Por: Redacción/

Felipe Ehrenberg era “nuestro León Ferrari, nuestro Paty Smith y su trabajo innovador lo llevó a experimentar con las materialidades más diversas, pero sin dejar de ser un artista conceptual altamente crítico”, expuso el doctor Néstor García Canclini, Profesor Distinguido de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

Para el artista la representación de estereotipos sociales y raciales significó una atracción constante y en ese sentido las ofrendas del Día de Muertos o la presencia teatral de Juan Gabriel definieron para él una forma de hibridación presente en la cultura popular manifestada en la televisión y en el cine como imitación de esquemas de producción visual.

Las cajas de cereal intervenidas son sólo un ejemplo de una postura contra el consumismo masivo y la manipulación publicitaria para mostrar el lado crítico de los objetos intervenidos, secuelas que tuvieron efecto en su obra posterior, dando lugar a una primera oleada conceptual en el arte hecho en México a principios de la década de 1970, aseveró.

Respecto del título de la exposición ¡La última y nos vamos!, homenaje a Felipe Ehrenberg, el académico de la Unidad Iztapalapa cuestionó qué significa la última y qué nos vamos, a lo que respondió que es un migrante que no se va, porque Ehrenberg migró a muchos países de Europa y América Latina como pintor, dibujante, performer, videoasta, actor de cine, instalador, diplomático, rescatista en Tepito, organizador y agitador vecinal en Londres y Oaxaca, activador de cooperativas artesanales, poeta, neólogo y editor.

Santiago Espinosa de los Monteros, director de Artes Visuales y Escénicas de la UAM, dijo que para el creadorel arte fue el dispositivo para dialogar con el prójimo más cercano, una excusa para compartir sus pensamientos, ya que “Felipe eligió la palabra directa, escribía como hablaba, dio siempre la espalda a los lenguajes emulados y prestigió siempre las voces populares, los dichos y las máximas de la calle”.

Su neología va más allá de la búsqueda de materiales o soportes novedosos, pues implicó más un asunto de intimidad estratégica y no de simples complacencias retinales, apuntó en la segunda de cuatro charlas en torno a la vida y obra del artista conceptual, realizada en la Galería Metropolitana de la Casa abierta al tiempo.

Si Ehrenberg hubiera sido una agencia de viajes hubiera ofrecido paquetes todo incluido, si hubiera sido carro sería todo terreno, de haber sido libro sería de novela negra y si hubiera sido guerrillero, sin duda hubiese sido el capitán.

Para José Manuel Springer, Felipe Ehrenberg entrará a la historia como un artista cuyo ejemplo influyó sobre otros y abrió caminos a la experiencia estética y la producción artística.

Este personaje histriónico y bien informado se enfrentó al mundo inventado por la imagen, con bigote prominente y sombrero de ala, así como una voz curtida por el tabaco, fue siempre temperamental y racional, pero en igual medida lúdico, ingenioso e incisivo, dijo el curador y crítico de arte.

Do it for yourself fue sin duda el principal mandamiento y la bandera de una generación de artistas que se consolidó como la ruptura al orden institucional, que buscó visibilizar a las clases sociales subrogadas por la pobreza, la migración del campo a la ciudad y la represión gubernamental.

En México, el arte popular, los ambientes y el happening no estaban separados como en Europa, por lo que la década de 1970 fue un crisol en el que su generación se radicalizó y convirtió en una alternativa de ruptura a los autores consagrados por la institución oficial, la vía museográfica de arte moderno y las grandes retrospectivas internacionales.

Las fotografías del artista desnudo siendo adolescente en las que se observa concentrado dibujando bajo el sol, remiten a un pasado en el que el nudismo formó parte común de su niñez y juventud gracias al entorno libre en el que creció, del que se desprende una decantación por el cuerpo humano y la piel como soporte de la imagen, señaló el maestro de la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda, del Instituto Nacional de Bellas Artes.

Sus discursos sobre las modificaciones corporales fueron el primer paso hacia una polémica sobre los usos de arte en técnicas milenarias como el tatuaje y cómo su célebre homenaje a José Guadalupe Posadas le hizo tatuarse las manos con pequeños huesos, demostrando su interés por las manifestaciones populares.

Springer recordó que su estancia en Devon, Gran Bretaña, le ayudó en la formación de su pensamiento estético y la creación de su decálogo artístico previo al ecuménico 1968, cuando rompió con los cánones del modernismo tardío volviendo la mirada al letrismo dadaísta y emplazando a los llamados mapas psicogeográficos, producto de sus recorridos por lugares apartados de la ciudad.

Fue así como combinó artes gráficas, serigrafía y mimeografía con el objeto, resultando en libros, publicaciones y volantes que significaron la impronta de otros artistas latinoamericanos.

La actividad fue realizada como parte de la exposición ¡La última y nos vamos!, homenaje a Felipe Ehrenberg por su primer aniversario luctuoso, que se exhibe en la Galería Metropolitana y estará abierta al público hasta el 28 de julio.