• Los menores deben aprender a identificar las emociones positivas que los hacen felices.

Por: Redacción/

La felicidad no nace, se hace, se construye, se genera y se aprende, por tanto, resulta propicio que los niños aprendan a identificar qué los hace sentirse felices, afirmó la doctora Ana Luisa González-Celis Rangel en el ciclo Jueves de Infancias de la Unidad Iztapalapa de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

La académica de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala de la Universidad Nacional Autónoma de México reconoció que para algunas personas la felicidad significa estar contentas y alegres, mientras que para otras es disfrutar su actividad favorita, como estar con la familia, jugar, escuchar música o tocar un instrumento.

“En otros casos es tener amigos, padres, abuelos o hermanos en quienes confiar y un gran número de seres humanos asocia la felicidad a tener una misión individual como alimentar a un perrito de la calle, sacar buenas calificaciones, ganar un partido de futbol o ayudar a sus amigos de la escuela con las tareas”, dijo al impartir la charla Felicidad y emociones positivas, dirigida a un público infantil.

La especialista aludió a la escalera de la felicidad, cuyo primer peldaño “relaciona a la gente que me hace feliz; en el siguiente describe las tareas que robustecen la felicidad; en el tercero se encuentran las relaciones interpersonales; en el penúltimo escaño están los lugares que me hacen sentir bien, que pueden ser la casa o la escuela, y finalmente tenemos las metas y logros, pues alcanzar nuestras metas nos da satisfacción”.

La investigadora explicó a los menores que las emociones son estados de afecto, sentimientos que provocan cambios en el cuerpo y permiten realizar acciones que motivan y también moldean el pensamiento.

“Todo ello genera cambios en el cuerpo, así todas las emociones hacen que me sienta bien o mal. Por eso es relevante buscar la alegría, la gratitud, la serenidad, el interés, la esperanza, el orgullo, la diversión, la inspiración, el asombro y el amor, por eso todos los días debemos tener una dosis de vibraciones positivas”.

González-Celis Rangel propuso fomentar la gratitud y llamó a los niños a preguntarse: ¿Por qué pasaron esas cosas buenas? ¿Qué podemos hacer para que sigan sucediendo?, toda vez que lo bueno no sucede por azar, sino que es resultado de acciones, por lo que es importante aprender a decidir para que ocurran.

“Las emociones positivas tienen la ventaja de construir el optimismo, la aceptación, la apertura y la flexibilidad, además de que nos hacen más fuertes, pero también construyen habilidades mentales como la atención, la concentración o la resolución de problemas, que contribuyen a mejorar las relaciones sociales y fortalecer nuestra salud física, así como a nuestro sistema inmunológico”, afirmó.

Por tanto, “debemos buscar cosas, elementos y momentos que nos hagan sentir felices, si bien este aspecto es distinto y propio en cada ser humano, está demostrado que para aquellos que tienen una dosis de emociones positivas la posibilidad de enfermarse es mínima”.

El ciclo Jueves de Infancias es organizado por la Oficina de Divulgación de la Ciencia y las Humanidades de la Unidad Iztapalapa la Casa abierta al tiempo.