Por: Oswaldo Rojas

Considerado el maestro del relato de horror cósmico, tal vez tan solo por debajo de Poe, el silencioso H. P. Lovecraft cumple otro año de haber dejado a sus lectores tan sólo con el legado de sus historias. De un tiempo acá su figura ha sido mitificada, convirtiéndose casi en otro de sus personajes, pero lo cierto es que se trato de un hombre automáticamente dedicado a la escritura, la contemplación y la ciencias, no hay otra forma de explicar su alto nivel imaginativo que lo ayudo a superar su incapacidad de dedicarse a la astronomía.

Que el autor de La llamada de Cthulhu, se viera sobrepasado por sus propios escritos no es nada raro pues la ciencia ficción es uno de los géneros literarios que más comúnmente perdura en la mente de los lectores y  los lleva a tomar las historias de forma muy personal, así lo explica Lovecraft en su ensayo El horror sobrenatural en la literatura. Sin embargo, otra faceta de él se descubre al leer sus cartas, se estima que en su vida escribió más de 10 mil, en las que desarrolla su teoría de estilo y hace agudas observaciones sobre el mercado de libros, autores y de los propios lectores.

En enero del año pasado se descubrió entre los textos originales del Lovecraft una extensa carta en la que habla de los temas anteriores y aunque esa misiva no está lejos de cumplir un centenario de haber sido escrita, mantiene una amplia actualidad. Sin duda los asiduos lectores del príncipe del terror la encontraran por demás interesante.

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Calle Angell 598, Providence, R. I.,

2 de febrero de 1924

Mi estimado Sr. Henneberger:

Me siento muy feliz por haber recibido noticias suyas, y por la información adicional sobre Weird Tales, cuyo campo de acción me hace desear fervientemente su éxito. Sé que el propósito financiero de publicar revistas debe ser una responsabilidad tremenda, y muchas veces desalentadora, y siento un franco respeto por el coraje y la determinación de cualquiera que lleve a cabo tal empresa. Sin duda alguna espero que algún giro favorable transforme gradualmente su pesada deuda por parte de ambas revistas en una ganancia crecientemente gratificante; y me parece que muchos factores apuntan hacia tal optimismo, ya que en el campo de lo macabro usted se encuentra prácticamente solo y con un buen inicio, mientras que el campo detectivesco parece haber una demanda insaciable de material nuevo. Aún así, sé que el mercadeo es un proceso arriesgado e incierto… ¡especialmente con distribuidores tan carentes de escrúpulos como los que describe!

Le aseguro que no estaba en lo absoluto desconcertado por la presencia de “The Transparent Ghost” (“El fantasma transparente”) junto a mi “Sabueso”. En primer lugar, no me tomo a mí mismo demasiado enserio; y en segundo lugar, puedo apreciar el tipo de humor que se encuentra implicado en semejantes toques de «interludio humorístico», como el enterrador en tyHamlet o el portero en Macbeth. Cuando una revista reúne a una clientela popular o apela a un interés en particular, es peculiarmente apta para solicitar contribuciones literarias (o más o menos literarias) por parte de sus lectores; así que supongo que una muy grande proporción de aquellos que han visto Weird Tales han inundado sus oficinas con manuscritos inaceptables. Para ellos el tema de contribuciones imposibles se ha convertido en un tema controversial, por lo que la explotación de algunos intentos cómicamente fallidos lleva a un regusto del que ellos pueden darse cuenta y ante el que incluso pueden sonreír mientras que otros lo encuentren tedioso e inapropiado. “The Transparent Ghost” puede no ser un valor austeramente literario, pero no dudo que granjeará muchas amistades para la revista, y quizás mitigará más de un sutil aguijonazo que resultara de manuscritos rechazados.

