Por: Redacción/

La historia de la danza es la historia misma de la humanidad al habitar este planeta, afirmó el especialista Aymar Crosnier, al ofrecer en el marco del Coloquio Revoluciones la conferencia De las revoluciones estéticas de la danza, como parte de la 45 edición del Festival Internacional Cervantino.

Director adjunto del Centro Nacional de la Danza de París, Aymar Crosnier afirmó que hay momentos en el arte que son parteaguas culturales y en el medio coreográfico, al igual que en otras disciplinas como las artes plásticas, la música o la literatura, han existido momentos clave en los que los bailarines escriben con sus cuerpos nuevos capítulos estéticos, filosóficos y epistemológicos que nos hablan de los cuestionamientos de la humanidad al tener conocimiento de la finitud física de su cuerpo en este mundo.

Con audiovisuales proyectados en el Salón del Consejo Universitario, el especialista analizó la evolución de la danza en el ballet clásico, en la danza de la India, en un dueto de Isadora Duncan realizado en 1908 en la escalinata de un templo griego, así como de Marta Graham, quien bailó en 1961 una coreografía en torno a un trio amoroso en la Grecia antigua.

El especialista también analizó la danza performática y conceptual, proyectando las propuestas de Trisha Brown, quien ejecutó una danza callejera que parece aludir al equilibrio, haciendo que los miembros de su compañía caminaran sujetos de la mano por una calle, cada uno anclando el peso de su cuerpo hacia el lado contrario del otro.

De la misma forma mostró la manera como Maurice Bejart se apoderaba del escenario en un dueto acompañado de sonidos concretos, sonidos de animales y hasta cantos tribales, que parecen fundirse con las complicadas ejecuciones de su cuerpo y retar al equilibrio al estar algunas veces sostenido por una rodilla de su compañera.

En el caso de Pina Bausch de quien mostró una coreografía donde ella, ataviada de blanco, parece ser la única figura que reina sobre un caos de sillas y cuerpos que ejecutan violentos movimientos.

Sin embargo en los movimientos lentos y después rápidos de cada ejecutante queda claro que se presencia una alegoría a la dualidad del hombre y sus estados anímicos.

En el caso de Phillipe Decoufle, el experto mostró una coreografía que se antoja futurista al incorporar rayos láser y efectos holográficos que permiten que el bailarín en carne y hueso sufra una ubicuidad acompañándose a sí mismo en el escenario con una proyección.

Asimismo analizó la coreografía contemporánea de Jerome Bell, quien con música de David Bowie crea otra dualidad de energía en escena al poner a un grupo de bailarines completamente inmóviles en escena, para después romper lo estático con movimientos rítmicos que, no obstante, nunca abandonan un solo espacio.

Lo que funcionó para nosotros en Francia fue la democratización cultural, y la danza se convirtió con ello no sólo en una expresión, sino en una forma de influir en otras artes y ámbitos, y puso como ejemplo las mujeres que en tiempos pasados abandonaron los corsets para poder moverse más libremente y en el contexto actual parece haber un regreso de los coreógrafos a cuestionar más el gesto que el movimiento.

Finalmente, Aymar Crosnier dijo que la danza es un arte que ha permitido mantener presentes y vigentes pensamientos muy profundos para el hombre más allá de sus limitaciones físicas, por ello, dijo, parte del proyecto del Centro Nacional de la Danza de París es difundir esta expresión más allá de Europa.

“Vamos a desarrollar en México, antes que en otros países, un proyecto que se llama Caravana y que es una utopía porque nos permite montar talleres para bailarines profesionales y amateurs en diversos países, en este caso el Festival Internacional Cervantino, y las sesiones que se llevarán a cabo en la Universidad de Guanajuato serán el marco ideal para inaugurar esta iniciativa que busca acercar la danza a nuestra vida cotidiana”, concluyó Aymar Crosnier.