Por María Manuela de la Rosa Aguilar.

Este poema  de Percy Bysshe Shelley “El día es más sereno y más solemne…” que reza:

“Y hay un orden

en Otoño y un lustre en su horizonte

que el estío prohíbe alojo humano

hasta hacernos creer que es imposible.”

Parece  ficción, pero…

Hay una realidad que se dibujaba desde hace siglos y hemos apostado por la indiferencia, pues claro, nuestro planeta tierra está conformado por aproximadamente un 71% de agua y un 29% de tierra firme, constituyendo un sistema complejo de recursos naturales que cuenta con las condiciones óptimas para el desarrollo de vida; no obstante solo alrededor del 2,5% es agua dulce, y de esa cantidad, la mayor parte está congelada en los polos y en los glaciares. Solo una pequeña fracción del agua disponible es apta para el consumo humano y para uso agrícola. O esos son los datos científicos oficiales.

Si observamos en el mapa mundial podemos darnos cuenta que no hay país en el mundo que no tenga un sistema de ríos que lo cubren, salvo Arabia Saudita. En México hay por lo menos 55 grandes ríos, aunque ninguno navegable, pero entre ríos, arroyos y riachuelos hay casi 1,500 debido al relieve montañoso característico de las costas mexicanas, cuerpos de agua dulce que bañan pueblos enteros. Sin embargo por siglos el agua ha ido disminuyendo poco a poco, en parte por la explotación creciente en relación al aumento de la población, de la industria y todas las actividades económicas, sin que se hayan tomado medidas adecuadas para mantener el nivel de los caudales, simplemente con el aprovechamiento de las lluvias, muchas veces torrenciales, que se han visto como una calamidad, en lugar de una gran oportunidad de reponer el agua que se consume y con el estío, como el que se avecina, el panorama resulta alarmante y ya la capital de la República y toda la zona conurbana está padeciendo de una sequía adelantada porque el suministro se ha restringido en toda la zona, sin contar  los diversos estados, sobre todo los del norte, como Nuevo león, Baja California, Chihuahua, Durango, Sonora y Tamaulipas y Sinaloa que padecen una sequía extrema.

Otros estados que han gozado de abundante agua también están registrando niveles de extrema sequía como Aguascalientes, Guerrero, Hidalgo, Oaxaca, Querétaro y  San Luis Potosí. La Comisión Nacional del Agua ha informado que ya el 79.91% del país presenta algún grado de sequía. Pero no se han anunciado más medidas que las del suministro restringido.

En México existen más de 5,163 presas y bordos, de los que el 3.5% que equivale a 181 presas, contienen el 80% del volumen total almacenado en México, que depende de la precipitación y los escurrimientos en las distintas regiones del país.

Su principal función es la generación de energía, aunque en menor medida se utilizan para actividades agrícolas, sobre todo en el norte de la República.

Y a pesar de contar con la infraestructura, México está enfrentando una situación crítica por la falta de agua por la sequía y las presas actualmente están operando con niveles menores al 50% de su capacidad. El Sistema Cutzamala, el más importante del país y vital para el suministro de agua en la Ciudad de México y la Zona Metropolitana, pasa por una aguda crisis debido a la disminución de los niveles de almacenamiento por la sequía que se vive desde hace tres años, por lo que han sido notables las escasas precipitaciones, pero además ha habido una sobreexplotación de recursos hídricos, lo cual pone en riesgo la seguridad del suministro de agua para millones de habitantes.

Sin duda esto es un problema de seguridad nacional, porque la necesidad de agua es un asunto de vida o muerte y el suministro ya comienza a requerir la utilización de pipas de agua, que ¿de donde salen si no hay agua suficiente?  De las mismas fuentes del sistema público, pero destinada para su uso comercial y especulativo, donde ya se está infiltrado la delincuencia organizada, como ha sido abiertamente denunciada esta situación por parte de legisladores y las autoridades; sin embargo, aparentemente, no están tomando el control ante esta situación de alto riesgo. Ya en marzo del 2021 El diputado federal por San Luis Potosí, Xavier Azuara Zúñiga, presentó una reforma al Código Penal Federal, a fin de que se castigue y se penalice la sustracción ilegal de agua que se haga para lucrar con la necesidad de las personas que tienen un acceso más difícil a este líquido, pero la iniciativa quedó sólo ahí. La Ley de Aguas Nacionales señala la posibilidad de transferir derechos de agua entre particulares, pero no especifica que esa transmisión deba ser a título gratuito, lo cual ha traído como consecuencia la existencia de un mercado negro del agua,  en donde se compran y venden concesiones de agua. Y en este negocio ya incursionaron las bandas delictivas aprovechando no sólo los vacíos legales, sino la impunidad de que gozan y la gran necesidad de millones de personas que día a día sobreviven con cada vez menos agua. Ejemplo legendario ya de ello es Iztapalapa, que lleva casi un siglo con serios problemas por el suministro de agua. Y este problema, lejos de solucionarse, se ha extendido a toda la ciudad y la zona metropolitana, que abarca gran parte del estado de México y un municipio del estado de Hidalgo.

Y dato aparte, Israel, que es un desierto, produce 20% más del agua que necesita y cuenta con una exitosa industria agrícola. Arabia Saudita, un país desértico, el más grande del mundo que no posee ningún río permanente, con precipitaciones anuales inferiores a los 84 mm. Este reino depende de la desalinización de agua para satisfacer la creciente demanda de este bien; cuenta con 35 plantas desalinizadoras que abastecen al país con una producción diaria de 6,85 millones de metros cúbicos. Esta cifra representa el 18 % de la producción mundial de agua desalada, lo que sitúa a Arabia Saudí como país líder en este campo.

México tiene ríos, lagos, lagunas, además del Golfo de México, el Atlántico y el Pacífico. ¿Qué nos falta?