Por: César Hernández/

El último integrante del colectivo Hermanos Mayo- agencia que inmortalizó buena parte del siglo XX mexicano y retrató la Guerra Civil española- Pablo del Castillo Cubillo falleció la noche de ayer a los 94 años de edad.

El fotógrafo español siempre se caracterizó por un carisma inigualable, al igual que ser el portador de dos relojes en su muñeca, en uno marcaba la hora de España y el otro, la de su segunda tierra, México, país donde se refugió durante la posguerra y mantuvo el trabajo iniciado por los del Castillo y los Souza.

Dentro de los cinco integrantes que compusieron Hermanos Mayo, Pablo fue el único de ellos quien no logró fotografiar el proceso del conflicto bélico español, pues durante su proceso él sólo tenía 13 años y, debido al triunfo de Franco, la agencia se trasladó del otro lado del Atlántico. Sin embargo, Pablo vivió nueve años más en España, bajo un panorama escabroso y empobrecido que no lo detuvo a seguir luchando con aquel estudio fotográfico que abrió cerca de la estación de Atocha, en el Paseo de las Delicias de Madrid, según contó en entrevista para El País.

Después de que la tragedia de la guerra lo dejaran marcado, el artista se trasladó a México para encontrarse con sus hermanos y ser uno de los íconos más representativos de la fotografía nacional e internacional, pues la manera en que logró retratar la realidad de acontecimientos representativos como la matanza de Tlatelolco en 1968, los Juegos Olímpicos de ese mismo año o el terremoto que sacudió Ciudad de México en 1985 cautivaron al público e incomodaron a algunos funcionarios políticos.

Y aunque su obra se impregnó de una severa crítica social y siempre se veía amenzado, en su momento, el fotógrafo confesó que “Siempre llevaba en un bolsillo carretes sin usar, cuando me los pedían entregaba esos como si estuviese enfadado”. Sin duda alguna, un fotógrafo dedicado y comprometido con su época histórica, pues, aunque el siglo pasado se escribió con sangre y autoritarismo, él lo combatió con los lentes de su cámara.

El autor de más de 60 años de historia fotográfica se despide sin antes no haber dejado anécdotas y, en conjunto con sus hermanos y colaboradores, cinco millones de negativos, tanto en color como en blanco y negro, que se encuentra en el Archivo General de la Nación (México).