Espero, sin embargo, que esta carta no sea la razón para que el Sr. Baird renuncie a la dirección editorial hasta que esté listo para renunciar a ella, ya que considero que en general ha actuado con bastante acierto, considerando las condiciones adversas con las que se encontró en su búsqueda por historias realmente macabras. Que pudiera echar mano de cinco historias perfectamente satisfactorias es un fenómeno casi notable en vista de la falta de una verdadera expresión artística e individual entre los escritores profesionales de ficción. Cuando veo una revista que tiende hacia el lugar común, las últimas personas a las que culpo son los editores; ya que incluso una revisión somera del campo de la escritura profesional mostraría que el problema es algo infinitamente más profundo y amplio… algo que concierne no sólo a una publicación, sino a la atmósfera  y el temperamento general del negocio de ficción estadounidense. E incluso cuando llego a unidades tan grandes como estas, no puedo mostrarme demasiado duro al asignar culpas, porque me doy cuenta de que gran parte de los problemas son absolutamente inevitables y tan incapaces de remediarse en lo humanamente posible como el destino de cualquier protagonista en las tragedias griegas. Aquí en Estados Unidos tenemos un público muy convencional y poco educado, un público instruido por una fase u otra de la tradición puritana, casi indiferente ante la sensibilidad estética por causa del énfasis exagerado, monótono y omnipresente del elemento ético. Tenemos a millones que carecen de una independencia intelectual, valor y flexibilidad como para obtener a partir de una situación extraña una emoción artística, y que entran de forma misericordiosa en una historia sólo cuando esta ignora el color y viveza de las verdaderas emociones humanas para presentar convencionalmente una trama sencilla basada en valores artificiales y éticamente edulcorados, los que llevan a un desenlace plano que pretende justificar cada lugar común y no dejar misterio alguno sin explicación incluso para la vacía comprensión del más mediocre lector.

Este es el tipo de público que los editores enfrentan, y sólo un tonto o un autor envenenado por el rechazo culparía a los publicistas por una situación que no ha sido causada por ellos, sino por toda la esencia y tradición histórica de nuestra civilización.

Si los publicistas de las revistas generales buscaran y usaran tipos de ficción artísticamente originales, perderían a casi todos sus lectores. La mitad de la gente no comprendería sobre qué tratan los cuentos, y la otra mitad encontraría que los personajes son antipáticos porque piensan y actúan como gente real en vez de cómo los títeres a los que se ha enseñado y persuadido a la clase media estadounidense que que considere y acepte como personas. Esto es, repito, la condición inevitable con relación a la ficción en general; la enorme mayoría de la ficción que establece un estándar nacional y determina el tipo de entrenamiento técnico que se da a todos los estudiantes de ficción. ¡Pero incluso esto no es todo! Por añadidura, como si fuera obra de la perversidad de un aciago destino, se encuentra la demanda de un público demasiado acelerado que pide una cantidad de producción excesiva. Puesto crudamente, la gente de Estados Unidos exigen más historias por año que las que los autores verdaderamente artísticos de la nación podrían escribir. Un verdadero artista nunca trabaja rápido, y nunca genera grandes cantidades. No puede comprometerse a generar tantas palabras en tal o cual tiempo, sino que debe trabajar lenta y gradualmente, y según su humor; haciendo uso de los estados mentales favorables y evitando poner lo que su cerebro saca cuando está agotado o desganado respecto al trabajo. Esto, naturalmente, no funcionará cuando hay cientos de revistas que llenar a intervalos regulares. Tienen que llenarse muchas páginas por mes o por semana, y si los escritores artísticos no pueden hacerlo, los editores deben encontrar la segunda mejor opción: las personas que poseen meramente el talento, que aprenden ciertas reglas mecánicas y giros técnicos, y presentan cosas de una fluidez externa, cuyo único mérito es adecuarse a patrones y retocar las situaciones y reacciones que le han resultado interesantes a las personas según la experiencia previa. En muchos casos estos escritores logran la popularidad porque el público reconoce los elementos que los complacieron antes, y se sienten satisfechos de recibirlos de nuevo en una forma transpuesta. En realidad, el lector típico tiene muy poco gusto verdadero y juzga según fenómenos absurdos, sentimentalismos y analogías. Así pues, se ha vuelto una tradición aceptada que la ficción estadounidense no es un arte sino un intercambio, algo que debe aprenderse según la regla por casi cualquiera, y requiere por encima de todo una completa sumersión de la propia personalidad y pensamiento en el flujo general de los patrones convencionales que corresponden a la visión uniforme y sombría de la vida que se nos fuerza a aceptar por medio de un liderazgo mediocre. El éxito no llega al hombre de genio, sino al tipo listo que sabe cómo capturar el punto de vista del público y resaltarlo. Se construyen reputaciones de brillante oropel y guiados por la estupidez cientos de plomeros otrora honestos toman cursos por correspondencia e intentan ser como estos  «grandes» brillantes cuyos logros no son más que la mera charlatanería.

