Por: MUGS Redacción 

En 2016 se cumplirán 25 años de investigaciones arqueológicas en Cerro de Trincheras, Sonora, uno de los sitios prehispánicos más importantes del noroeste de México y donde el trabajo multidisciplinario de especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y otras instituciones del país y de Estados Unidos ha arrojado importantes descubrimientos y revelado el rostro oculto de la colina modificada por grupos humanos para habitarla hace 900 años.

En conjunto, comunidad y zona arqueológica dan sentido a una población alejada geográficamente del desarrollo de las grandes urbes y cercana a sus fundadores ancestrales.

Más allá de considerar los sitios arqueológicos como opción turística, en Cerro de Trincheras, a la par de la investigación, el INAH trabaja un nuevo modelo interpretativo con el cual ha contribuido a fortalecer el tejido social ―conforme al Plan Nacional de Desarrollo 2013-2018-, de una localidad que ha logrado incidir con éxito en la población y en los distintos niveles de gobierno sobre la necesidad de preservar el patrimonio como símbolo de identidad.

Así quedó asentado durante la jornada de talleres educativos, celebrada en el Centro Interpretativo de la Zona Arqueológica Cerro de Trincheras, donde se dieron cita autoridades del INAH, municipales, profesores de la localidad, museólogos especializados en vinculación con comunidades, arqueólogos, antropólogos, talleristas y 60 estudiantes de nivel básico y medio para identificar de manera conjunta las necesidades culturales y educativas y perfilar el programa a seguir en 2016.

El próximo año, el INAH continuará trabajando con las instituciones educativas y el Ayuntamiento de Trincheras para generar exposiciones, actividades de divulgación y producción de materiales didácticos, informó Norma Ávila Meléndez, subdirectora del Programa Nacional de Espacios Comunitarios del Instituto, quien explicó que  la Coordinación Nacional de Museos y Exposiciones del INAH desarrolla diferentes experiencias sistematizadas para acercar a la población del país al patrimonio. Una de las líneas de acción consiste en ofrecer asesorías y talleres a las comunidades, como ocurrió ahora en Trincheras a solicitud del Centro INAH Sonora.

El pueblo de Trincheras es la cabecera del municipio del mismo nombre. Se ubica a 230 kilómetros de Hermosillo en la región del desierto, donde en verano el termómetro rebasa los 50 grados.

Luego de transitar tres horas sobre la carretera federal 2, entre Santa Ana y Caborca, se toma el camino asfaltado de aproximadamente cuatro kilómetros que conduce hasta las faldas de un cerro de 170 metros de altura: ahí se asienta la zona arqueológica conformada por más de 900 terrazas prehispánicas edificadas con muros de piedras acomodadas sin argamasa para nivelar el terreno. Sobre las terrazas hubo casas.

El asentamiento prehispánico está dividido del actual pueblo de Trincheras por la vía de un tren de carga, que cuatro veces al día interrumpe el silencio del extenso valle del río Magdalena en su trayecto de Benjamín Hill a Mexicali.

El poblado cuenta con escuelas de nivel básico, desde 2013 con una telesecundaria y a partir de 2014 con un telebachillerato comunitario Cecytes. Está por reabrir una biblioteca municipal. Las casas son de un nivel, en el interior de algunas de ellas se produce el queso cocido, importante fuente de sustento de los pobladores de Trincheras que también se dedican a la ganadería, trabajan en minas y practican el comercio en menor escala.

El antropólogo José Luis Perea González, director del Centro INAH Sonora, dijo que desde 2011 —cuando el INAH abrió la zona arqueológica al público con la colaboración del municipio— se generó la posibilidad de tener un espacio cultural a nivel regional de vocación educativa: el Centro de Visitantes está cumpliendo con ese fin. Es un foro que se ha ido construyendo con la participación de toda la comunidad y otros organismos del estado.

“El INAH tiene claridad en desarrollar un papel activo en términos de lo que representan los monumentos históricos y arqueológicos en relación con sus comunidades y, en ese sentido, trabaja con el interés de construir el conocimiento científico ligado a los propósitos de éstas, a la forma en que se identifican con el patrimonio y en que lo usan social, cultural y económicamente. De ahí que se redoblen esfuerzos por desarrollar este tipo de experiencias”.

A la jornada de talleres asistió Migdelina García Reyna, presidenta municipal de Trincheras, quien resaltó uno de los ejes rectores de su gobierno: el impulso a la cultura, asimismo reiteró el compromiso de apoyar el Proyecto de Cerro de Trincheras para fortalecer las tradiciones e historia de su pueblo.

Rogelio León es el cronista de la población y custodio de la zona arqueológica desde que abrió oficialmente al público. Explica que antes de que iniciaran las investigaciones el Cerro de Trincheras tenía otro rostro: era parte de la naturaleza. Es punto de referencia para los juegos infantiles y lugar de las familias para un día de campo, pero el pueblo no sabía lo que ahí había ocurrido entre los años 1300 y 1450.

En el Centro de Visitantes, el INAH ha ofrecido talleres dirigidos a sensibilizar a la comunidad sobre su patrimonio. Julio Perea, director de artes escénicas, impartió uno de teatro. Su proyecto, apoyado por el Programa Alas y Raíces a los Niños del Conaculta, permitió que cuatro niños de Trincheras viajaran a  Puebla a la Muestra de Teatro hecho por niños y niñas. La representación Tierra, a través de diferentes cuadros escénicos, mostró lo que los menores identifican como su patrimonio y que constituye su identidad.

La zona arqueológica se ha ido construyendo a lo largo del tiempo y ha crecido a la par de la comunidad, dice Elisa Villalpando Canchola, arqueóloga del Centro INAH-Sonora. Ella comenzó a caminar Cerro de Trincheras hace casi un cuarto de siglo: hizo recorridos, trazó mapas, buscó fuentes históricas, comparó resultados con otros sitios del noroeste y en 1995, hace 20 años, dio inicio a las exploraciones integrando un equipo binacional codirigido por ella y el arqueólogo Randall McGuire, de la Universidad de Binghamton, Estados Unidos.

“En 20 años de exploraciones ha habido un cambio sustancial en la percepción de lo que fue Cerro de Trincheras. Ahora se conoce que tuvo una organización social compleja con una jerarquía bien delimitada, reflejada en la arquitectura construida en el cerro donde existen áreas de uso común, sectores de acceso restringido a ceremonias, dos marcadores arqueoastronómicos y un espacio para producir ornamentos de conchas. Recientemente se descubrieron importantes vestigios que dan cuenta de un elaborado tratamiento funerario”, detalló.

Lo anterior ha permitido que el público y los habitantes de Trincheras modifiquen la visión de lo que ocurrió en Sonora en la época prehispánica y adviertan la gran riqueza cultural desarrollada por los pueblos prehispánicos del desierto, tan brillantes como los mesoamericanos.

(Con información del INAH)