Por: Patricia Ramírez

Las manifestaciones del arte descansan sobre todo en la imaginación y los instrumentos de expresión del autor, que en el caso de la plástica recurre a la línea, la mancha y el trazo para nutrir el complejo entramado de formas.

Al dibujar, Xavier Esqueda acude a todas esas herramientas mediante el lápiz, el papel y un temple creativo poco convencional, como revela Las posibilidades de la perfección, que se presentará hasta el 16 de junio en la Sala de Exposición de la Unidad Cuajimalpa de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) y testimonia, tanto la calidad de un artista activo por más de cinco décadas como la belleza de disfrutar la cotidianeidad.

La obra del pintor mexicano –quien ha llevado su trabajo a Cuba, Gran Bretaña, Canadá y Estados Unidos– parte de motivos simples que transfiguran el cuadro para dotarlo de vida: naranjas, peras, lápices de colores, paisajes montañosos y rocosos emiten un lenguaje sencillo sin pretensiones ni artificios.

En la muestra destacan Las puertas del edén, dibujo a lápiz y pastel de un fruto en dimensiones diferentes que abre un umbral imaginario a los ojos del espectador hasta llegar a la plenitud de la figura y Montañas en otoño, que plasma la nostalgia de un paisaje en toda su dignidad: cerros, pradera y horizonte se tornan distantes, en un juego de planos que invita a sumergirse en el lienzo.

Para el ensayista y escritor Luis Ignacio Sáinz, el dibujo de Esqueda constituye un movimiento en equilibrio que de tan vertiginoso en su desplazamiento pareciera “simplemente flotar, estar ahí como suspendido”.

Fatigan las posibilidades de perfección y muestra que su condición de límite y frontera está curiosamente abierta, encarnada y cancela la idea misma de utopía, añadió.

La composición de 18 piezas emerge hacia la superficie para establecer su propia y singular unicidad, por lo que observar los trozos de realidad insólita conquista un estatus de verdad propio, pues “nos desafían desde la fragilidad de sus soportes: papeles que se empeñan en adquirir profundidad, volumen, bulto”.

Las obras “desbordan la superficie, que con un dejo de arrogancia quisiera contenerlos y, al fracasar en el empeño, se torna su cómplice y disfruta que migren hacia nuevos confines de la imaginación y la fantasía”.

Esqueda –pintor autodidacta– realizó estudios de arquitectura en la Universidad La Salle y asistió al taller de cerámica de Juan Soriano; a los 28 años recibió la beca para artistas en residencia en el Dartmouth College de Hanover, New Hampshire, Estados Unidos.

Óleo, dibujo, gráfica, arte objeto y escultura en bronce, mármol, piedra y cantera son los medios que ha elegido como pasión y que lo han llevado a exponer en la Galería de Antonio Souza, los museos de Arte Moderno de la Ciudad de México y del Palacio de Bellas Artes, así como en la Byron Gallery de Nueva York, además de que su obra forma parte de los acervos de la Casa abierta al tiempo y de los recintos Universitario de Ciencias y Artes de la Universidad Nacional Autónoma de México; de Arte Contemporáneo de Monterrey; de Arte de Birmingham, Gran Bretaña, y del Dartmouth College Art Center.