Por: Redacción

El Día de Muertos es una tradición milenaria, es una celebración de “vida”, una forma de sentir cerca a los seres queridos que han partido al misterioso y fascinante “lugar de los muertos”.

En esta celebración es tradición colocar un altar de muertos, que es una construcción simbólica, una muestra de cariño para honrarlos con una ofrenda en la que se disponen los platillos y bebidas que fueron las favoritas de las personas a lo largo de sus vidas.

Los elementos esenciales en la ofrenda son el agua, la sal, velas, veladoras, copal, papel picado, incienso, flores, retratos del difunto, calaveras de azúcar, comida, bebida y dulces. Estos se disponen en niveles que representan la cosmovisión, el mundo material y el inmaterial o los cuatro elementos, en cada uno de ellos se colocan los diferentes objetos simbólicos que la conforman.

Esta es una época de retornos: los vivos vuelven a participar en los preparativos de la celebración. Regresan las almas de los seres queridos a compartir los alimentos que les ofrecemos con cariño, entonces, vivos y muertos están juntos nuevamente. Y así, de familia en familia, de una generación a otra, esta milenaria tradición continúa… viva.

Finalmente, cabe destacar que México produce los elementos que dan vida a la ofrenda, he aquí algunos de ellos con sus respectivas cantidades: calabaza de cáscara dura, poco más de 133 mil toneladas, naranja más de 4 millones de toneladas, tejocotes 4 mil toneladas, y cera en greña más de mil toneladas.