Por: MUGS / Redacción

El sector agrícola ha sido de los más afectados en el proceso de apertura de la economía mexicana y por las diversas reformas estructurales, lo que plantea una situación preocupante, pues sin autosuficiencia de comestibles es difícil que los países superen su atraso, advirtió Berenice Ramírez, del Instituto de Investigaciones Económicas (IIEc) de la UNAM.

En la inauguración del XXXV Seminario de Economía Agrícola. Reflexiones sobre Seguridad Alimentaria, Búsqueda y Alternativas para el Desarrollo en México, Ramírez estuvo acompañada de María del Carmen del Valle y Felipe Torres, ambos de la misma entidad universitaria.

Lo más desconcertante de la situación agraria mexicana es nuestra dependencia creciente; en este contexto, las transformaciones ambientales y el interés por la explotación minera intensifican las disputas por espacios rurales, agudizan las desigualdades, profundizan la pobreza campesina y agravan los desplazamientos poblacionales, añadió.

A su vez, Torres aseveró que tener un país sin hambre equivale a lograr la estabilidad, un equilibrio en las políticas de crecimiento y una mejor sociedad.

Por la apertura de los mercados y la eliminación de las fronteras se ha dado un resquebrajamiento de las aspiraciones de la seguridad alimentaria, entre otras cosas porque se presenta la paradoja de que los incrementos de los precios internacionales, lejos de resolver el problema en una nación dependiente como la nuestra, lo empeoraron.

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Berenice Ramírez, del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM.

Al respecto, Valle refirió que se observa un deterioro en las condiciones de vida de la población, pero también hay recursos naturales, conocimiento y espíritu dispuestos a la búsqueda de alternativas para el bienestar de los habitantes.

Desarrollo y seguridad alimentaria

Al impartir la conferencia magistral Desarrollo y seguridad alimentaria, Margarita Flores, secretaria académica e investigadora del Programa Universitario de Estudios del Desarrollo (PUED) de la UNAM, detalló que tener acceso a comestibles significa que todas las personas tengan ingresos suficientes para adquirirlos o producirlos, ya sea en cantidad, calidad, diversidad e inocuidad.

Además, es preciso que alcance para un buen estado nutricional y una vida sana de acuerdo con sus preferencias, así como que estén disponibles físicamente (y los mercados funcionen). El resultado será salud y nutrición adecuada. Su garantía es una expresión del derecho a la alimentación.

De acuerdo con datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), en 2014 la población mexicana con dificultades para acceder a los elementos mínimos requeridos fue de 23.4 por ciento, es decir, 28 millones.

México es un productor importante, con empresas agroalimentarias que compiten exitosamente en los mercados internacionales, pero las políticas públicas dan preferencia a los apoyos individuales más que a los bienes públicos. Además, hay una disociación entre las directrices sociales (asistencial de acceso a comestibles) y la productividad (empleo y generación de ingresos).

Falta una visión comprensiva de estrategias de seguridad incluyentes y sostenibles en el renglón, así como protección de la biodiversidad, concluyó