Por María Manuela de la Rosa Aguilar.

La seguridad en México ha sido tal vez el problema más grave desde hace décadas, pero nunca como ahora había estado tan palpable, cuando no hay en este país quien no haya sido víctima y testigo, ya sea personal o a través de amigos o familiares de algún crimen por parte de la delincuencia organizada y no digamos de los delincuentes comunes, que operan con descarada impunidad y día a día aumentan no sólo los robos, sino las desapariciones y asesinatos con violencia, sino la casi omnipresencia del crimen organizado; baste decir que cada quince minutos una persona es asesinada. Si eso no nos dice nada, hay que ver a nuestro alrededor, donde ningún comerciante puede trabajar sin que los delincuentes le exijan un soborno, al que no se puede negar porque en ello le va la vida. Y las autoridades parecen invisibles, lo más que hacen, sí y sólo sí la noticia trasciende a los medios, es declarar que se está investigando.

Ver las cifras, en el 2022 el INEGI registró 2’629,790 carpetas de investigación sin concluir y las montañas de papel siguen acumulándose, dando cuenta de los millones de actos sanguinarios y despiadados contra mexicanos que quedan en el olvido.

El problema ha crecido de manera exponencial y si bien el presidente Andrés Manuel López Obrador tiene razón al hablar de las culpabilidades del pasado, no la tiene al soslayar el problema y desentenderse, haciendo gala de una indiferencia cómplice y perversa con los millones de víctimas de la delincuencia organizada.

El Doctor Erique Benitez Manaut, del Centro de Investigaciones de América del Norte de la UNAM, publicó un análisis en marzo del 2009 en el numero 220 de la revista Nueva Sociedad: “La crisis de seguridad en México”, cuyo contenido sigue más vigente que nunca, no obstante que se trata de un trabajo realizado hace casi quince años, señala que la inseguridad es uno de los grandes problemas que se manifiesta de dos formas, la que sufre la población por el aumento de los delitos y el auge del narcotráfico. Este ilícito, señala, se explica por la inclusión de los cárteles mexicanos al tráfico de cocaína proveniente de Colombia, cuya ruta natural pasa por México para su destino final que son los Estados Unidos, lo cual trajo un aumento de la violencia por los enfrentamientos entre bandas criminales por el control de la ruta y entre éstas y las fuerzas de seguridad, que se han visto sobrepasadas y corrompidas.

Y ya ha sucedido, el crimen organizado buscó desde un principio el control territorial. Aunque en un principio la lucha contra los carteles fue causa común de los distintos gobiernos hoy en día los criminales han adquirido tal relevancia y poder que prácticamente dan órdenes a las autoridades, que ya no manifiestan ni siquiera su intención de acabar con el problema, sino que se mantienen al margen, silentes ante las declaraciones cotidianas de un presidente que predica el amor hacia los criminales y la total indiferencia con las víctimas. Esto pareciera como una ironía de humor negro, pero es la cruda realidad que vive un pueblo sometido a la propaganda de un sistema de gobierno que no ha cumplido con las promesas hechas para llegar al poder.

Hace quince años Benitez Manaut señaló que sería una guerra sin cuartel porque no había marcha atrás, pues no existe la posibilidad de convivir con el narco, o era el reino de los narcos o el del estado de derecho, pero la ley del poderoso dinero prevaleció y si no, veamos como está la economía mexicana, con miles de empresas quebradas, con una deuda gubernamental nunca antes vista, con el fracaso de las instituciones, sobre todo las que generaban bienestar social; y sin embargo la economía mexicana rinde cuentas positivas, porque el crecimiento económico es una realidad, pero, ¿de donde viene el dinero? Si hay una gran crisis económica, la inflación es palpable. Al inicio de gobierno el azúcar costaba 17 pesos, hoy está a 30; la cebolla costaba 10 y ahora 70; el presidente prometió que la gasolina costaría 10 pesos y está en torno a los 26; la docena de huevo costaba 27 pesos, hoy cuesta 60. Si esto no es inflación, tal vez es un espejismo.

