Por: Redacción

El reconocido pianista, compositor y productor mexicano Héctor Infanzón celebró sus primeros cuarenta años de trayectoria artística y musical en el Teatro de la Ciudad “Esperanza Iris” con un nostálgico espectáculo en que, además de rendir homenaje a la Ciudad de México, hizo un repaso musical por sus diferentes etapas como instrumentista a lo largo de cuatro décadas.

Ambientado como las calles de la Ciudad de México, con pequeños postes de luz y señalizaciones, el escenario del Teatro de la Ciudad “Esperanza Iris” recibió a los asistentes con un pequeño montaje teatral, en donde se representaba el vivir diario de una ciudad tan agitada como lo es la capital, mientras diferentes personajes desfilaban por la avenida imaginaria; los músicos se colocaban en sus posiciones cuando Infanzón arribó en un ciclotaxi saludando al público, mismo que lo vitoreó efusivamente.

La velada musical arrancó con las síncopas de los temas “Escena 1 (La torre)”, misma que inmediatamente fue conectada con “Como en la feria”, tracks incluidos en su álbum Citadino, editado originalmente a principios de 2007, conectando de inmediato con los asistentes al recinto perteneciente a la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México.

“Para mí, celebrar tantos años de hacer música en un monumento tan importante como lo es este Teatro de la Ciudad, es un verdadero honor, ya no hay muchas edificaciones como ésta, con tanta historia, muchas otras han sido víctimas de la modernidad”, dijo Infanzón al recordar lugares históricos de la Ciudad de México que actualmente ya no existen como la famosa cantina El Nivel, previo a interpretar “No porque me acuerdo”.

Después de su interpretación, una escena describía aspectos cotidianos de las calles de la Ciudad de México; sus historias y personajes fungían como hilo conductor de un espectáculo que, además de festejar cuarenta años de música, rindió homenaje a una de las ciudades más importantes a nivel mundial.

“La chipita” y “Aquí en mí” fueron los siguientes números en llenar el recinto con diversas sonoridades jazzísticas, mezclándolas con elementos propios de la tradición musical mexicana, ambos temas extraídos de Citadino.

Acompañado por Carlos Tovar y Aarón Delgadillo en las percusiones, Enrique Nativitas y Adrián Infanzón en la batería, y Emiliano Coronel en el bajo, Héctor Infanzón brindó a la audiencia una peculiar interpretación del tema “Hematofonía”, canción confeccionada a partir de los sonidos que diariamente escuchamos en las calles, como pasos presurosos y el choque de los cuerpos mientras se mueven por la calle, fueron elementos usados por Infanzón para recrear la ajetreada realidad citadina.

En seguida, “De a diez varos” brotó del piano de Infanzón, misma que sirvió de introducción para “Zócalo”, track instrumental donde se advierte, gracias a sus complejas síncopas y cambios de ritmo, una descripción sonora de la historia que ha tenido la plaza pública más importante del país; desde la caída de México-Tenochtitlan, pasando por todas aquellas movilizaciones civiles del siglo XX, hasta llegar a lo que es hoy, un punto de reunión cultural e ideológico.

La cadencia y melancolía de “La estación”, dieron continuidad a las celebraciones por cuatro décadas ininterrumpidas de expresión musical jazzística que Infanzón ha plasmado en trabajos discográficos como De manera personal (1993), Impulsos(2004), Citadino (2007), y Arrebatos (2016) su más reciente producción de estudio.

Desempolvando canciones como “Rincón brujo”, del disco De manera personal, y “El vago”, del álbum Nos toca, firmado por Héctor Infanzón Quartet, el también productor mexicano cosechó aplausos y efusivos vítores por parte de los seguidores de su carrera artística.

Justo antes de culminar la velada, “Se vive así”, y sus ritmos que incorporan en su estructura elementos afrocubanos y jazzísticos, celebraron, junto con el público, a uno de los músicos de jazz más reconocidos del país.

El gran final de la celebración llegó con “Azúcar”, tema reconocido por sus múltiples pasajes instrumentales, donde influencias afrocaribeñas, folclóricas y rockeras dialogaron entre sí, explorando los límites del jazz manufacturado en México de la mano de Héctor Infanzón.