Por: Fernando Nava

Las elecciones en Estados Unidos, marcaron historia, con el triunfo del magnate, Donald Trump, que en campaña fue reflector de los medios de comunicación, debido al discurso xenofóbico que manejó, mismo, que logró que el pueblo norteamericano votara por él.

El tema, que más preocupa a las naciones latinas, es la deportación de 11 millones de indocumentados, pues con un regreso de migrantes a sus países de origen —a pesar de que el presidente, Barack Obama, deportó a más 2 millones de indocumentados, la mayor cifra en 30 años— provocaría un duro golpe a los gobiernos latinos.

Estos grupos serían repatriados y abarrotarían las fronteras, principalmente la de México, que, a la fecha cuenta con 50 mil haitianos y africanos, donde el Instituto Nacional de Migración (INM) tiene asilos, y no se dan abasto por el cúmulo.

Esto, también traería una ola de enfermedades, que preocupan a la población mexicana, por el desplazamiento en su regreso a casa.

Sin embargo, grupos religiosos están juntando fuerzas para generar reformas que apoyen a los grupos migratorios,  y entregarlas al gobierno estadounidense para que se planteen y se aprueben, antes de que Trump llegue a la Casa Blanca.

Entre ellas, está la propuesta de la candidata demócrata, Hillary Clinton, donde se permitiría regularizar a millones de personas que llegaron a Estados Unidos y han hecho vida, solos o con familia.

Para ello, entre los días 2 y 7 de noviembre, se creó el Consejo Latinoamericano de Movilidad Humana y Refugio (CLAMOR), que plantea reunir a los migrantes de distintas localidades en Norteamérica, para salvaguardarlos en iglesias y/o centros religiosos.

Con estos centros improvisados por las organizaciones, el CLAMOR plantea que los migrantes refugiados estarían a salvo de ser víctimas de trata de personas, donde días antes, el Papa Francisco hizo un llamado a esta situación como “la peor catástrofe humanitaria desde la Segunda Guerra Mundial”.

Grupos cristianos, católicos, musulmanes, han estado movilizándose antes de que fueran las elecciones, para realizar este plan, que podría nivelar la “catástrofe” que se espera contra las personas no legalizadas.

Por otro lado, las personas que dirigen CLAMOR, son arzobispos de origen, mexicano, hondureño y salvadoreño. Donde lo que buscan es plantear las mejores propuestas para defender a sus paisanos.

Por ello, CLAMOR se apoya de otros grupos, no religiosos, en donde lo que se obtenga es el refugio temporal de los indocumentados, para que, las deportaciones, no afecten de lleno a sus connacionales y puedan tener más tiempo, en lo que algunos consiguen una respuesta para darles nacionalidad.

Este fenómeno, no es actual, debido al “sueño americano” que muchos latinos y africanos tienen, y que ahora, con Donald Trump, podrían encontrarse con ese gran “muro” que pretende detener la migración.