, resaltó el neoleonés.

Mario Santana, que terminó en el séptimo lugar en su debut paralímpico, en Río 2016, tomó este resultado como un aprendizaje, que lo llevó a escalar peldaños año con año, hasta ubicarse entre los tres primeros del orbe.

“Desde mi experiencia en Río de Janeiro 2016, donde no me fue tan bien, pero lo tomé como aprendizaje y le di la vuelta a la situación. En el Mundial de Londres 2017 escalé peldaños en el ranking, hasta el 2018 y 2019, que platicamos con todo mi equipo multidisciplinario y con mi entrenador para ver qué es lo que teníamos que hacer para posicionarme entre los tres primeros del mundo y haberlo logrado es algo que me llena de emoción, de satisfacción, pero a su vez de mucho compromiso, ya en esta etapa rumbo a Tokio”, reconoció el neoleonés.

Ramos Hernández, que realizaba sus entrenamientos en el Centro Paralímpico Mexicano (CEPAMEX) de la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (CONADE), tuvo que regresar a Nuevo León y adaptarse a la nueva normalidad ocasionada por la pandemia.

“En mi caso traía un buen rendimiento en marzo, cuando se suspendieron todas las actividades al aire libre, en una primera instancia fue algo complicado, pero el trabajo psicológico que hemos realizado en los últimos años, me dio la calma, sobre todo para ver lo que podía solucionar y hacer día a día”, compartió el neoleonés, que a los 21 años se fracturó el cuello al jugar futbol americano y quedó en silla de ruedas.

Este deportista acumula varias medallas en eventos internacionales, prosigue sus entrenamientos bajo la supervisión a distancia de su entrenador Iván Rodríguez Luna y su equipo multidisciplinario, a quienes extendió un agradecimiento por su apoyo.

“El objetivo está muy claro, tengo que trabajar el día a día para que esa suma de trabajo me haga llegar en un óptimo rendimiento para dar un excelente resultado en Tokio”, aseguró.