Tal es nuestra situación ficcional: ¡hordas indiscriminadas de escritores, en su mayoría sin genio, luchando por métodos erróneos para llegar a una meta que es errónea para empezar! Se puede ver el problema en su cénit en periódicos como The Saturday Evening Post, donde los hombres de más o menos talento real se ven arrastrados por el oro a manos llenas que conforma el precio de su originalidad y consciencia artística. Un temible íncubo, del que sólo algunas pocas almas diestras o temerarias alguna vez logran sacudirse.

II.

Ahora, la ficción weird, incluso en Estados Unidos, no está sujeta a las limitantes de la ficción general. Cuando una persona, el tipo de persona que conforma a los lectores de la ficción macabra, quiere una narrativa extravagante, está dispuesto y ansioso por asir algo que ha sido removido del maltratado rumbo de la tradición nacional; la tradición de insipidez convencional. He aquí nuestra excepción real: el hombre que desea algo original, pero frente a una tradición general que usurpa toda la educación de nuestros narradores, sólo nos podemos preguntar con tonos trágicos, ¿quién va a dárselo? La tradición popular busca convencer a cada autor joven de que debe adecuarse a los patrones y reflejar un mundo y una psicología artificiales y engreídos. ¿Cómo puede ganar en este juego de dados trucados en el terreno de lo macabro, que al ser una rama minoritaria apenas y se puede esperar que desarrolle una escuela por sí misma como desafío a la tradición ficcional general? Aún espero a la persona que pueda responder esa pregunta, He intentado tomar bajo mi cuidado a un brillante joven de este pueblo: un chico con un inicio convencional, pero que ahora se encuentra ansioso por tener éxito en lo macabro. Una y otra vez altero su trabajo, borrando situaciones, imágenes y reacciones que son un lugar común, y agregando toques en los que nunca pensó, pero que considero dramáticamente efectivos en ese tipo de trabajo. Una y otra vez hago esto, pero me encuentro con los más desalentadores resultados. Tuve éxito por un tiempo, entonces su viejo entrenamiento reaparece como una maraña y  aborda una situación de la manera estereotípica, carente de imaginación y popular. ¡Y todo el tiempo que estuve intentando ayudarle me dejó la sensación curiosamente opuesta de culpa, en el sentido de que podría estar arruinando sus probabilidades de un trabajo vendible en el terreno de lo no macabro al sacudir su fe en las ostentosas convenciones!

Así que cuando leo Weird Tales, y percibo aquí y allá una historia llena de cosas trilladas: el laboratorio, el cuarto del club con hombres bien arreglados alrededor de una chimenea, la hermosa reina de planetas lejanos, el fantasma que es un villano humano intentando asustar a todos para que abandonen una casa, etc., etc.…  Nunca pienso en culpar al Sr. Baird; dado que, partiendo de un amplio conocimiento de escritores no conocidos, obtenido a través de numerosas afiliaciones a clubes, estoy perfectamente consciente de que ha tenido que tomar el material porque ningún hombre con vida podría obtener suficiente de algo más como para llenar el número requerido de páginas en los intervalos señalados.

No creo que haya suficiente ficción macabra de primera clase en Estados Unidos como para llenar una revista mensual del tamaño de Weird Tales, y podría desarrollarse sólo si se toma al autor joven y se logra que se abstenga de realizar ficción convencional. Lo mejor que se encontrará son los hombres de cultura liberal que hacen ese tipo de cosas como un pasatiempo, por el mero placer de hacerlo, y no con un plan profesional en mente. Debería señalar que Paul Suter es así, o Burton Peter Thom, o Seabury Quinn, o M. Humphreys, o Anthony M. Rud (aunque él ha publicado un libro), o muchos otros de quienes no recuerdo plenamente el nombre. A todas estas personas las ha representado un excelente trabajo, y creo que casi sería mejor tener más de uno de cada uno en un único tomo que usar material menos vívido simplemente por evitar la repetición en el mismo índice.

