• Una de las lecciones que dejará la pandemia del COVID-19 sobre cómo seguir los procesos de indagación será recurrir a instrumentos digitales y adquirir en forma paulatina el hábito de usarlos.

Por: Redacción/

La investigación es un proceso complejo, desgastante y consume cantidades enormes de energía, talento, dinero y tiempo, por lo que se requiere el entusiasmo sincero de la persona o el equipo a cargo del proyecto, quienes además deberán mantener la mente abierta y estar receptivos a encontrar evidencia en contra, ante la responsabilidad que significa ser consecuente y aceptar las decisiones que se hayan tomado, detalló el doctor Godfrey Guillaumin Juárez.

Si alguna de esas condiciones faltara, se bloquearía el desarrollo de la indagación que, de acuerdo con el modelo metodológico del filósofo John Dewey, implica tres fases: el diagnóstico de la situación; el planteamiento del problema –es decir, estar seguros de que se ha formulado de manera correcta– y la verificación para saber si la solución implementada tiene los efectos y las consecuencias esperadas.

Al participar en el Ciclo de Foros académicos: La investigación UAM presente ante
la pandemia,
 el profesor del Departamento de Filosofía de la Unidad Iztapalapa de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) señaló que “esas etapas llevan mucho tiempo, ya que no es una cuestión de un mes, una semana o un año, sino que a veces en historia de la ciencia absorben décadas, sin que haya forma de acelerarlas”.

“En el planeta llevamos alrededor de 350 mil años como especie humana y la primera cultura más o menos civilizada apareció entre el año 5,000 o 4,000 a.C en la antigua Babilonia y el Medio Oriente”, pero la investigación, “tal como la conocemos, lleva sólo 400 años, por lo que se trata de un proceso muy difícil de descubrir, aplicar y promover entre los estudiantes para que sean buenos científicos; cuando uno revisa la historia, la explicación del porqué aparece tan tardíamente obedece a que es algo muy complicado de implementar”, sostuvo el investigador Nacional, Nivel II.

La docencia es una forma de retroalimentar la indagación y se enfrenta a una serie de retos, entre los cuales está ese anonimato relativo por parte de los alumnos que toman clases virtuales, por lo que es indispensable mantener la motivación y demostrar que los académicos están comprometidos con el desarrollo de la enseñanza, señaló el doctor Jöerg Alejandro Tellkamp Tietz, adscrito también al Departamento de Filosofía de dicha sede universitaria.

“Como profesores nos exigen salirnos del molde, mostrar mayor flexibilidad en el uso de herramientas tecnológicas y tener la disposición de explorar e ir un poco más allá, sin embargo, estamos aprendiendo cómo proceder en un montón de cosas que no sabíamos antes y eso es notable; por otro lado hay muchos equipos que estamos usando en este momento y esperaría que siguieran una vez que volvamos a los salones de clase”.

El especialista en Escolástica española y Epistemología, entre otras áreas, consideró que el resultado tangible de lo que realizan como científicos son libros y artículos y –a diferencia de otras disciplinas o divisiones– el material utilizado o la evidencia para trabajar son los textos.

Una de las lecciones que dejará la pandemia del COVID-19 sobre cómo seguir los procesos de indagación será recurrir a instrumentos digitales y adquirir en forma paulatina el hábito de usarlos, lo cual puede verse al mismo tiempo como un desafío y una oportunidad.

Con el tema Retos y oportunidades de la docencia e investigación en filosofía en tiempos de pandemia, el conversatorio fue moderado por la maestra Ana del Río Guzmán, subdirectora de Apoyo a Programas de Investigación.

Los Foros académicos: La investigación UAM presente ante la pandemia –una iniciativa promovida por la Rectoría General de la Casa abierta al tiempo– se realizan en su segunda temporada todos los jueves, a las 17:00 horas, por los canales oficiales:
https://www.facebook.com/uam.mx 
https://www.youtube.com/user/UAMVIDEOS