Por: Oscar Nogueda/

Juan Luis Gonzales Alcántara fue presentado como nuevo ministro de la Corte en la ceremonia de imposición de toga, encabezada por Margarita Luna Ramos, ministra decana y con funciones de presidente de la Suprema Corte de Justicia (SCJN) en la sesión de hoy.
El nuevo ministro tomo posesión como integrante del máximo tribunal en sustitución de José Ramón Cossío, afirmó que “la responsabilidad del Poder Judicial dentro del equilibrio de poderes del Estado Mexicano es servir de contrapeso pero también tiene la obligación de servir como interlocutor de la sociedad con los demás poderes”.
En su discurso en el pleno de la Corte, Alcántara Carranca sostuvo que “una sana relación entre los poderes de la Unión es lo que se requiere para garantizar la paz y la unidad social de la Republica”.
El ministro Alberto Pérez Dayàn dijo a Alcántara que en la función de ministro no hay lugar para los interés partidistas y señalo que se siente confiado en la legitimidad de su designación. Alcántara Carranca mencionó que los ministros están “al servicio de la gente y que la tarea de buscar la justicia dentro de nuestro marco constitucional es una labor ante todo de principios y de valores, que nos demanda el mayor esfuerzo posible para conseguir ese objetivo”.
Alcántara señaló que la sociedad exige que el Poder Judicial vigile para remediar los abusos del poder arbitrario. “Es nuestra obligación hacer cumplir la máxima: nada al margen de la ley y nada ni nadie por encima de nuestra constitución, tenemos nosotros la ineludible obligación moral de poner en el centro de la atención a las personas que recurren al máximo tribunal”
El día de hoy, los ministros elegirán al Presidente del máximo tribunal para el periodo que abarca 2019-2022. El voto de Juan Luis Gonzales Alcántara podría ser definitivo en las elecciones. Los candidatos son: Alberto Pérez Dayán, Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, Arturo Zaldívar y Jorge Mario Pardo Rebolledo.

Señoras y señores:

El Tribunal Constitucional del Estado Mexicano ha emprendido la tarea creativa de construcción jurisprudencial con gran empeño y responsabilidad; con apego y lealtad al espíritu que animó al Poder Revisor de la Constitución, y con la mira alzada en una impartición de justicia siempre calibrada con los derechos fundamentales, el orden público, el interés de la sociedad y el progreso de la vida institucional.

Nuestro deber es, entonces, el de articular una nueva generación interpretativa en el entorno de un vigoroso contexto global altamente competitivo.

La tarea del Máximo Tribunal no puede diseñarse al margen de las graves condiciones a las que se enfrenta nuestro sistema de justicia, soslayando la amenaza constante que el fenómeno de la impunidad y la desigualdad representa para el desarrollo y la prosperidad de nuestro país.

Estas notas cobran especial relevancia cuando la función de juzgar parece, a la idea de muchos, ajena a los desafíos que enfrenta el pueblo de México y sus instituciones; la sociedad hace muy poco tiempo, habló en las urnas y habló muy fuerte. Estamos conscientes.

Las sentencias de un Tribunal Constitucional suelen ser en ocasiones polémicas, controvertidas u opinables, pero esto no debe provocar que un juez busque el acomodo fácil, limitando su función al de un simple aplicador de la norma o a la de aquel que compite por la simpatía general; por el contrario, la defensa de los derechos fundamentales, fin último de la prevalencia del Estado Democrático de Derecho, le genera y obliga a la adopción de todas aquellas decisiones, populares o no, que preserven el orden supremo que deriva de la Constitución Mexicana. Nunca debemos temer a la crítica, pero tampoco dejarla de escuchar.

En un Estado en el que existe la división de poderes y la independencia judicial, esas decisiones deben ser respetadas y asimiladas como lo que son: normas de derecho individualizado que regulan la convivencia entre las personas; entre éstas y sus autoridades; y entre las autoridades mismas, asegurando la armonía de todos.

Debemos estar convencidos de que una Corte fuerte debe ser una Corte prudente; una Corte responsable. Hoy se exige un Tribunal Constitucional visionario y progresista en la defensa de los derechos humanos, comprometido en la misión de asegurar el equilibrio entre los poderes y profundamente deferente con la acción política, cuando ella se sustente en razones del orden supremo; moderno y atento a las consecuencias que generen sus fallos; hábil para identificar criterios equivocados y humilde para saber corregirlos.

El Poder Judicial de la Federación se articula como una organización donde cada juzgador es titular del ejercicio jurisdiccional. La subordinación sólo se debe a la Constitución y a la ley, si esta última la niega o contradice.

Es esa independencia la que da a cada juez la libertad de resolver conforme a su convicción y experiencia, entendido que protestó ejercer su cargo con el compromiso irrenunciable de su honestidad, transparencia y su decoro.

Por ello, no habremos de tolerar actos de corrupción, nuestra meta de vida exige que todos aquellos juzgadores que pierden la ruta deben ser excluidos y sancionados, no es admisible que el prestigio de todos se opaque por la desdicha y desdén de unos cuantos.

Hagamos nuestro el reclamo social y, como siempre ha sucedido, impulsemos el cambio exigido desde la casa propia; mucho hemos caminado así, un tramo más no es, ni nos será jamás, ajeno o desconocido; lo sabemos hacer y lo haremos nuevamente bien.

Doctor González Alcántara Carrancá, a nombre de mis compañeras y compañeros le doy la bienvenida a esta su casa como Ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

No hay duda, ni sombra de ello, que su amplia trayectoria jurisdiccional y académica hará que su honestidad y esfuerzo refleje los ideales que siempre lo han distinguido y ahora nos permitirá compartir.

Muchas gracias.
Suprema Corte de Justicia de la Nación, enero 2019.