Por: Jessica Ramírez/

Cada vez es más recurrente ver en los noticiarios de televisión o internet notas periodísticas que hablan sobre violencia contra la mujer. Unos días atrás, vi una de estas notas, narraba lo que había sufrido una mujer por parte de su pareja durante 14 años por la violencia.

Ella mencionaba que desde que eran novios había sufrido golpes y humillaciones. Con el paso del tiempo estos ataques incrementaron al grado de fracturarle un dedo permanentemente, le dejó lesiones en la espalda, rodillas, orejas, pómulos y 33 placas en la quijada, además de quitarle la vista. Nunca le dejó atender sus heridas en el hospital, y ella solía ocultarlas con varias prendas para salir a trabajar. El motivo de los golpes era porque su pareja estaba estresado o desesperado.

El historial de violencia terminó hasta que ella denunció, por sugerencia de su suegra, a su marido, quien huyó de su casa llevándose a sus hijos. Actualmente se desconoce el paradero de ellos y aún sigue en la búsqueda de sus hijos.

La historia anterior puede ser similar a la que sufren varias mujeres alrededor del mundo en estos momentos. Desde que inició el periodo de cuarentena alrededor del mundo, millones de personas se refugiaron en sus hogares para evitar el contagio por el virus COVID 19. A lo largo de estos meses, los gobiernos de varios países junto con diversas organizaciones se percataron que, junto a la pandemia, crecía cada día más un problema de alto impacto… la violencia hacia la mujer.

De acuerdo con Ana Güesmez, representante de ONU Mujeres en México, calcula que en México 6 de cada 10 mujeres han vivido algún tipo de violencia ya sea física, sexual, psicológica o económica. La violencia ocurre en sitios que deberían ser seguros como en su casa, y ésta es ejercida por parejas, exparejas, compañeros e inclusive familiares.

El tema de violencia hacia la mujer nos afecta como sociedad, por ello considero que es importante hablarlo, para reconocer si estamos viviendo alguna situación de violencia o si la estamos ejerciendo.

La violencia de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS) es ¨el uso intencional de la fuerza física, amenazas contra uno mismo, otra persona, un grupo o una comunidad que tiene como consecuencia o muy probable de presentar, un traumatismo, daños psicológicos, problemas de desarrollo o muerte¨

Algunos tipos de violencia son:

Violencia física: implica golpes, bofetadas, patadas, empujones, mordidas, pellizcos e intentos de asfixia.

Violencia psicológica: se refiere a enfrentarse a críticas frecuentes, apodos ofensivos, amenazas, humillaciones, aislamiento de familia, amigos o compañeros, ejercer control, no tener confianza, mostrarse posesivo o celoso. Hay constante vigilancia, retiro de afecto, hay castigos como ¨la ley del hielo¨, ignora e inclusive hace sentir culpable.

La violencia sexual incluye forzar y manipular para tener relaciones sexuales, realizar prácticas que no se desean, exigir el uso de determinadas prendas, insultar o poner apodos sexuales, ser atada a la fuerza, presionar para tener relaciones sexuales y lastimar con armas u objetos intencionalmente.

La violencia económica implica la limitación del dinero o posesiones materiales, impedir que se trabaje o administrar el dinero para generar dependencia y mantener el control.

El momento adecuado para solicitar apoyo es cuando hemos vivido algunas de las situaciones anteriores, o bien cuando se ha vivido el abandono en un sitio peligroso o desconocido, hubo uso de armas para amenazar o lastimar, se nos ha obligado abandonar el hogar, hemos sido encerradas o se nos ha impedido salir de un sitio, nos han prohibido llamar a la policía o buscar atención médica, han lastimado a los hijos y ha existido el uso de fuerza para tener relaciones sexuales.

Identificar la violencia y denunciarla es un proceso complicado, porque es probable que por años se haya vivido violencia y durante este tiempo la negación de nuestra situación apareció, se justifican los actos de nuestra pareja con decir ¨es que estaba cansado¨, ¨se le pasaron las copas¨, ¨yo tuve la culpa por…¨ etc. También aparecen sentimientos de culpa y ambivalencia, por la confusión de acceder a una reconciliación con la pareja, pero también hay enojo con otras personas que nos recomiendan lo contrario.

Tenemos que solicitar apoyo, porque por lo general la reconciliación no funciona y la violencia incrementa, caemos en el círculo vicioso de tensiones, descarga de la furia y de arrepentimiento por nuestra pareja. Además, el abuso, lesiones, trastornos mentales como depresión y estrés post traumático y en el peor de los escenarios la muerte se hace presente en este círculo peligroso.

Hay que recordar que algunas mujeres aún siguen en confinamiento por el COVID 19 y pueden estar viviendo algo parecido como la historia narrada al principio.

Desafortunadamente es un ejemplo, de un posible escenario si seguimos permitiendo la violencia. Levantemos la voz y evitemos ser parte de las cifras de mujeres violentadas en todo momento.

Jessica Ramírez es licenciada en Psicología, brinda terapias psicológicas individuales a niños adolescentes y adultos, también imparte talleres para reconocer y controlar emociones e identificar la violencia en pareja. Si te interesa su apoyo psicológico puedes contactarla a través del correo: ramivpsic@gmail.com