Redacción

El diputado César Camacho, coordinador del grupo parlamentario del PRI, afirmó que la Constitución Política debe ser un instrumento para la transformación social, y a cien años de su promulgación, dijo, hay que interpretarla como un documento “con un continuum”.

“Cuando una ley, empezando por la Constitución, es una carga, un problema, un lastre, hay que cambiar la Constitución, las instituciones y la ley. No hay que hacer culto a la ley. Al final, por muy importante que sea, la Constitución y cualquier ley son instrumentales”, explicó.

Durante la presentación de la edición facsimilar de la Constitución Federal de Estados Unidos de América, enfatizó que lo importante es el valor que lleva cada uno de los preceptos de una norma, “y esta es la tarea, la labor de quienes tenemos la delicada encomienda de hacer leyes”.

Toda vez que México es una nación plural y diversa, continuó, no es la oportunidad para las unanimidades, que suelen ser sospechosas. Es tiempo para el intercambio respetuoso y edificante de puntos de vista para construir acuerdos, “con los que todos nos sintamos razonablemente cómodos”.

En el evento, precisó que “más que hablar de Constitución, hablamos de constitucionalismo, que es una convicción, una decisión colectiva, decisión compartida; la certeza de que todos debemos someternos a su imperio y a las convenciones internacionales y resoluciones que acaban siendo obligatorias para todos los operadores de la ley”.

Comentó que el proyecto editorial busca fomentar, cultivar, esparcir la cultura de la legalidad, de la constitucionalidad y hacer que se asuma como resultado de la convicción. “Por encima del valor jurídico que tiene la Constitución, está la decisión libre de que todos, empezando por las autoridades, nos sometamos al imperio de la ley”.

Añadió que no sólo es importante hablar de lo que ocurrió hace cien años, sino de lo que ha ocurrido desde entonces, como las 699 reformas que ha tenido la Carta Magna, para que no sólo sea jurídica y formalmente vigente, sino viva, eficaz, de utilidad cotidiana y con un proyecto de futuro.

Dijo que el original Estado de derecho, el sometimiento de todos a la ley, no está caracterizado por un cuerpo normativo específico, sino por el cúmulo de instituciones de valor jurídico y ético.

Dijo que esta edición facsimilar es parte de la obra que publicará la Cámara con motivo del centenario de la Constitución, que consta de 27 títulos con 33 volúmenes, “que en los días por venir habrán de ponerse a la disposición de toda la gente interesada, para ratificar su confianza en la Constitución, en las instituciones y, por encima de todo, en México”.

Señaló que el texto presentado debe ser conocido por todos, no sólo para acumular conocimiento “sino para cambiar de parecer, perfeccionar nuestra visión de México, del entono y aguzar los sentidos para renovar nuestro compromiso con causas nobles”.

Apuntó que el libro que se presenta es la historia de un texto importante que adicionalmente contiene un par de discursos muy relevantes: el de George Washington y la Constitución Norteamericana.

Al participar, Manuel González Oropeza, magistrado del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, refirió que esta versión tiene como objetivo demostrar los límites de la influencia estadounidense en nuestro país en el ámbito constitucional.

La primera edición circuló en 1823 en México, y fue obra de consulta por los constituyentes de 1823-24. “Es presumible que esta obra haya sido la fuente de inspiración para hacer la Constitución federal de México”.

Indicó que las opciones iniciales para elaborar el documento fundamental fueron de otra naturaleza, como la Constitución española y la francesa. Fue en 1824 cuando se decidió a adoptar el modelo de la de Estados Unidos, pero la madurez en la formación de nuestra Constitución se alcanzó en la segunda mitad del Siglo XIX.

“No significa, de ninguna manera, que hayamos trasplantado automáticamente las instituciones de Estados Unidos a nuestra vida constitucional”, aclaró.

Mencionó que se celebran varios siglos de desarrollo constitucional mexicano, con modelos de otros países, pero la opción para 1917 fue sustancialmente distinta a la Unión Americana.

La primera diferencia, entre otras, es que se optó por una Constitución codificada, es decir, “no se confió en la interpretación que pudiera hacer el Poder Judicial, y se buscó que tuviera todos los detalles de las instituciones, de los poderes, los derechos enumerados”, detalló.