Por: Redacción/

Esclarecer la amplitud ontológica en que se inserta el fenómeno de la comunicación y hacer notar que las significatividades juegan un papel fundamental es el objetivo del trabajo de investigación que presentó el doctor Marco Antonio Millán Campuzano, profesor de la Unidad Cuajimalpa de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

Durante el Coloquio del Departamento de Ciencias de la Comunicación, el investigador afirmó que dicho sustento se da en tanto que indicadores formales y que representan un fuerte recurso de acceso a la comprensión del fenómeno de lenguaje que co-implica la comprensión, la interpretación y la comunicación.

Al impartir la conferencia Epistemologías, comunicación y hermenéutica de la facticidad en la obra temprana de Martín Heidegger, el especialista precisó que en dicho autor se observa una separación entre lenguaje y articulación, aunque en apariencia son lo mismo.

La idea es que el discurso da fundamento ontológico (lo que se refiere al ser) al lenguaje, en tanto que este es óntico (lo que se refiere a los entes) y cercano, lo que amerita atención por parte de los estudiosos de la disciplina puesto que las referencias a temáticas vinculadas a esta así lo reclaman, no obstante, “Heidegger no es un autor referenciado ni discutido en los estudios de ese campo”.

Millán Campuzano explicó que la hermenéutica, en su sentido ontológico, no es aquella que se entiende como una técnica de interpretación de textos o contextos, sino que al cubrirse de un sentido fáctico existencial se debe comprender como el modo en que al interpretar se asume determinada apropiación de lo comprendido en tal o cual fenómeno en el horizonte de la vida fáctica.

Estrictamente, aseveró el docente, en el camino del pensar de Heidegger, hay que distinguir hermenéutica de interpretación, la relación es muy estrecha, pero se alcanzan a diferenciar en que, por un lado, la primera apunta a mostrar cómo en la vida fáctica las situaciones concretas que involucran hábitos, costumbres y usos de lenguaje fijan la posibilidad de la comprensión previa del mundo en la que se está.

En otras palabras, “la situación hermenéutica fija la comprensión pre-ontológica, explicita la interpretación en el marco de una determinada situación hermenéutica, sucede en el mundo de la vida cotidiana y por ello se hace de forma pre-teorética y reflexiva”.

Heidegger tiene una forma peculiar de entender ese campo filosófico, no con el mundo de los objetos, sino precisamente sumergidos en un mundo en dónde sucede que “nos orientamos, nos encontramos, nos buscamos o rechazamos, nos ocupamos o aburrimos y siempre además en un determinado estado de ánimo”.

Es posible hallarse en sucesos que previamente han hecho comprender e interpretar al mundo donde los objetos son acompañantes de situaciones vitales y no meros instrumentos neutrales.

Entonces, mencionó Millán Campuzano, “interpretar no es una acción que compete a digerir teorías exegéticas, sino a experimentar la articulación de cada proyecto de vida. La hermenéutica, cobra así, una importancia ontológica y no metafísica”.

La hermenéutica de la facticidad ocupa un lugar central en el pensamiento de Heidegger, dado que la vida fáctica es el principio activo de la existencia; la experiencia fáctica de la vida conlleva la experiencia hermenéutica y ésta, a su vez, es algo en tanto experiencia fáctica, que implica un cómo de la vida misma.

El especialista en filosofía de la comunicación, ética del discurso y hermenéutica contemporánea subrayó que los estudios contemporáneos de la hermenéutica pueden ser situados en tres distintas direcciones: la primera se refiere al arte y ciencia de la interpretación que se dedica a realizar exégesis de textos que aluden a la complejidad del doble sentido, como obras de carácter religioso o jurídico.

La segunda hace referencia a la disputa epistemológica entre explicación y comprensión en la que las ciencias del espíritu se separan de las ciencias naturales o exactas, para ponderar diversas formas del saber humano.

Y, finalmente un tercer sentido que la ubica persiguiendo a un nivel de universalidad ontológico en tanto que se alimenta de las cuestiones fáctico-existenciales del comprender, interpretar y comunicar, concluyó.