Por: Redacción/

Carlos Antonio Santamaría de 12 años, el estudiante más joven en la historia de la Universidad Nacional Autónoma de México, estudiará la licenciatura de Física Biomédica, curioso, es también de las carreras más jóvenes.

Sonrisa tierna, bajito, ojitos chiquitos pero muy inteligente. Le gusta jugar videojuegos y su deporte favorito es el béisbol. Cuando no está pensando en fórmulas químicas, se distrae leyendo a los clásicos, El Quijote o Gabriel García Márquez.

La facultad de química es su casa, ahí inició su historia universitaria. Aunque sus papás, Araceli y Fabián, aseguran que fue desde antes, se conocieron en la alberca olímpica y, entre risas, comentan que Carlos fue hecho en C.U.

No se le nota nervioso sino, abrumado por la cantidad de cámaras qué hay en la sala 1 de la Torre de Rectoría, pese a eso, en cada respuesta se asoma el conocimiento que guarda y su buen humor. Expresivo, todos los sentidos de su cuerpo se conectan, aunque habla rápido, sabe donde está parado. Te mira a los ojos, no titubea. Tiene claro lo que quiere dejar a la humanidad: un proyecto para abrir grupos donde niños como él puedan explorar el maravilloso mundo de la ciencia, además de contribuir para dejar las bases para que médicos y biólogos encuentren cura para enfermedades terminales.

¿Qué le dirías a los niños que no se interesan por la ciencia?
-¡Pues de lo que se pierden! Si están vivos, ¿cómo no les puede interesar?

¿Qué significa la ciencia en tu vida?

-Representa un arma de doble filo, o de triple filo, es una llave para el avance o para la destrucción, para la felicidad.

Cuando le preguntan por el presidente electo, la mueca es evidente. Sin embargo, responde: espero que no cometa los errores de los otros, que no haga sus revoluciones.

No es la primera vez que manifiesta su descontento hacia las autoridades gubernamentales, en 2015 les dijo a los legisladores que no quería ser como ellos. Y sostiene que el sistema educativo en México está caduco, es raro que apenas lo noten, si ha estado así desde hace 20 años.

“No será infante en tierra de gigantes, ni un adulto en ciernes caracterizado de niño, es un estudiante de alta capacidad cognitiva, juguetón, ruborizado, que ha desafiado al tiempo y a las convenciones administrativas”, lo afirmó la Máxima Casa de estudios, que lo calificó de universitario excepcional.

El camino a conquistar el Concurso de Selección 2019 no fue fácil, sus padres, consiguieron el apoyo de autoridades gubernamentales y de la SEP “para que sus exámenes de primaria y secundaria fueran más expeditos; hizo exámenes para adultos”.

Aunque no es la primera vez que toma clases en las aulas de la UNAM. En 2015, cuando tenía apenas 9 años, curso dos diplomados: Química Analítica y el de Bioquímica y biología molecular para la industria farmacéutica.

Puma de corazón, aficionado del equipo de La Universidad. Abraza a Goyo, la mascota, y sale de sala de Rectoría para la foto en la explanada. Se le nota desesperado de tantas voces que le piden que voltee, pero nunca pierde la perspicacia y la sonrisa. “¡Carlos, acá!”, “a ver, ¿los de acá que es lo que quieren?” Voltea y sonríe.