Por: Melisa Carrillo

El 15 de abril de 1957, un suceso terrible conmocionó a todo un pueblo, Pedro Infante, el Ídolo de México, perdió la vida durante un accidente aéreo en Mérida Yucatán. Durante las exequias cientos de personas se congregaron en las calles para acompañar el paso del cuerpo del artista, y para darle un último adiós en el Panteón Jardín.

Pedro abandonó este mundo a los 39 años y en la cumbre de su carrera, después de haber grabado la película que pondría su nombre en alto ya no sólo en la industria del cine mexicano, sino entre los grandes de la cinematografía mundial.

Infante no pudo ver concluida Tizoc (Amor indio), ni le fue posible recibir el Oso de Plata que ese año le dio el Festival internacional de Cine de Berlín para reconocerlo como uno de los mejores del mundo. Sin embargo, la muerte prematura del ídolo de México, sería uno de los factores que ayudarían a mitificar su figura a lo largo de la historia.

El ídolo de Guamúchil nació en Mazatlán, Sinaloa el 18 de noviembre de 1917. Desde joven incursionó en la música, cantando y tocando la guitarra en su pueblo natal, y posteriormente grabando en estaciones de radio de Sinaloa y la Ciudad de México.

Posteriormente, incursionaría en el cine participando como extra en algunas películas, antes de ser descubierto por el director Ismael Rodríguez, que por ese entonces también iniciaba su carrera en el cine. Desde el inicio de sus colaboraciones, Ismael encontró en Infante a un hombre con un talento extraordinario para la actuación, y al que entregaría los papeles que lo inmortalizarían para siempre.

A pesar de no contar con una preparación formal para la actuación ni una voz tan potente como la de Jorge Negrete y otros artistas de la época, Pedro se distinguió rápidamente en una época llena de estrellas, debido a la forma en la que se adentraba en los personajes, y la actuación que acompañaba a todas sus interpretaciones musicales.

Fue así como pasó de participar en películas como Jesusita en Chihuahua y Arriba las mujeres, a estelarizar películas clásicas de la época de Oro del Cine Mexicano, como Los Tres García, Nosotros los pobres, La oveja negra y Tizoc (Amor indio).

En esta época Pedro compartió escena con actores inolvidables como Sara García, conocida como la abuelita del cine mexicano, Fernando Soler, cuya actuación de Cruz Treviño en No desearás a la mujer de tu hijo, le daría un Ariel a mejor actor en 1951, y Abel Salazar, actor y productor con el que colaboró en 1946 durante la cinta Los Tres García.

En la pantalla grande, Infante encontró a su pareja ideal en la actriz Blanca Estela Pavón, quien lo acompañó en películas como Cuando lloran los valientes, Los Tres Huastecos, La mujer que yo perdí, y en la trilogía conformada por Nosotros los pobres, Ustedes los ricos y Pepe el Toro.

En esta trilogía de películas, la actuación de Infante como carpintero humilde y simpático, combinado con el carisma de los personajes, y la interpretación de canciones como Amorcito corazón, ahora una pieza inolvidable de la cultura popular, significó para Pedro y  el director Ismael Rodríguez, su pase a la inmortalidad.

A lo largo de su trayectoria, la versatilidad que poseía, permitió a Pedro Infante representar numerosos papeles, en los que interpretó a personajes de la vida común con los que la sociedad mexicana se identificó. Fue así como su interpretación de un policía de tránsito en la cinta A.T.M. A toda máquina, le hizo merecedor del afecto de este cuerpo policial, y de los motociclistas que actualmente siguen practicando la acrobacia motorizada en nuestro país.

El carisma y la sencillez que lo caracterizaban, así como la dulzura y el cariño que demostraba a sus abuelas y niños durante las filmaciones, lo hicieron merecedor del afecto de diferentes generaciones a lo largo de los años. Asimismo, su interpretación de hombre pícaro, mujeriego y de buen corazón, cautivó a cientos de mujeres mexicanas, y fungió como una imagen del mexicano ante el mundo.

En la música, Infante dejó joyas inolvidables como Amorcito corazón, Yo no fui, de Consuelito Velázquez, y su interpretación de las Mañanitas, que sigue siendo una de las versiones favoritas de las familias mexicanas. Por otra parte, Pedro también cantó rancheras, sones, corridos y boleros, que ahora forman parte del repertorio popular.

A 60 años su muerte, el legado de Pedro Infante es impresionante, con más de 60 películas y más de 300 canciones grabadas, Infante es y seguirá siendo el Ídolo de México.