“Beyond the Door” (“Más allá de la puerta”) fue una pieza finamente efectiva, al igual que “The Floor Above” (“El piso arriba”), y “Ooze” (“Goteo”), y “The Phantom Farmhouse” (“El fantasma de la granja”). Otro aspecto que noté: algunas de las mejores ideas, las ideas que muestran la potencia más original y un entendimiento de la esencia de lo terrible y lo grotesco, se ven manejados por obvios novatos o, al menos, por escritores que no tienen un comando de las técnicas o del sentido del balance literario. Me siento muy entusiasmado respecto a “The Weaving Shadows” (“Las sombras entretejidas”), de W. H. Holmes, en el primer tomo de su revista. Esa historia es torpe y titubea en lo que se refiere a la forma… pero que me cuelguen si no tiene una emoción que ninguna persona común, sin importar cuán entrenada, podría duplicar. “The Open Window” (“La ventana abierta”) por Frank Owen (enero) no es diferente sino otro caso de una idea de primera categoría con un desarrollo de tercera clase; aunque aquí la conmoción de la idea y la crudeza de la narración se encuentran menos marcadas. Honestamente creo que una forma de obtener buen material macabro es solicitar al editor que aguce su olfato para encontrar lo genuinamente extraño sin importar la técnica, que acepte cualquier trama poderosa o triunfo atmosférico sin importar la técnica o incluso la legibilidad y que pague la mitad del precio usual del mercado y le indique al escritor la razón… para después hacer que el material crudo sea reescrito completamente por algunos escritores del personal que tengan un entrenamiento competente, y quienes pueden o no incluir su nombre como colaborador, de acuerdo con la cantidad de trabajo que invierta. Confío en que de esta forma podría obtener cosas mejores de las que serían posibles si se excluyeran todos los manuscritos por causa de un cierto estándar técnico.  No es siempre el universitario, o incluso el escritor razonablemente prolífico, quien tiene el enfoque que hace que las ideas sean vívidas. Por supuesto, difícilmente habría una abundancia de estos notables pero inadecuados manuscritos, aún así pienso que habría suficientes para garantizar su aceptación y reescritura. Sé que muchas veces he arreglado algo para otra persona que parecía muy crudo al principio, pero que después de completarlo me hizo desear que fuera yo el autor absoluto. Pero en el mejor de los casos, es difícil obtener material convincente de horror. Incluso entre los más eminentes el verdadero toque del miedo sublime y delirante es terriblemente difícil de hallar.

Arthur Machen es el único maestro con vida, y digo maestro en el sentido completo de la palabra, que podría nombrar en este campo… un punto que me parece cualquiera podría apreciar al comparar su episodio de “The White Powder” (“El polvo blanco”) en “The Three Impostors” (“Los tres impostores”), con cualquier otro cuento de terror conocido por esta generación. Sin embargo, pienso que con el capital necesario, una revista podría entrenar a un grupo de escritores macabros efectivos al ofrecerles un campo libre y lucrativo, y dejando que algunos expertos les hagan recomendaciones respecto a la lectura… lo que algunos autores evitan, y lo que otros emulan. Conozco a un chico, un joven de Columbia que se llama Frank B. Long, Jr., que podría darle material espeluznante si se le persuadiera de escribir la mitad de las ideas que tiene. Lo estoy convenciendo de enviar un poema (“An Old Wife Speaketh It” o “Una vieja lo dijo”) aWeird Tales, y si recibe motivación podría proveer más. Debe haber más como él, si uno tiene el tiempo de buscarlos. Un joven en su propia ciudad, Alfred Galpin Jr. , que ahora ostenta una beca de posgrado en la Universidad de Chicago, escribió algo a los dieciséis que helaría la sangre promedio; pero las circunstancias —y el genio académico general que lo convertirá en un eminente profesor algún día— desvió esta fase de su genio.

Lo que menciona sobre escribir y amplificar los horrores reales y las tragedias abominables es interesante y probablemente sensato desde el punto de vista del interés popular. Debe atraer a más lectores a causa de su influencia en las cuerdas de la memoria… casi todos habrán escuchado cada tema mencionado en números de Associated Press, por tanto tendrán una sensación adicional de una realidad que se estremece. Aún así, desde el punto de vista del arte, desde el punto de vista de la evocación efectiva de los éxtasis innombrables del miedo afilado y titilante, no creo que nada pueda igualar la buena ficción macabra. Sólo hay un horror pasajero en el espanto sórdido y sanguinario, en los asesinos ávidos de sangre con un hacha y en el morbo sádico. Lo que realmente mueve los resortes más profundos del miedo humano y la fascinación profana es algo que sugiere visiones oscuras e infinitas de las monstruosidades crípticas, siniestras y casi inescrutables que siempre acechan tras la naturaleza y que son tan capaces de manifestarse de nuevo como en el caso que se aborda. El principio supremo de este tipo de horror es cualquier sugerencia de la violación notable de algunas leyes básicas de la naturaleza: romper la línea entre la vida y la muerte, el hombre y los otros animales, etc.… O la aniquilación del principio del tiempo y el espacio, yuxtaponiendo eras o locaciones infinitamente remotas.

