• “Aún estamos a tiempo de rectificar, porque si nuestro país sigue sin invertir en ciencia y tecnología corremos el riesgo de un atraso permanente”, alertó la doctora María Concepción Gutiérrez Ruiz.

Por: Redacción/

México cuenta con la calidad y la capacidad científica para tener una vacuna propia contra el COVID-19, pero faltan financiamiento y apoyos económicos que permitan ese desarrollo, así como la disminución de los tiempos de importación de los materiales necesarios, coincidieron expertos en la materia de diversas instituciones participantes en la segunda parte de la serie UAM ConCiencia.

“Aún estamos a tiempo de rectificar, porque si nuestro país sigue sin invertir en ciencia y tecnología corremos el riesgo de un atraso permanente”, alertó la doctora María Concepción Gutiérrez Ruiz, Profesora Distinguida de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), en una cápsula del espacio de diálogo entre especialistas, sociedad y comunidad de la Casa abierta al tiempo.

La también miembro de la Junta Directiva de la UAM destacó que investigadores nacionales se han involucrado en la realización de proyectos para contar con una inoculación mexicana contra el virus SARS-COV-2, a pesar del insuficiente soporte gubernamental, por lo que la gran mayoría ha buscado cómo autofinanciarse y establecer métodos de donación en cada una de las organizaciones.

“Una nación que restringe su inversión en ciencia básica difícilmente podrá aplicarla para el avance tecnológico, lo que la limitará a copiar técnicas y, por supuesto, no contribuirá al progreso humano”, declaró la académica del Departamento de Ciencias de la Salud de la Unidad Iztapalapa.

Con el tema Las vacunas COVID-19 desarrolladas en México. La ciencia detrás de las vacunas, esta sesión contó con la intervención de los doctores Laura Palomares Aguilera, directora del Instituto de Biotecnología, campus Morelos, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM); Mauricio Comas García, adscrito a la Facultad de Ciencias y del Centro de Investigación en Ciencias de la Salud y Biomedicina de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí; José Manuel Aguilar Yáñez, presidente y director de Tecnología del Instituto Gould-Stephano, A. C., y Juan Joel Mosqueda Gualito, responsable del Laboratorio de Inmunología y Vacunas de la Universidad Autónoma de Querétaro.

El doctor Mosqueda Gualito consideró que los mexicanos “debemos entender que las inmunizaciones son caras de producir y que el porcentaje de éxito es muy bajo, por lo que muchas empresas no quieren hacerlo hasta que se está en Fase 3 de los ensayos clínicos, sin embargo, se requiere apostar más a la ciencia en cuestión de recursos, porque mientras no tengamos esa solvencia seguiremos dependiendo del extranjero” en este aspecto.

El doctor Comas García manifestó la necesidad de replantear “cómo importamos y exportamos y cómo pensamos en la ciencia”, pronunciándose por que esta pandemia “obligue a tratar de refundarnos como personas y sociedad, porque si no aprendemos de ella estamos condenados a repetir muchos errores”.

El doctor Aguilar Yáñez sostuvo que es fundamental que México haga biológicos, no sólo en una plataforma sino en todas las que puedan crearse a partir de lo que se sabe hacer aquí con mucha calidad, con el fin de estar preparados contra cualquier enfermedad y no sólo en cuanto a los coronavirus y sus variantes.

El país debe “fortalecerse en toda su infraestructura, en capacitar personas y generar empleos con la fabricación de esos mismos fármacos, que también estamos buscando a través de la tecnología, pues hemos hecho una excelente labor como científicos y esperemos que el resto de los actores se sume a este esfuerzo”.

La doctora Palomares Aguilera se refirió al valor de la ciencia básica, ya que “sin ella no tendríamos estas vacunas que se han desarrollado tan rápido y, sin duda, tampoco el trabajo que estamos efectuando diversos grupos de indagación”, por ejemplo, el Instituto de Biotecnología de la UNAM produce una inoculación basada en tecnología recombinante, pero debió hacer una pausa por la falta de financiamiento, orientando los esfuerzos a habilitar un laboratorio con nivel tres de bioseguridad.

De acuerdo con el doctor Mosqueda Gualito, la Universidad Autónoma de Querétaro propone una inmunización sustentada en la generación de proteínas quiméricas, a partir de la proteína S de la superficie del patógeno y se espera terminar la etapa preclínica para solicitar autorización y continuar con la clínica, luego de haber probado su eficacia en animales.

La iniciativa del Gould-Stephano –que integra a científicos de la Universidad de Baja California y los institutos Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey y Politécnico Nacional– realiza un prototipo de ADN a partir de la proteína Spike del virus SARS CoV-2, que está en espera de una próxima reunión con la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (COFEPRIS) para solicitar el estudio clínico fase 1.

“Nuestra vacuna está cimentada en tecnología ADN porque vimos que podría ser rápido de fabricar; quisimos simplificar la fórmula al mínimo para quitar nanopartículas y aditivos que pudieran traer efectos secundarios adversos y hasta el momento se ha corroborado su eficacia en animales”, expuso el doctor Aguilar Yáñez.

La Universidad Autónoma de San Luis Potosí trabaja en una plataforma de producción de antígenos del virus más barata y eficiente, pero el proceso ha presentado un retraso, pues apenas en octubre del año pasado recibió el apoyo del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, y en las siguientes semanas se prevé empezar los ensayos preclínicos en ratones, señaló el doctor Comas García.

La segunda parte de la serie UAM ConCiencia estuvo moderada por el doctor Rafael Bojailil Parra, adscrito al Departamento de Atención a la Salud de la Unidad Xochimilco, y continuará el próximo 29 de abril, a las 17:00 horas. La transmisión puede seguirse en puede seguirse en http://www.uam.mx/video/envivo/
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