Por: Redacción/

Nuevos enfoques que permitan contribuir a superar la creciente crisis socio-ambiental global, en particular en América Latina, serán analizados en la 15ª Conferencia de la Sociedad Internacional de Economía Ecológica, que la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) y la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) realizarán del 10 al 12 de septiembre en el Teatro de la Ciudad de Puebla y en el Edificio Carolino de la BUAP.

El doctor David Barkin Rappaport, investigador de la Unidad Xochimilco, expuso que los antecedentes de la economía ecológica se remontan al siglo XIX, cuando los científicos abundaron en el estudio de la relación entre las sociedades y la naturaleza, y desarrollaron el denominado metabolismo social que llevó a valorar el impacto del desarrollo de las sociedades sobre sus entornos, concluyendo que había un peligro de destruir el entorno natural por no tomar en cuenta su valor.

El miembro del comité organizador de dicha reunión –cuyo lema en esta ocasión es Economía Ecológica y Movimientos Socio-ambientales: Ciencia, política y desafíos a los procesos globales en un mundo problemático– apuntó que “desgraciadamente esas observaciones quedaron muy cortas, pues en el siglo XX se empezó a gestar la destrucción completa de muchos ecosistemas y la contaminación total del planeta, que se manifiesta sobre todo en fenómenos de gran impacto como la pérdida de la capa de ozono.

En 1972 se formó el grupo Club de Roma que publicó un libro que advirtió sobre los peligros del consumo desbordado de los recursos naturales y el uso de la naturaleza de una forma irrespetuosa, “como zonas para arrojar desperdicio, como basurero”.

Frente a la agudización de los problemas ambientales en el mismo año tuvo lugar la primera reunión de la conferencia mundial sobre desarrollo y sustentabilidad, y en esa misma época se publicó otro libro sobre la ley de la entropía y el desarrollo económico, en el que se señala que los economistas cometieron un gran error en no considerar que el régimen económico era parte de los sistemas social y planetario. Su autor, el académico Nicholas Georgescu-Roegen, señaló la necesidad de reformular la economía en torno a su impacto en el mundo natural.

Con estos antecedentes surge la economía ecológica a finales de 1980, como una amalgama de científicos de varias disciplinas, que preocupados por examinar la problemática de la relación entre las sociedades y el planeta han creado una abundante literatura con maneras distintas de ver la problemática y es así como se llega a este 15° congreso.

La reunión que se sostendrá en México, en colaboración con la Sociedad Mesoamericana y del Caribe de Economía Ecológica, representa “una oportunidad de imprimir un nuevo carácter a esa rama –y de hecho se aceptó nuestra propuesta como anfitrión– por el carácter multicultural de México y de América Latina”, porque en la región han surgido numerosos movimientos de resistencia contra la acción depredadora del capitalismo y el uso de los recursos naturales.

El académico del Departamento de Producción Económica consideró necesario enfatizar en las respuestas de los pueblos y las sociedades latinoamericanas, las cuales no están conformadas sólo de colectividades nacionales, sino de grupos precolombinos que han sido menospreciados en el pasado y hoy son reconocidos como cuidadores conservadores del medio ambiente y por desarrollar escuelas alternativas de conocimiento “que nos permiten entender que hay soluciones distintas a las que salen de las arcas de la tesorería corporativa”.

Algunos de los temas identificados por los economistas ecológicos y que se abordarán en este congreso son: los movimientos de capital internacional por controlar el patrimonio natural y a los grupos sociales –acaparamiento de tierra, agua y energía, bio-piratería e intercambio ecológicamente desigual del comercio– la migración internacional como respuesta a las extremas diferencias que existen entre regiones y pueblos.

Además de la emisión excesiva de gases de efecto invernadero a nivel global, a pesar de los esfuerzos internacionales por revertir la tendencia histórica, combinado con los destacados cambios de la matriz energética de algunos países.

También se hablará sobre la concentración de riqueza, ingresos económicos y apropiación del patrimonio natural que dan lugar a conflictos por distribución y provocan movimientos de resistencia, así como amenazas a la biodiversidad y a la capacidad del planeta para sostener sus procesos naturales.

El Profesor Distinguido de la UAM afirmó que uno de los temas de mayor relevancia que será abordado en el Congreso es el de la agroecología, “pero no como una manera de producción capitalista, sino como una forma de fortalecer la agricultura en la sociedad campesina e indígena en su forma de producir y promover la soberanía alimentaria como una estrategia importante”.

Como parte del programa de actividades tendrá lugar una mesa redonda en la que participará la representante de la Organización de las Naciones Unidas para Asuntos Indígenas y enviados de grupos indígenas de distintas partes del mundo, incluyendo a María de Jesús Patricio, defensora de derechos humanos en México, así como de otros sitios del sur global.

Una buena parte de la investigación sobre economía ecológica proviene de la colaboración con pueblos indígenas y algunos de los estudiosos que participarán son indígenas que se han especializado en estos temas y van a presentar sus propios resultados.

Una actividad previa al Congreso, del 7 al 9 de septiembre, será un taller en el mercado de Tlaxcala, donde se realizarán conversaciones con campesinos involucrados que dará oportunidad de conocer formas alternativas de transmisión del conocimiento.

Este congreso da seguimiento a otro previo hospedado en la UNAM sobre “lo que mundialmente se conoce como descrecimiento”, aunque la versión latinoamericana de descrecimiento es austeridad, “porque nadie puede proponer achicar nuestra sociedad considerando las carencias que tenemos, pero las sociedades con que colaboramos proponen mecanismos alternativos de formas austeras de consumo, de uso de recursos y de responsabilidad hacia el cuidado del medio ambiente”.