Por: Redacción/

El estudio de las iniciativas de integración confederal durante el proceso de independencia hispanoamericana resulta fundamental porque abarca el momento mismo en que empiezan a construirse las nuevas repúblicas, un aspecto que no ha recibido suficiente atención de los historiadores, aseguró el doctor Germán de la Reza Guardia, profesor-investigador de la Unidad Xochimilco de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

El libro Los planes confederales de la independencia (1810-1828). Visiones y revisiones historiográficas de la lucha contra la desintegración hispanoamericana –publicado y presentado en las universidades de Buenos Aires y La Plata de la Argentina– no sigue pautas secuenciales de un relato único, segmentado en etapas, participantes o facetas, sino que está enfocado en siete episodios que se intersectan y explican desde distintos puntos de vista, explicó el autor.

El análisis asocia debates esenciales y aún vigentes sobre las primeras empresas unionistas del Nuevo Mundo, discusiones que en su mayoría han sido oscurecidas por la rigidez historiográfica, por marcados nacionalismos o incluso por la persistente inaccesibilidad de algunas fuentes.

El movimiento de independencia en Hispanoamérica si bien se pensó como geopolítico, mantenía un grado de unión entre las nuevas repúblicas y llevaba inherente varios procesos de integración que finalmente no se pudieron cumplir, pues no se logró concretar, afirmó el académico del Departamento de Producción Económica de esa sede académica.

Hasta ahora, los historiadores se han ocupado de ver las cuestiones que ocurren al interior de cada territorio: México, Perú, Argentina, Chile, Bolivia y Colombia, desestimando las relaciones entre las nuevas repúblicas y con ello, los primeros ensayos de reunión de la antigua América española.

El sistema que eligió la generación de independentistas fue la confederación, en el sentido de una asociación de países hermanos que tenía como objetivo una defensa hacia el exterior, establecer un procedimiento de arbitraje hacia el interior para la solución de diferencias, la liberalización del comercio interno y un ejército confederado.

Había muchos elementos que allanaban la unión, como el idioma, una economía hasta cierto punto compatible, una religión común, instituciones y costumbres muy arraigadas, aunque terminaron prevaleciendo las fuerzas centrífugas de la independencia.

El autor, miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), nivel III, y de la Academia Mexicana de Ciencias explicó que el libro está consagrado al estudio de las iniciativas de integración durante el proceso de Independencia hispanoamericana.

El primer episodio desarrolla la forma en que Hispanoamérica nace en la independencia con grandes limitaciones para poderse integrar, no obstante su deseo; el segundo capítulo habla del pionero de las iniciativas de unificación, Juan Egaña Risco, quien propone la creación de una unidad confederal.

El texto escudriña el origen del proyecto confederal, basado en los trabajos y pasajes de la literatura disponible en la época para construir ese ideal, y que se expresa sobre todo en la Carta de Jamaica de Simón Bolívar, una obra maestra en la que se condensa el pensamiento hispanoamericano sobre el momento de la independencia.

El doctor De la Reza Guardia agregó que un título más preciso para este capítulo sería “la genealogía intelectual de la Carta de Jamaica o la idea de una unión hispanoamericana a través de un mecanismo confederal”.

El investigador indaga también en la cuestión de si el Congreso de Panamá de 1826, que fue el primer ensayo de la integración latinoamericana, originó o no el panamericanismo, un movimiento que buscaba la unión de todo el hemisferio, o se decantó por el hispanoamericanismo, que buscaba la unificación sólo de los países hispanoparlantes.

Otro de los capítulos refiere un tema relevante para la comprensión de la época, pero que ha sido prácticamente borrado de la historiografía: el intento de un país del Caribe, el “Haití español”, Santo Domingo, que quiso integrarse a la Gran Colombia e hizo todos los esfuerzos para lograrlo.

Sin embargo, Colombia no pudo asumir la responsabilidad de esa asociación y dejó a Santo Domingo a su suerte, siendo ocupado por Haití hasta 1840, con lo que se perdió la oportunidad de crear una cabeza de puente en el Caribe, lo que no habría dejado de incidir en una más pronta independencia de Cuba y Puerto Rico.

En otra parte del libro se analizan las actividades de William Tudor, el primer cónsul de Estados Unidos en el Perú, que en plena formación de las repúblicas sudamericanas, en los años más delicados del proceso de independencia y de integración de 1824 a 1827, ejerció un papel importante en la campaña contra Simón Bolívar.

En el último el autor diserta sobre la fase final del Congreso de Panamá, en Tacubaya, donde se traslada la asamblea en agosto de 1826 y va a fenecer sin lograr que se ratifiquen los cuatro tratados confederales que asentaban la primera integración de la América antes española.

En su conjunto, la obra construye su objeto de estudio como un poliedro, donde las caras miran hacia una cronología propia, a menudo sin contacto con las demás, aunque todas ellas expresan un mismo sentido: la integración de la América antes española era un componente fundamental de la Independencia. Independientes sí, pero con la fortaleza de la unidad.

El doctor De la Reza Guardia también es autor de Invención de la paz, libro publicado en coedición por la Unidad Azcapotzalco y Siglo XXI editores, galardonado con el Premio Pensamiento de América y traducido al francés, italiano, portugués y rumano.