Por: Risso Alberto

Nueva York, finales de los años 70: crisis económica, prostitución, drogas ya instaladas en la calle, diversidad cultural e injusticia social. El centro de Manhattan concretamente, se convirtió en un refugio para artistas y bohemios, la mayoría marginados que utilizaron el contexto de ese momento como inspiración para explotar su talento.

En ese entonces Nueva York era un lugar donde se estaban dando de manera espontánea (o a lo mejor, empujados por el contexto) constantes erupciones de creatividad, casi todos tenían su crew, eran pintores, rapeaban o eran b-boys, todos se relacionaban entre ellos, como una gran comunidad.

Hubo alguien que fue capaz de crear un centro de gravedad alrededor del que giraron varias/muchas temáticas, como la emancipación del hip-hop, la renovación de un ‘mercado’ artístico hambriento de realidad, elitista, monótono, estancado, las expresiones mas diversas, la conceptualización del graffiti o la poesía, usada como un lenguaje  satírico o filosófico surgido directamente de la calle Jean-Michel Basquiat era algo así como el epicentro.

Basquiat, hijo de un contador haitiano y una diseñadora gráfica puertorriqueña, educado y relacionado con el arte desde muy pequeño, con muestras de una gran inteligencia y de una familia con una situación económica relativamente buena, en 1977 con 17 años, decide dejar su casa en Brooklyn para sumergirse en el submundo del bajo Manhattan, SoHo y el East Village; Ahí es donde conoce a Al Díaz, que seria quién lo introduciría en el mundo del graffiti y la contracultura de la zona.

SAMO tag, 1978

Juntos iniciaron el primer proyecto con el que alcanzaron notoriedad: SAMO. Una sigla que decía ‘Same Old Shit’ – ‘La misma mierda vieja’

“Paga la sopa, construye un fuerte, prendele fuego”, “Es una mujer vieja”, “SAMO como una expresion de amor espiritual”, “SAMO como fin del lavado de cerebro, nada de política y falsa filosofía”, eran algunos de los mensajes o lemas que aparecieron en el Village y de los que en un principio nadie sabia quién era el autor

No era graffiti clásico, no eran tags orientados al hip-hop, sino una especie de adaptación de las imágenes y conciencia de Brassaï, el primer artista que catalogó el graffiti como una forma de arte; manifestaciones urbanas provocadoras, que buscaban generar una reflexión y que no se mostraban como la típica y banal forma de narcisismo, como para algunos puede ser el graffiti, era, en su momento, un new wave del graffiti en la que se omitía al autor, que se desapegaba del ego y parecía ser que la autoría le correspondía a la calle misma.

SAMO era la caricatura de los valores y creencias expandidas como un virus en la sociedad moderna.

La repercusión de SAMO en Nueva York se notaba; un articulo en The Village Voice fue el primer indicio de que la comunidad que rodeaba al arte en ese entonces se interesaba por la visión de Basquiat, quien dio la cara como SAMO en una de las multitudinarias fiestas de Michael Holman.

En 1978, aparece un lapidario ‘SAMO is dead’ anunciando el fin de la relación con Al Díaz, esta fué la primera prueba del entendimiento que Basquiat tenia de los mecanismos de la escena artística, se involucró con el graffiti dando su propia perspectiva, justo cuando ésta estaba a punto de ser un artefacto más de los absorbidos por el mercado, se alejó del graffiti cuando el interés público decayó.

SAMO is Dead Tag, 1977

Basquiat entendía que, para que su propuesta tuviera el efecto esperado no tenía que pintar en vagones o edificios abandonados, tenía que llevar su manera del graffiti a las zonas dominadas por el mercado blanco, donde realmente tuviera notoriedad, de manera radical e inteligente.

En esa fiesta donde se dio a conocer como SAMO, conoció a Holman y aquella misma noche ambos fundaron Gray (primer síntoma de su obsesión por el libro Gray’s Anatomy que su mama le regaló a los 7 años cuando estaba en el hospital después de un accidente), banda que se convertiría en la primera gran obra pública del artista y una de las muchas cosas que dejó incompletas.

Después de eso, lo que él mismo llamaría la Baby Crowd se extendería con Vincent Gallo, Wayne Clifford, Justin Thyme, Nick Taylor y Shannon Dawson, quiénes ayudarían a que la banda tuviera un aspecto más completo.

