Fuente: Gaceta UNAM

El embarazo adolescente es un problema de salud pública de graves consecuencias, que trae consigo conflictos familiares, escolares y personales, y que afecta el proyecto de vida de las jóvenes, aseguraron especialistas en la Facultad de Medicina (FM).

Como parte de la conmemoración del Día Mundial para la Prevención del Embarazo no Planificado en Adolescentes, el director de esa entidad universitaria, Germán Fajardo Dolci, mencionó que en el mundo se registran 16 millones de embarazos no deseados y México ocupa el primer lugar entre las naciones que forman parte de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

De los dos millones de nacimientos al año en nuestro país, la quinta parte –cerca de 400 mil– son en mujeres menores de 19 años y 10 mil en madres menores de 14 años, precisó. “Esto no debe suceder. Podemos trabajar juntos, familia, universidades, organizaciones no gubernamentales e instituciones de salud, hacer conciencia y tomar acciones”, como el Programa de Prevención de Embarazo Adolescente, una propuesta de la Facultad de Medicina.

Fases

Al respecto, Rosalinda Guevara Guzmán, jefa de la División de Investigación de la propia entidad, explicó que ese programa fue presentado recientemente a la comunidad de la Facultad, y consta de tres etapas: diagnóstico, intervención educativa, y evaluación y seguimiento. Sus objetivos son identificar la prevalencia, determinar factores y aumentar el conocimiento sobre el uso de los métodos anticonceptivos.

Para la primera fase, recordó, se aplicó un cuestionario entre mil 388 alumnos de la FM, de entre 16 y 19 años; 62.3 por ciento del total fueron mujeres. Ello arrojó datos como que la primera relación sexual, en promedio, ocurre a los 16.5 años, y que los jóvenes han tenido dos parejas. En su primera relación sexual, 87.3 por ciento usaron condón; el resto optó por el coito interrumpido, la píldora del día después o no utilizó algún método.

Entre las 365 alumnas que ya han tenido relaciones sexuales, 347 no han estado embarazadas; 18 sí y, de ellas, 14 abortaron. De estas últimas, 11 estudiaron el bachillerato en el CCH, cinco en la Prepa y dos en escuelas privadas.

En la siguiente etapa, de intervención educativa, se han diseñado cuatro módulos que se aplicarán a partir de octubre: sexualidad responsable y uso de anticonceptivos; uso correcto del condón y de la píldora del día después; infecciones de transmisión sexual, prevención y riesgo; y autoestima y toma de decisiones sobre la vida sexual, mi proyecto de vida. Después se hará la fase de evaluación y el seguimiento de estudiantes, no sólo en la Facultad, sino también en el bachillerato.

Arturo Cardona Pérez, director del Instituto Nacional de Perinatología (INPer), refirió que de los 123 millones de mexicanos, 30 por ciento son adolescentes, es decir, 24 millones, y uno de cada cuatro tiene vida sexual activa. “Uno de cada cinco nacimientos se da entre menores de 19 años, lo que representa un riesgo muy elevado desde todos los puntos de vista”.

En 2014 se registraron 17 nacimientos diarios en el grupo de 10 a 14 años y un poco más de mil en el grupo de 15 a 19. En la Ciudad de México, casi 76 mil adolescentes se embarazan cada año, 80 por ciento de ellas deja sus estudios y 33 por ciento son madres solteras. “Esa es la magnitud del reto y la problemática que tenemos por delante”.

Consideró que uno de los errores más importantes que se cometen cuando se habla de salud sexual y reproductiva de los adolescentes es que los adultos hacen los programas, toman determinaciones y deciden qué informar, sin tener en cuenta quiénes son afectados por el problema: los chicos.

Falta de prevención

Lorena Ferrer Arreola, jefa de la División de Salud Reproductiva del IMSS, apuntó que según la Encuesta en Salud de 2012, 33.4 por ciento de mujeres adolescentes inició relaciones sexuales sin protección anticonceptiva. Así, la posibilidad de embarazos podría ser de hasta 870 mil.

Las repercusiones se dan en la salud de la adolescente y de su hijo. No contar con un estricto control del embarazo trae consigo la falta de aplicación de estrategias preventivas para evitar complicaciones. Por ejemplo, mencionó, el retraso de identificación de infecciones urinarias o cervicovaginales propicia partos pre-término con la subsiguiente morbilidad y mortalidad materna y perinatal; mayor probabilidad de presentar preclamsia, eclampsia, hemorragias en el parto, nacimientos vía cesárea y bajo peso al nacer.