Por: César Hernández/

Con más de 9 mil asistentes, las áreas verdes del Centro Nacional de las Artes (Cenart) despidieron la vigésima segunda edición del Festival Eurojazz en compañía del pianista polaco Leszek Możdżer, quien con un performance de solo piano, demostró cómo es posible seguir experimentando con el jazz a través de objetos simples de la vida cotidiana para crear sonidos armónicos experimentales.

Creador de un estilo en el que el sonido y la atmósfera se generan a partir del estado de ánimo, Możdżer comenzó su concierto con una improvisación melancólica enérgica, subiendo y bajando los tiempos para así, entre la serenidad del ambiente y los asistentes, crear una tempestad provocativa repleta de graves y agudos estrepitosos.

Con el rostro siempre escondido entre el cabello, el pianista comenzó a crear una experimentación artística con la caja de resonancia, introduciendo un collar que hacía vibrar las cuerdas, generando un sonido de cascabeles que chocan al vaivén de los sonidos producidos por la mano derecha.

Inoportunamente, Leszek comenzó a introducir la obra de Fryderyk Chopin, con un estilo poco convencional, pues si bien la armonía continuaba siendo melancólica, los movimientos a través del piano comenzaban a ser más estridentes, como si el propio pianista estuviese conversando con la tierra para hacerla despertar a martillazos.

Con un público tendido sobre el pasto, los movimientos de Johann Bach comenzaron a hacer presencia pero ahora-bajo el propio performance del poloca- con un ritmo jazzístico inigualable, ya que el equilibrio entre la nomenclatura de la obra se respetaba, pero los toques y golpes jazzísticos de la mano izquierda generaban un movimiento más rítmico y digerible.

Minutos más tarde y al comenzar su sig, uiente pieza, el pianista marcaba los tiempos con la primeras notas, acogiendo al público para que este estuviese mejor conectado con él y siguiera el compás, ofreciendo un staccato dulce y ligero que, al ahogar la vibración de las cuerdas graves, parecía que se acompañaba de un violín muteado.

Concluyendo con esta pieza, Leszek Możdżer se tomó la libertad de relucir su español y pronunciar: “los conciertos en la naturaleza son los mejores porque podemos sentir el contacto con nuestra madre tierra” concluyendo con la agresividad del Revolutionary Etude Op. 10 No.12 de Chopin, llevándose así los aplausos y ovaciones de un público emocionado y agradecido por su presentación.

Y como de costumbres, no podría faltar un último tema pedido bajo los gritos de “¡Otra! ¡Otra!”. Sin negarse, el pianista salió y ofreció un tema corto en donde introducía su mano a las cuerdas del piano y así, generar una atmósfera experimental muy bien recibida.

Es así como el festival Eurojazz 2019 concluye con el agradecimiento del embajador de la Unión Europea en México, Klaus Rudischhauser, haciendo hincapié que para la edición 2020 se seguirán ofreciendo conciertos de esta calidad musical.