Por: Montserrat Sánchez Maldonado

La Doncella de Orleans, mejor conocida como Juana de Arco, fue una heroína, militar y santa francesa, a quien se le recuerda en cada aniversario de su muerte el día 30 de mayo. Nacida en el seno de una familia campesina acomodada, la infancia de Juana de Arco transcurrió durante el sangriento conflicto enmarcado en la guerra de los Cien Años que enfrentó al primogénito de Carlos VI de Francia,  con Enrique VI de Inglaterra por el trono francés, y que provocó la ocupación de buena parte del norte de Francia por las tropas inglesas y borgoñonas.

A los 17 años la joven encabezó el ejército real francés, también fue capaz de convencer al rey Carlos VIII, de que expulsara a los ingleses de Francia, y que diera su autoridad sobre su ejército en el sitio la batalla de Patay y otros enfrentamientos en 1429 y 1430

Como recompensa de esa acción, el rey eximió a Dòmremy del impuesto anual a la corona. Esta ley se mantuvo en vigor hasta hace aproximadamente cien años. Como consecuencia, posteriormente, la joven Juana fue capturada por los borgoñones y entregada a los ingleses. Los clérigos decidieron condenarla por herejía y el duque Juan de Bedford decidió quemarla viva en Ruan.

De acuerdo con algunos investigadores, la mayoría de los datos sobre su vida se basan en las actas de aquel proceso.

Sin embargo, cabe mencionar que después de 25 años después de su condena, el rey Carlos VII instigó a la Iglesia a que revisara aquel juicio inquisitorial, dictaminando el papa Nicolás V, la inconveniencia de su reapertura en aquellos momentos, debido a los recientes éxitos militares de Francia sobre Inglaterra y a la posibilidad de que los ingleses lo tomaran, en aquellos delicados momentos, como una afrenta por parte de Roma.