III

Un verdadero artista de lo terrible puede siempre inventar ideas y tramas mil veces más efectivas que cualquier tragedia real u horror que alguna vez haya ensombrecido la tierra, abrillantándolas o ensombreciéndolas, con una sutileza de atmósfera que es, después de todo, el factor único más potente en cualquier historia imaginativa. Pensándolo bien, creo que la atmósfera y el color significan más que la idea o la trama. Es esta la razón por la que tenemos tan pocas fantasías efectivas en estos días donde la trama y la acción se resaltan a expensas de atributos más pausados de la escritura. Por supuesto, la atmósfera es lo que un desarrollador hábil puede darle a la tragedia de la vida real. Puede colorearla a su gusto, e inyectar sospechas de algo más que motivos y voluntades mortales que lo acerquen al estado ficcional efectivo. Ciertamente pienso que vale la pena probar su idea, aunque como un amante del arte ficcional por sí mismo, detestaría ver que la cuota mensual de historias desciende al registro mínimo de dos o tres, exclusivo de la novela.

No creo que realmente disfrute tanto cualquier cosa como una historia macabra realmente buena. ¡Daría mil dólares por no haber leído “La caída de la casa Usher” o “Ligeia” de Poe, sólo por la emoción de seguirlas sin aliento con prístino suspenso hacia lo que viene! Nunca he visto una copia de “The Terrific Register”, y debo confesar mi perfecta ignorancia sobre lo que es. ¡Si pudiera facilitarme una copia, cuyos gastos yo cubriré, me consideraría por siempre en deuda con usted! Por cierto, y antes de que lo olvide, permítame decirle que, según me parece, el aspecto más débil de la actual Weird Tales es la prevalencia de «rellenos» de noticias, algunas de las cuales tienen una conexión muy remota con lo macabro. Las noticias simples necesitan, ciertamente, un retoque hábil para que concuerden bien con la atmósfera ficcional. Sugeriría que la nueva política de usar poesía es muy buena… ¡y le ruego no piense que digo esto porque el Sr. Baird aceptó recientemente algunos versos de mi autoría! Me gustaría que pudiera emplear más versos de mi amigo californiano Clark Ashton Smith, quien ha perpetrado algunos vuelos magníficos como “El comedor de hachís o el apocalipsis del mal”. Smith también dibuja de forma espléndida, y con una mayor motivación que la que recibe de Houtain, podría presentar algunos bocetos mucho mejores que sus ilustraciones a mi “Horror oculto”. Sin embargo todo esto es una mera sugerencia, que hago a la par que pienso en ella.

