Por: Redacción

En el Senado de la República se presentó este jueves “Orgullo y Prejuicios”, un libro de Leonardo Curzio que analiza los factores que inciden en la reputación y mala imagen de México en el exterior y particularmente en Estados Unidos.

Se trata, explicó el presidente de la Comisión de Cultura, Gerardo Sánchez García, de una obra de divulgación para que “el ciudadano de a pie” conozca el alcance y significado de acuerdos como el Tratado de Libre Comercio para América del Norte, su éxito macroeconómico y su fracaso para dejar de considerar a México como “el patio trasero de la región”.

El senador coincidió con el autor en que es necesaria una nueva narrativa que deje de auto-flagelarnos, que retome lo bueno que tenemos y nos revalore como mexicanos proactivos y que no emule el poema de Antonio Machado sobre el pasado efímero.

Dijo que el presidente electo de la Unión Americana, Donald Trump, alimentó la percepción negativa –basada en el cliché, la ignorancia y el lugar común– que tiene un amplio sector estadounidense sobre los mexicanos.

Ahora, agregó, el magnate intenta materializar su política demagógica, racista, xenófoba, antimexicana y maniquea, a través de una barrera fronteriza, algo que se había vuelto casi inimaginable desde la caída del muro de Berlín y en la era de la globalización

Pero México, citó Sánchez García a Leonardo Curzio, “tiene asignaturas pendientes consigo mismo que dañan su imagen: la de erradicar la corrupción gubernamental y la narcoviolencia, patologías sociales indicativas de una redituable convivencia entre gobierno y crimen organizado”.

Por la Comisión de Relaciones Exteriores, la senadora Gabriela Cuevas Barron señaló que existen varias asimetrías en materia económica, derechos humanos, educación, innovación y “enormes deudas en materia de desigualdad” que se reflejan en las negociaciones con otras naciones, principalmente con Estados Unidos.

“Si bien construimos una serie de reformas de las que se ha hablado muy bien alrededor del mundo, en tanto no exista Estado de derecho y no tengamos una política interior que pueda ser reflejado correctamente hacia el exterior difícilmente podremos negociar en igualdad de circunstancias”.

Dijo que la relación entre nuestro país y Estados Unidos no sólo requiere de una redefinición o modernización, sino de una reflexión profunda de lo que significa México para el mundo, quiénes, somos, qué queremos y cómo podemos lograrlo.

En tanto, el periodista y académico, Leonardo Curzio expresó que el país “no se puede desentender de lo que piensen de él”, pues no sólo las relaciones económicas y financieras aportan a la prosperidad y seguridad, sino también la imagen que se tiene de la nación.

Señaló que el balance de opiniones sobre México en los Estados Unidos “es fatal y no puede desentenderse de lo que opine su socio, su vecino, aquel con el que interactúas todos los días por millones de razones”.

El ex diputado federal, Agustín Barrios Gómez, consideró que “fue la mala imagen de México lo que llevó a Donald Trump a la Presidencia de Estados Unidos, poniendo en tela de juicio, de entrada, la paz y la estabilidad en América del Norte”.

Consideró que “esta inexplicable obsesión por desatender este tema” llevó a que no estuvieran a la altura de las circunstancias ni el gobierno mexicano, el presidente Barck Obama, la candidata demócrata, ni los sectores privados mexicanos y estadounidenses, en el momento más decisivo de nuestra generación.

“Permitir que la reputación y la imagen de México fueran definidos por la ignorancia y los prejuicios se verá como el error más grave de nuestra época”, asentó.

Lourdes Aranda, profesora de la Universidad de las Américas, manifestó que la imagen de México en el exterior no depende de una coyuntura adversa, que una vez superada se disolverá “como un milagro”, sino que es algo más profundo que requiere de un ejercicio sistemático de la acción gubernamental, políticas públicas específicas y coordinadas.