En palabras del mismo Basquiat Gray era ‘algo incompleto, abrasivo y extrañamente hermoso’. Con el tiempo y debido a el auge de la obra de Basquiat, este proyecto se fue diluyendo, dejando únicamente 5 o 6 composiciones grabadas y no editadas oficialmente hasta hace unos años.

Basquiat era como un mendigo de 18 años que hacía lo necesario para sobrevivir, un joven ‘rebelde’ y ‘bohemio’ que vendía postales y playeras pintadas por él. Algunas de sus más fuertes amistades en ese tiempo fueron Fab 5 Freddy o el enigmático Rammelzee, al que años más tarde decoraría su más famoso single ‘Beat Bop’, elevando la mitología que ya de por sí rodeaba al material, posiblemente el más visionario de la historia del género. Basquiat se sentía en su hábitat en la escena del Village, en lugares como el Mudd Club, el CBGB o el Club 57, tres de los mas clásicos de la No Wave neoyorkina

Pero fue una conexión particular, una amistad hecha y cimentada en la noche, en la misma pista del Mudd Club, la que dio a Basquiat la oportunidad de empezar a abrirse camino en el arte: Diego Cortez vio sus primeros dibujos y le dijo que probara con el arte. De hecho, sus primeras pinturas en tela y lienzo fueron las que Basquiat realizó para ilustrar y utilizar en el largometraje protagonizado por el mismo Basquiat, Downtown 81, que mostraba a un joven pintor que intenta abrirse paso en NY, y para el que reprodujo algunas de sus actuaciones como SAMO.

Basquiat tenía algo así como un don especial, una sofisticación única para ser tan joven, sus obras parecían siempre incompletas, obras sin terminar; su aspecto era radical y su contenido muy directo, instintivo. La gran virtud del primer Basquiat fue la de capturar la energía de la calle y trasladarla a una obra de arte, podía acceder a su memoria y experiencias, canalizarlas y plasmarlas en el lienzo.

Su pasión por las caricaturas también estuvo muy presente en sus inicios. Era un artista multidisciplinario y muy físico: mientras pintaba, escuchaba y veía la televisión, exploraba una pila de libros o se dejaba llevar por el Bebop o el ‘Bolero’ de Ravel.

Sus comienzos son un momento clave en la corta pero intensa carrera de Basquiat: no tenía poder económico y a veces pintaba en ventanas, puertas, neveras o lo que encontraba por la calle, solo Diego Cortez le entregaba de vez en cuando algún lienzo. Aún así, la transición de la calle al lienzo, hoy por hoy, se recuerda como su época más brillante: graffitis sígnicos se mezclan con visiones de la calle y formas simbólicas de tradiciones culturales primitivas, como máscaras, esqueletos y calaveras.

Fallen Angel, Jean Michel Basquiat, 1981

Comienzan a notarse los primeros síntomas de genialidad, como la utilización de una imaginería ‘negra’, usada con ansiedad, con ganas de someterla a una pronunciada universalidad; además de su sutileza al captar influencias, su apropiación singularizada: no copiaba, improvisaba versiones diferentes de los rasgos de Picasso, de Kooning, Pollock, Da Vinci, se inspiraba en los textos de Burroughs, en John Cage, Miles Davis. No escondía sus influencias, sino que las presentaba desde si mismo.

Hay quienes han comparado las técnicas y el estilo de Basquiat con la era digital basada en Internet, en la que se tiene acceso a mucha informacion de manera inmediata y que acaba creando un imaginario con cabos sueltos o sin completar en nuestro cerebro. Los cuadros de Basquiat eran como capas y capas de conocimiento o información superpuestas y presentadas como una gran amalgama, algunas veces indescifrable.

Por la proximidad de la irrupción del pintor y la madurez de la cultura hip-hop, su método a la hora de apropiarse de muestras, contenido y rasgos de muchas culturas diferentes, ha sido comparada con el sampling, así como una manera más sofisticada y violenta de presentar las primitivas técnicas de los surrealistas o de cut up o técnica de recortes de William S. Burroughs.

Deborah Harry de Blondie compró su primer cuadro por 200 dolares, después vino el Times Square Show, con Keith Haring y Kenny Scharf entre otros, la New York New Wave, el PS1 y la aparición de Annina Nosei, su primera galerista y con la que firmó su primera exposición en solitario.