Estoy interesado en la idea que originalmente se formó sobre mi material en Home Brew, especialmente porque considero que ese material se encuentra entre los más pobres que tengo. Usualmente me niego a escribir bajo pedido, o a darles a mis historias cualquier limitación mecánica para complacer a otras personas. Pero Houtain es un amigo personal —tiene que serlo para hacerme leer su procaz revistilla— y cuando comenzó Home Brew estaba desesperadamente ansioso por convencerme de darle algo de mi material. Le ofrecí elegir de entre todos mis manuscritos, pero no lucían tan ostentosos y pedestres como para complacerlo; por lo que empezó a rogarme que preparara una serie de seis cuentos, cada uno de 2.000 palabras y completo en sí mismo, que deberían ir al límite en busca de la morbidez sensacional. Debo añadir que mi gusto no se encamina hacia lo mórbido como tal. Lo que amo es lo irreal y lo fantástico en todas sus formas; aunque por supuesto sólo una muestra tan terrible de mi trabajo podría haber complacido a la audiencia popular. Finalmente accedí, en nombre de la amistad, a darle a Houtain lo que quería, recorriendo una lista de posibles tramas hasta que le gustó la noción de un médico ladrón de tumbas que regresa a la vida cuerpos y que, finalmente, se ve a sí mismo secuestrado por los cuerpos que resucitó, junto con ciertas compañías innombrables de los mismos. Esta trama la desarrollé en la serie “Herbert West: Reanimador”, y puedo asegurarle que me encontraba harto del trabajo antes de llegar a la mitad. La necesidad de completar cada entrega arruinó el lado artístico del asunto. Ya que involucraba el tedio de la recapitulación de temas anteriores en cada entrega, y la eterna repetición de la descripción del Dr. Herbert West y sus poco agradables objetivos. Cuando terminé con eso, juré nunca más escribir una historia bajo pedido, y en el caso de “El horror oculto” sucumbí sólo porque Houtain me permitió renunciar a la forma de series y convertirlo en un serial regular. El prospecto de las ilustraciones de Smith fue otro anzuelo, aunque al final demostraron estar muy por debajo de su nivel pictórico promedio. Sin embargo “El horror oculto” nunca me satisfizo, porque con un mal juicio intenté seguir el deseo de Houtain de crear cuentos perfectamente iguales, independientemente de los valores dramáticos, así como de encontrar un sub-clímax sorprendente al final de cada uno. El resultado de todo esto fue una cierta superficialidad y cansancio, y una redundancia de incidentes en muchas de las historias. ¡Aún siento que he malgastado parcialmente una buena idea para una trama, y muchas veces pienso que me gustaría reescribirlos para mi propia satisfacción artística y dejar que alguna revista publique gratuitamente la nueva versión tras asegurar el permiso necesario de Houtain! No creo que sería una serie en lo absoluto. Es lo suficientemente corto como para estar completo sin ruptura alguna o división de capítulos, especialmente cuando se elimine el material redundante. No obstante, me enseñó algo: ¡nunca intentar complacer a otra persona o permitir que mis instintos originales sobre la forma pasen desapercibidos! ¡Ahora estoy completamente decidido a dejar que todo mi trabajo siga inédito a menos que alguien lo imprima sin cambiar una sola coma o punto y coma! El toque anticuado en mi trabajo es el resultado de mi temperamento natural y mis lecturas. Crecí con una enorme biblioteca familiar en una gran casa, y la exploré aleatoriamente porque me encontraba demasiado enfermo como para asistir a la escuela o incluso dar seguimiento a un curso con un tutor de forma regular. De alguna forma, adquirí un gran aprecio por el pasado a diferencia del presente; un aprecio que tuvo bastantes oportunidades de enseñorearse a causa de que mi casi invalidad continuó y me privó de la universidad y los negocios pese a las más extravagantes ambiciones de mi infancia. Nada moderno posee poder permanente alguno para fascinarme… y hasta que Weird Tales se aventuró, mi único contacto con las revistas modernas fue la lectura de All-Story y Argosy diez o quince años antes, y que llevé a cabo con el propósito de capturar las ocasionales historias macabras en estas publicaciones, especialmente la primera. Los clásicos eran mi dieta, ¡y nunca he encontrado nada que sea ni la mitad de bueno! Mi estilo, por supuesto, es fundamental e inmutablemente antiguo, satisfactoriamente antiguo, cabe añadir, y la mayoría de mis gustos corresponden a ello. Un nuevo interés que ha crecido a la par que mi salud ha presentado una mejoría en los últimos tres años, es el de la arquitectura colonial —la recreación visual del siglo XVIII por medio del estudio de sus puntos emblemáticos sobrevivientes— y la mayor parte de mi nueva fortaleza la he invertido en la exploración de pueblos antiguos que abundan en mi nativa Nueva Inglaterra. Así que, en realidad, no creo que pudiera haberme obsequiado un cumplido inconsciente más atractivo que cuando sospechó que “El horror oculto” era una reescritura de una historia antigua. ¡Espero que no piense que estaba reescrito en demasía! ¡Sólo una acusación de plagio textual de un maestro del siglo XVIII podría haberme brindado un mayor gozo!

Estaré en espera de ver el futuro modificado de Weird Tales con el mayor interés, buscando con especial avidez su propio trabajo, dado que de forma tan enérgica comparte mi aversión por la atmósfera insípida y aceptada de las revistas populares. La adquisición de Houdini debe ser un gran recurso de ventas, ya que su fama y habilidad en su espectacular línea son vastas e indisputables. No soy un devoto seguidor del vodevil, pero tuve la oportunidad de verlo en el viejo teatro Keith hace casi un cuarto de siglo. Debió haber sido al inicio mismo de su carrera, ya que en ese entonces no era especialmente conocido. Desde entonces, ha captado mi interés escuchar que viene de Appleton, Wisconsin, el pueblo nativo de mi docto amigo Alfred Galpin, a quien mencioné anteriormente en esta epístola. No sabía que escribía, o que poseía un talento literario tan notable como el que describe.

