Por: Redacción

Más del 60 por ciento del agua que se utiliza en la Ciudad de México se extrae de mantos acuíferos (el doble de lo que se recarga de manera natural), lo que ocasiona el hundimiento del suelo, en el orden de 10 a 40 centímetros anuales. En consecuencia, la compactación del suelo provoca la fractura de tuberías y fugas de agua potable, indicó Cecilia Lartigue Baca, coordinadora del Programa de Manejo, Uso y Reúso del Agua (Pumagua) de la UNAM.

La capa de sedimentos, compuesta principalmente de limo, arcilla y arena, es propia del terreno lacustre sobre el cual se construyó esta urbe, y es el origen del hundimiento progresivo (subsidencia), acotó Sergio Rodríguez Elizarrarás, investigador del Instituto de Geología (IGL). “No sólo afecta a las edificaciones, también ocasiona fugas en el sistema de agua potable”, aseveró.

El agua subterránea tiene una superficie de contacto entre la tierra y el aire del subsuelo, conocida como nivel freático. Al descender el nivel del agua por la explotación constante del acuífero, queda un espacio de aire que no podrá resistir el peso de la tierra y las construcciones de la metrópoli, explicó el experto.

Estrategias

Las estrategias implementadas para contrarrestar la sobreexplotación de los pozos son la recarga artificial y el tratamiento del recurso residual para su reutilización. El problema radica en los altos costos económicos y la emisión de gases de efecto invernadero emitidos durante el proceso, expuso Lartigue Baca.

“Además de implementar programas para promover la corresponsabilidad ciudadana del ahorro de agua, es necesario reparar y dar mantenimiento a las fugas, pues se pierde el 42 por ciento del líquido potable. El consumo por persona es de aproximadamente 250 litros al día y podría ser reducido a 150 litros para satisfacer todas las necesidades”, alertó.

Las tuberías de la Ciudad de México tienen más de 50 años y no sólo es una cuestión de antigüedad, también influye el tipo de material utilizado. Es importante destinar mayores recursos económicos para brindar el mantenimiento adecuado. “Una alternativa es implementar tuberías flexibles con tecnologías que resistan el movimiento del suelo para que se reacomoden gradualmente con la subsidencia”, propuso Rodríguez Elizarrarás.

Crecimiento y desabasto

El crecimiento irregular de la capital es otro factor que afecta a la reabsorción pluvial. El universitario subrayó que a partir de un plan dedesarrollo urbano serecomienda dejar una zona no construida en todos los inmuebles para infiltrar el agua, y que ésta pueda regresar a los mantos acuíferos, pues el concreto obstruye la recarga.

Las cordilleras volcánicas que delimitan al Valle de México son el elemento más importante para la reabsorción, pues constituyen el suelo volcánico a través del cual se filtra el agua de la atmósfera. Estos terrenos son una parte importante del suelo de conservación de la urbe, pero son ocupados por habitantes que establecen asentamientos irregulares, advirtieron los especialistas.

El problema del abastecimiento en distintas delegaciones surge por la distribución de un circuito que debe ser cerrado para incluir a las colonias que sufren del suministro irregular, pues los pozos ubicados en esas zonas ya no alcanzan para proveer de agua al elevado número de habitantes, añadió la coordinadora del Pumagua.

También dijo que el cambio climático influye de forma negativa en el reabastecimiento de los mantos acuíferos, pues los periodos de sequía y el tiempo de lluvias se vuelvan extremos e irregulares.

“El Pumagua, interesado por brindar opciones y soluciones a esta problemática, ha tenido acercamientos con distintas delegaciones para trabajar en unidades habitacionales”, comentó.

A través del programa Agua a tu casa, encargado de implementar un sistema de captación pluvial, se realiza un diagnóstico integral que incluye estrategias de abastecimiento con agua de lluvia, así como la detección y reparación de fugas, concluyó.