La realidad ha sobrepasado los más serios y acuciosos estudios y análisis. Los especialistas no se han equivocado, por supuesto, porque la ciencia de la lógica y la prospectiva se basa en la coherencia, considerando una intención coherente y verdadera de solucionar los problemas, pero la realidad nos ha mostrado no sólo la ironía más macabra, sino el rostro verdadero de un líder mesiánico, patológico y enfermo de poder, cuyo objetivo primordial no es el bienestar general del pueblo al que representa, sino su sometimiento total a una dictadura en el que sólo la voz del líder sea válida e indiscutible, donde el discurso sea de uno y no haya diálogo posible, mas que un coro que lo replique y rinda culto, sin importar lo trágico o perverso de sus consecuencias. La encarnación viva de la reina de corazones de Alicia en el País de las Maravillas, que a la menor contradicción mande cortar cabezas. La realidad ha superado la ficción.

No es extraño por ello que tantos periodistas hayan sido asesinados y otros tantos amenazados, vetados y calumniados por el solo ejercicio de su labor, de un derecho no sólo constitucional, sino universal. Decir sólo que en el 2022 fueron asesinados 150 periodistas. Ni en los países donde hay guerra mueren tantos, víctimas de la intolerancia.

Pero el control territorial que tanto anhelaban los cárteles es una realidad. El mismo Congreso de Estados Unidos publicó en el 2022 el mapa de México, donde se ve claramente la división territorial a manos del narcotráfico, donde esta nación se reparte entre los principales cárteles: el de Sinaloa, Jalisco Nueva Generación, del Golfo, Los Zetas y cárteles locales que poco a poco van ganando terreno. Recordemos que en México operan cientos de cárteles, aunque el gobierno federal reconoce sólo 37 grupos delictivos.

Desde hace 16 años, con el gobierno de Felipe Calderón, comenzó a hablarse de un estado fallido, que por supuesto las autoridades nunca han reconocido, incluso ni siquiera los analistas especializados, ni constitucionalistas, pero el hecho de que el territorio este a merced de los grupos criminales nos habla del control real que ejerce la delincuencia organizada, de otra manera no se explica la alta consideración que le merece al presidente López Obrador la familia de uno de los más grandes criminales de la historia del narcotráfico, la familia de Joaquín Guzmán Loera, esto lo dice todo. ¿Quién sirve a quien? o más claramente, como lo han revelado las acuciosas investigaciones de una periodista que arriesgando su vida se ha dedicado a estudiar el fenómeno del narcotráfico en México y es actualmente la persona que más se ha adentrado en el sórdido mundo del narcotráfico para desentrañar sus secretos y tratar de explicar este fenómeno que ha adquirido dimensiones transnacionales y nos transcribe una declaración impactante, en donde el extinto capo de la droga, Arturo Beltrán Leyva, señala que el negocio del narcotráfico en realidad es de los políticos, porque ellos son los verdaderos amos, que reciben las ganancias desde un escritorio, sin arriesgar la vida como ellos. Más claro, ni el agua.

En su estudio, el doctor Erique Benitez muy atinadamente enfatiza que las amenazas tradicionales de este problema han escalado hacia nuevas amenazas que son las principales fuentes de desestabilización y debilitamiento de las incipientes democracias de América Latina, por lo que México se presentan escenarios a considerar como lo es el terrorismo y la migración, dada la porosidad de sus fronteras, que debilita su soberanía, que es un tema de seguridad nacional. Y por lo que se está viviendo ahora es un asunto por demás relevante, sólo ver Europa, que se ha visto rebasada y ya es víctima del terrorismo y las consecuencias económicas y sociales han traído serios problemas internos: en lugares donde anteriormente se respiraba paz y seguridad, hoy por hoy las personas están temerosas hasta de salir de su casa.

Por otra parte, el crecimiento del consumo de drogas, sobre todo del fentanilo, que es uno de los retos más importantes para los Estados Unidos: en el 2022 murieron 107,888 personas por sobredosis, según un reporte del New York Times. Y detrás de esto están los carteles mexicanos, y ¿quién controla el trafico de fentanilo? Los chapitos, hijos de Guzmán Loera, que gozan de las deferencias del presidente mexicano.

Y ¿qué va a pasar con las próximas elecciones en junio de este año? Sólo en lo que va de este 2024, ni dos meses y ya han asesinado a 9 candidatos de diferentes partidos políticos. Según un estudio de la consultora Integralia, sobre la Violencia Política en México, los casos que se han registrado en torno a las campañas políticas, militantes, activistas, funcionarios y periodistas están en riesgo, de 169 ataques, 149 tuvieron consecuencias fatales. Este es el panorama para las elecciones tal vez más decisivas de la historia reciente de México, porque de ello depende que la situación de inseguridad haga que un país se derrumbe o que la política cambie y el estado de derecho se imponga. Y no es un asunto interno, sino de seguridad regional.