Por:   Arnulfo Roque Huerta/

Corría el año de 1918 cuando el entonces presidente Venustiano Carranza firmó el decreto para conmemorar el día del maestro y aunque la UNESCO recomienda la celebración el 5 de octubre, en México se lleva a cabo el 15 de mayo. Dicha celebración no es una más de las que tenemos en el país, pues todas las profesiones habidas y por haber dependen de ésta y es que es el profesor un pilar muy importarte en el crecimiento intelectual, social y económico de cualquier nación.

El profesor tiene la capacidad de impactar a los alumnos y marcar su futuro, solamente que este impacto puede ser positivo o negativo; existen muchos adultos de hoy que vieron en sus profesores el fin de sus sueños, que un solo profesor los orilló a abandonar la escuela y con ello hacer a un lado toda oportunidad de conseguir una meta marcada desde la infancia.

Yo recuerdo bien a un profesor en la facultad que muchos admiraban más por miedo que por que en verdad vieran en él un ejemplo de conocimiento y enseñanza. Este profesor se caracterizaba por insultar, ridiculizar y ofender a alumnos y alumnas por igual, hablaba de muchas cosas presumiendo inteligencia pero ahora que estoy de este lado me doy cuenta que poco de lo que decía era real, importante y/o relevante; vi a muchos compañeros abandonar su clase con enojo, tristeza y hasta lágrimas después de intentar enfrentarlo; yo pasé la materia sin mucho problema pero no aprendí nada, no me dejó nada, no lo pude admirar y mucho menos verlo como modelo a seguir.

Por supuesto a lo largo de mi vida estudiantil me encontré con profesores excelentes que no solo se limitaban a dar su clase, sino a motivarme y encontrar talentos en mí y en mis compañeros los cuales nosotros no conocíamos, me encontré profesores que fueron psicólogos, consejeros, enfermeros y por qué no hasta padres y para ellos es mi reconocimiento pues la docencia no es una simple profesión sino una vocación, un modo de vida ya que el profesor tienen en sus manos la capacidad de construir un futuro, rescatar una vida y hasta de curar un corazón herido.

En estos tiempos el profesor ha ido perdiendo respeto, credibilidad, además de confianza, pues debo admitir (tristemente) que existen muchos por ahí que solo buscan cumplir un horario y otros ni eso, pues se la pasan de huelga en huelga, algunos compañeros se preocupan más por sus derechos que por sus obligaciones, otros se meten en la política y se olvidan de la educación; no son pocos los que se olvidaron de su responsabilidad, ética, moral y social, siendo llamados profesores solo por el título y no por la acción.

Pero me agrado en decir que estos son la minoría pues aunque muchos no lo crean los buenos profesores existen y persisten, surgen nuevos día con día y luchan con gallardía e ímpetu por recobrar la reputación perdida a través del tiempo, a esos son los que tenemos que ver, a estos son los que tenemos que reconocer, a los que tenemos que impulsar a seguir a delante en tan honrosa profesión, son ellos los que merecen celebrar ese día, recibir una palmada en el hombro y hacerles saber que están haciendo un trabajo genial que ayudará a más de uno a ser cada día mejor.

Yo felicito a los profesores de mis hijos pues veo su dedicación cada día, particularmente a la profesora Magali Morales por su dedicación durante tres años dentro del aula en la enseñanza de mi hijo menor y la cual hasta hoy fecha (aun sin ser ya su profesora) sigue apoyándolo en sus estudios; al profesor Cutberto Ríos que no se conformó con los materiales habituales de un docente sino que además hizo uso de instrumentos musicales y narraciones extraordinarias para llevar el conocimiento a mi hijo mayor durante varios años; sin duda mi felicitación y respeto al profesor Jacinto Bonilla por la paciencia y dedicación mostrada a mi pequeño todo este ciclo escolar así como por sus muestras de apoyo, cariño y motivación cada día de clases.

Mi reconocimiento y admiración a la familia Gil Velasco los cuales son una dinastía de profesores que ha instruido a chicos y grandes (algunos) desde hace ya más de treinta años; a mi suegra quien aunque ya se encuentra jubilada sigue recibiendo el reconocimiento de muchos de sus alumnos quienes ya tienen una profesión y saben que en mucho se lo deben a sus enseñanzas; a mis compañeros y amigos profesores que se esfuerzan todos los días por educar jóvenes y niños esperando un mañana mejor y un país más educado; a mi inolvidable profesor Juanito que aunque ya no está en este mundo dejó su huella en muchos quienes al igual que yo lo vimos como un ejemplo de verdadero maestro y por supuesto al maestro Jorge López quien en gran parte me ayudó a encontrar el camino hacia el Maestro de maestros.

Concluyo con esta frase de Nichlas Sparks: “Los maestros inspiran, entretienen y acabas aprendiendo mucho de ellos aunque no te des cuenta”.