IV

Ciertamente, me generaría un desmesurado placer conocer esta biblioteca y a su versátil propietario, algo que es bastante probable ya que, aunque no soy muy dado a los viajes largos, es muy posible que viva en Nueva York después de la próxima primavera. Imagino que sus artículos tendrán naturalmente el trasfondo imperfecto que menciona, porque ha estado acostumbrado principalmente a expresar su personalidad de distintas formas. Podré decirlo más claramente después de ver el que se publicó en el número de marzo. Quizás Houdini provea un ejemplo de la situación que mencioné antes: el creador que posee el genio y necesita de un re-escritor que le dé a su trabajo registrado la forma que pueda expresar perfectamente su espíritu.

Su cumplido en lo tocante a “Las ratas en las paredes” me complace inmensamente, en especial porque Robert H. Davis de la firma Munsey lo rechazó después de deliberarlo demasiado horrible para sus lectores… Otra muestra de la insipidez esencial y convencionalidad inculcadas en nuestro público literario por algunos de sus líderes. Cuando el manuscrito se leyó entre el círculo de mis amigos en Nueva York, Arthur Leeds, el hombre que dirige el departamento “Thinks and Things” en The Writer’s Monthly se mostró gratificantemente entusiasta al respecto, pero declaró de forma muy dogmática, según se me ha dicho, que ninguna revista estadounidense lo aceptaría. ¡Tales son las convenciones tácitamente reconocidas y sumisamente aceptadas de la tímida mayoría!

Me siento honrado de que desee ver un manuscrito largo de mi autoría (25,000 palabras o más); y, probablemente, tendré algo de ese tipo que mostrarle en el futuro cercano. Con anterioridad escribí sólo historias cortas, ya que me parecía que esta era la forma ideal de la ficción macabra; pero la lectura cuidadosa de ciertas novelas macabras cambió gradualmente mi punto de vista, hasta que después de mis experimentos con Houtain comencé a planear en mayor medida algunas de mis ideas predilectas como posibles novelas. Mantengo ideas de tramas y esqueletos de sinopsis registradas en un libro en blanco, del tipo que uno llamaría «un libro común»… ¡Si el término no conllevara una cierta ironía cuando se aplica a los contenidos de este libro en particular! Mi principal idea para una novela es una fantasía larga que se llamará (sujeto a cambios) Azathoth, donde tienen lugar escenas extrañas que poseen algo del espíritu exótico deLas mil y una noches. No estoy seguro sobre cuándo debería emprender la escritura de esta historia, pero estoy seguro de que no le interesará para Weird Tales, ya que será horrible sólo en algunas partes y contendrá también mucho material de prosa poética y descripciones de ciudades y paisajes que son maravillosos y extraños, pero no espantosos o terribles. Pertenecerá a la categoría de Vathek, o a alguna de las obras más largas, etéreas y menos sofisticadas de Dunsany. ¡Sin embargo, en las partes horribles no pretendo ser en lo absoluto insípido o común! La escena probablemente se desarrollará en un planeta distinto, y puede que no haya personajes humanos en el sentido aceptado de la palabra. Otras criaturas no humanas, usted lo sabe, pueden vivir aventuras muy vívidas y embarcarse en búsquedas pintorescas. Pero creo que le enviaré, excepto si resulta ser demasiado largo, un segundo cuento que está casi listo para la redacción. Este (también de forma provisional) tendrá el nombre de “La casa del gusano” y tratará sobre el mensaje frenético que envía un padre moribundo y prematuramente envejecido a un chico que escapó veinte años antes a causa de un temor innombrable hacia su madrasta, la heredera que vivió en la casa oscura en el pantano. El joven llega, y encuentra a su padre solo en la casa (o castillo… aún no estoy seguro si debo ubicarlo en Nueva Inglaterra o la vieja Inglaterra o en el bosque negro alemán)… Solo, mas no del todo solo… ya que mira furtivamente en derredor… Y otras formas se mueven precipitadamente por los remotos corredores, atrayendo de forma extraña enjambres de moscas tras ellos… y los buitres se ciernen sobre el pantano entero… y el joven ve cosas cuando sale en una ocasión… pero no necesito decir más. Puede ver el tipo de historia que es, y con toda certeza se la enviaré en cuanto esté terminada; a menos que, como dije, resulte de un largo extraño y particularmente inaceptable. Quizás se lo envíe de todas formas.

