Por: Redacción

De su padre aprendió a amasar arcilla cuando era niña, a teñirla del beige y rojo tradicionales de los artesanos de su pueblo, pero Enedina Vásquez Cruz fue más curiosa y se dedicó a observar su entorno de donde adquirió un conocimiento tan profundo de su tierra que le permitió crear una extensa paleta de 80 colores extraídos de minerales naturales.

“Aquí no saben que en la tierra hay un sinfín de colores, se la pasan pisando terrones de tierra, les pasan encima el ganado y yo les digo: ‘¡Hey, espérense!, ¿qué no ven que ahí están mis engobes?’. No ven lo que yo estoy viendo, porque lo que ellos van pisando yo lo convierto en colores”, narra.

Enedina Vásquez nació en la región de los valles de Oaxaca, en Santa María Atzompa, en 1963, en uno de los 570 municipios que conforman el estado donde sobrevive una tradición alfarera. Usa la técnica de preparación del único engobe que le enseñó su padre cuando era niña, pero sus experimentaciones la colocaron como una de las artistas oaxaqueñas más destacadas, merecedora del Premio Nacional de Cerámica en el 2013.

“Mi padre me heredó su talento, me enseñó a trabajar, a separar los barros, a hacer sola mis hornos y mis creaciones. Por más de 20 años me he dedicado a crear nuevos colores de minerales, porque mi papá me enseñó solamente el beige y el rojo, y ahora tengo una paleta de 80 colores, producto de mis aciertos y de mis errores”, relata.

El galardón es uno de los más importantes que ha recibido la ceramista oaxaqueña en su trayectoria. Enedina Vásquez también obtuvo el segundo lugar en la categoría de barro natural en el Sexto Concurso Nacional Grandes Obras Maestras, Leyendas Vivientes, y sus trabajos han figurado en publicaciones como Fomento Cultural Banamex, Grandes Maestros de Arte Popular de Oaxaca, Grandes Maestros de Iberoamérica, Artes de México, Arqueología de México.

“Me sentí muy orgullosa –agrega– porque el Presidente me lo otorgó en las manos. Reconoció mi trabajo y mis creaciones; pero creo que sobre todo, valoró que soy una mujer y una artesana indígena. En mi caso tuve que luchar contra viento y marea para romper ciertas normas que una no se puede brincar en el pueblo, como dejar el oficio del marido y salir de casa para trabajar”.

Enedina Vásquez considera que uno de sus máximos logros ha sido crear una extensa variedad de colores, pues le gusta igualar las tonalidades que los antiguos pobladores plasmaron en sus piezas y que se han encontrado en las zonas arqueológicas de su población. “Hay vasijas con tonalidades como las que ahora tengo; eso me enorgullece porque sin saber cómo las hicieron, yo las estoy igualando con mis propias búsquedas, mis propias mezclas, buscando la alineación entre los barros. Paso días y noches pensando cómo las pudieron obtener”.

Enedina Vásquez ha transformado el barro de Atzompa en figuras precisas y perfiladas como la Virgen de la Soledad, patrona de los oaxaqueños, así como otras piezas de tema religioso, que se distinguen por el desmedido cuidado de los detalles y una aplicación de color en engobes, única y distintiva de su estilo artesanal.

La ceramista oaxaqueña invita a las mujeres artesanas e indígenas a participar en el Premio Nacional de la Cerámica porque, asegura, es un medio de reconocimiento a su ardua labor y porque les brinda la oportunidad de compartir con el país su trabajo y creatividad.

La convocatoria del XLI Premio Nacional de Cerámica 2017 permanece abierta. Los artesanos locales podrán registrarse los días 22 y 23 de junio y los foráneos los días 24, 25 y 26 del mismo mes en un horario de 9:00 a 18:00 horas, en las instalaciones del Centro Cultural El Refugio de San Pedro Tlaquepaque.