Por: Redacción

Para el escritor Ignacio Padilla (Ciudad de México, 1968) es imposible imaginarse sin escribir y afirmó: “Generalmente la literatura es una actividad solitaria, no me dejarán mentir y, sin embargo, he tenido la fortuna de vivir la literatura como una actividad de grupo, de amistad, la generación del Crack es sólo un ejemplo”.

Entre amigos, colegas y lectores, el autor de El androide y las quimeras, participó en el ciclo Protagonistas de la Literatura Mexicana en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes.

Acompañado de Ana García Bergua y Jorge Fernández Granados, Ignacio Padilla dijo sentir una pasión desbordada por las palabras.

“Las veo como animales vivos, las busco, las rebusco, las reinvento y, por otro lado, tengo el gran dilema de que a mí lo que me gusta es contar historias y mi lucha de vida literaria ha sido tratar que las palabras no se coman en ocasiones a mis historias o a mis ensayos”.

Ignacio Padilla ha publicado alrededor de 30 libros que abarcan cuento, novela, ensayo, crónica, teatro y literatura para niños.

Sin embargo, reconoció que suele intentar y ha querido dedicarse a hacer una propuesta como cuentista, al ser el género en el que mejor y más agusto se siente, pues es en el cuento donde da cabida a su obsesión por las palabras.

“Me siento con mayor libertad de pulir el diamante en bruto del lenguaje y he propuesto una obra cuentística como proyecto de vida”, dijo el autor del proyecto Micropedia, tetralogía de colecciones de cuentos temáticos que comenzó con la escritura de Las antípodas y el siglo, hace 20 años.

Para el poeta Jorge Fernández Granados, la vocación literaria “ha sido en la vida y obra de Ignacio Padilla un centro radiante que ha dado coherencia y esplendor a una trayectoria que hoy sin duda atraviesa su plena madurez”.

Mediante dos anécdotas, Jorge Fernández Granados mostró la personalidad observadora y literaria del ganador del Premio Internacional Juan Rulfo de Cuento 2008, al destacar que en sus novelas, ensayos y particularmente en sus relatos, la imaginación no es un recurso al servicio de la trama, sino es la trama misma al servicio del discurso literario.

Expresó que en su obra las dimensiones imaginarias irrumpen y trastocan la convención de lo real, mientras que sus historias se desarrollan en un lugar no precisado donde el tiempo es alterado y “atópico”.

“Muchas cosas podrían comentarse sobre la obra literaria. Las habilidades centrales decisivas en un escritor son quizá la imaginación y el lenguaje. Ambas destrezas están presentes en cada uno de sus textos”.

Para concluir con la velada, Ignacio Padilla dio lectura a Cornelius Max pinta macacos, cuento que aparece en su libro Las fauces del abismo.