Más tarde aparecería Rene Ricard con su artículo en Art Forum, ‘The Radiant Child’, en el que afirmaba “hemos encontrado el niño radiante del siglo” y que “nadie quiere ser parte de una generación que ignora a otro Van Gogh” y lo posicionaba como el futuro del arte contemporáneo.

Lo que podríamos llamar como una ‘segunda etapa’ podría ser la de un ascenso metódico: primero Larry Gagosian se lo lleva a una exposición en Hollywood; después aparece en el dominical del New York Times y comienza su estrecha relación con el que sería una especie de mentor público, Andy Warhol, rey del mercado del arte en aquellos momentos junto a Julian Schnabel, del que también se hizo íntimo. Cuadros poblados de palabras-conceptos, imágenes vudú, arcaicas, retratos-homenajes a héroes de la cultura negra -músicos de jazz como Charlie Parker, Art Blakey, escritores, jugadores de baloncesto, boxeadores como Joe Louis o Muhammad Ali- y referencias al escalante consumismo y ambiente capitalista norteamericano.

Su arte se centraba en la experiencia de ser negro, exploraba su historia y sus raíces, él decía ‘soy un rey negro y acabaré con la élite que controla el valor de mi raza’. Canalizaba su infancia en su manera de dibujar y convertía sus obras en galaxias de realidad que explotaba, a lo que le decía ‘Boom, for real!’.

Basquiat estaba lleno de energía y eso se retrataba en la furia de sus obras, primitivas, de pureza casi arcaica, con un vigor expresivo que acabó chocando con un panorama que tal vez no estaba preparado para su obra.

Su arte tenía un perfil demasiado underground y el propio Leo Castelli llegó a rechazarlo para una exposición. Muchos de los galeristas eran escépticos de la ruptura de límites del arte Basquiat.

Consiguió mucho dinero en muy poco tiempo, lo que aumentó una inestabilidad y un carácter auto-destructivo, sumado a la heroína que usaba para concentrarse iniciaron el declive de Basquiat. No llegó nunca a ser considerado como uno de los históricamente más grandes.

La crítica mas tradicional consideraba que el neoexpresionismo era vulgar. Su componente trágico, como el de Pollock y Van Gogh, sus pinturas casi proféticas y la sensación de que no soportaba la realidad acabaron por engrandecer -para mi- a uno de los mas grandes de todos los tiempos.

Su última etapa pictórica destacó por cuadros cada vez más sofisticados en contenido, y en su compleja figuración, creada en base de múltiples y fragmentarias citas hacia culturas primitivas o antiguas (africana, mesoamericanas, incluso referencias a la egipcia o la grecorromana), pero también de la tradición pictórica europea que conocía mucho.

En este punto es importante matizar que la ‘deshumanización’ o ‘salvajización’ de los grafismos/textos usados por su admirado Cy Twombly, los cuales él reinventaba de manera colérica, ganaron espacio y amplitud.

El contenido asustaba esta vez por su simplicidad y la fina capa de ‘terror’ que lo envolvía. Por ejemplo, en Eroica II, pintado en 1988, escribió Man Dies mas de 20 veces.

Riding With Death, una de sus últimas obras y una de las mejor valoradas, apunta claramente hacia síntomas fatídicos.

Riding With Dead, Jean Michel Basquiat, 1988

Un día como hoy, hace 26 años, 12 de Agosto del 88, Basquiat aparece muerto en el piso de su departamento. Su novia lo encontró inconsciente y con síntomas de una sobredosis de heroína, después de pasar seis meses limpio. Desde ese día, se han tejido un montón de historias y versiones en torno a la vida, obra y muerte de Basquiat, haciendo casi imposible diferenciar la realidad de la invención.

Con perspectiva, se puede valorar mejor su importancia: la fuerza, la extraña coherencia de su discurso, el lirismo, la melancolía, el punto de desesperación, el no miedo al color, su preocupación por transmitir en sus cuadros la problemática de las minorías étnicas mostrada con seguridad y complejidad, su narración pictórica radical como arquetipo anti intelectual; La violencia, euforia y su intuición parecen todavía estar frescas, tanto que hasta hace no mucho algunas marcas han sacado lineas de ropa y zapatillas con su trabajo, parte de una identidad, un imaginario o un legado que se mantiene vivo, atemporal y presente ante nuestros ojos.