Pero veo que he llevado esta carta hasta un largo desmedido, por lo cual confío en que podrá disculparme. Espero que mis numerosos comentarios lleven en ellos algo de sentido que dará cuenta de sugerencias inteligentes, aunque como un planeador práctico nunca he sido muy notable. Ciertamente le deseo la mejor de las suertes con Weird Tales, y espero que cada modificación pueda desarrollarse en la mejor dirección; pese a que me doy plena cuenta de todas las dificultades que rodean a cualquier experimento de ese tipo. ¿Es ético y posible estar en contacto con los escritores de otras revistas? Al pensar de nuevo en mis viejas lecturas de All-Story, y los nuevos especímenes que llaman mi atención, recuerdo a muchas personas que hacían un muy buen trabajo, y un caso de verdadera excelencia. Este último escritor firmaba como A. Merritt, quien hace unos cinco años presentó una novelette en el All-Story llamada “The Moon Pool” (“El estanque lunar”). El poder de la sugestión oscura y titánica en este misterio sin resolver fue enorme; y no me sorprendió cuando la criatura salió con la forma de un libro, con dos horrores de naturaleza astronómica removidos. Después Merritt publicó dos trabajos más enAll-Story, ambos inferiores y que daban cuenta de la presión de la revista popular barata que drena la vitalidad del ideal. Dándole carta blanca, siento que este escritor podría precipitarse de vuelta a su antiguo humor y superar a cualquier otro escritor macabro en el campo actual de las revistas; y desearía que hubiera una forma de entrar en contacto con él. Otro hombre prometedor es Philip M. Fisher, Jr., quien publicó algo bueno en un tomo reciente de All-Story, y que se arruinó sólo por un final domesticado que estaba obviamente diseñado para acoplarse al gentil Bob Davis. Si se le dice que mande a la raza humana al infierno, Fisher podría logar maravillas. Su historia se llamaba “Fungus Island” (“La isla de los hongos”). Además, había algunos veteranos a quienes recuerdo sólo vagamente. Victor Rousseau era una estrella de primera magnitud de All-Story, quien escribió al menos una nocivamente poderosa historia llamada “The Sea-Demons” (“Los demonios del mar”). Street y Smith en 1919 publicaron una revista que se conoció como The Thrill Book, sobre el que, aunque por desgracia nunca vi, se habla con grandes elogios por aquellos que lo vieron. Algunos de sus escritores deben ser manos poderosas que aportar a Weird Tales, y pienso que valdría la pena buscarlos a menos que mi informante exagerara en gran medida. Este mismo informante, por cierto, está bastante seguro de que la mejor historia en el tomo de noviembre de Weird Tales es un plagio palabra por palabra de una historia en esa revista: “The Crawling Death” (“La muerte reptante”) de P. A. Connolly. Pienso que le escribió sobre ese asunto al Sr. Baird, y aún se muestra inseguro sobre si fue un robo absoluto, o un caso del mismo escritor vendiendo su trabajo dos veces ante la probabilidad de que The Thrill Book tuviera una vida demasiado corta como para que lo recordaran.

¡Me parece que he divagado lo suficiente! ¡Me sentiré muy contento de ver el cheque cuando llegue, pese a saber bien que mis propios aprietos los comparten prácticamente todos los demás en esta línea! Espero que la dificultad de pago no disuada a algún escritor de primera categoría de contribuir. Le sugerí al Sr. Baird que podría tener el efecto opuesto, ¡asustar a los mercenarios, y dejar a aquellos artistas que dibujan el horror en nombre del horror mismo!

Con todos mis buenos deseos y agradecimientos, considéreme como un humilde servidor.

H.P. Lovecraft

P. D.: Un nuevo artista pictórico haría maravillas para W. T. Hay una técnica especial para los dibujos macabros; un tipo de enfoque siniestro y sarcástico a los diseños convencionales para un sutil efecto grotesco y distorsión. ¡El mejor ejemplo que conozco es S. H. Sime, quien ilustra las ediciones estándar de los libros de Dunsany!

 

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