Por: Redacción/

“En el fondo de la disputa entre Irán y Estados Unidos están la forma en que Washington ha negociado sus intereses en Medio Oriente y en su intervención al responder a los atentados terroristas de 2001 y la supuesta presencia de armas de destrucción masiva, señaló el doctor José Luis León Manríquez, investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

La invasión militar estadounidense en Irak en 2003 trajo consigo un desequilibrio del orden precario logrado durante el gobierno de William Clinton, un periodo en el que se estableció una mesa de negociación entre palestinos e israelíes para negociar un acuerdo de paz, sin embargo, las disputas han causado la muerte de más de un millón de personas e inestabilidad en aquella región.

“Más que el inicio de una guerra es una escaramuza desde ambas partes; es una provocación de Estados Unidos y una respuesta fuerte del régimen de Teherán, pero es muy probable que estén controlando hasta dónde pueden llegar, pues a ninguno conviene un enfrentamiento bélico”.

El docente del Departamento de Política y Cultura de la Unidad Xochimilco dijo que ni Irán ni Estados Unidos regresarán a la mesa de negociaciones que el presidente Trump abandonó, aunque se van a contener para volver al statu quo, en una relación de estabilidad tensa, quizás en un nivel diferente que no va a escalar hasta una disputa armada.

“No existe un ambiente propicio para la negociación ni tampoco hay condiciones para la guerra, pero la declaración de Trump en el sentido de que el Pentágono tiene la fuerza para abordar un conflicto bélico” constituye un mensaje dirigido al electorado estadounidense y será invocado durante toda la campaña por la presidencia, no obstante que seguramente el tema irá desapareciendo de los espacios periodísticos.

El miembro, Nivel II, del Sistema Nacional de Investigadores estimó que si bien la denominada Primavera Árabe que se vivió en aquella región no fue propiciada por la Casa Blanca, sí fue vista con buenos ojos para que su doctrina de democracia y libre mercado se expandiera en aquellas naciones, sin embargo, lo que ha tenido más auge es el renacimiento de un Islam político.

Estados Unidos enfrenta una geopolítica explosiva en aquella latitud: está muy ocupado en Irak y tiene problemas con Afganistán y Siria, por lo que iniciar una conflagración sería muy desgastante para su poderío económico y militar pues multiplicaría los frentes a atender.

“En Irak y Afganistán la intervención estadounidense no ha traído prosperidad y en ese escenario conflictivo ya existente el enfrentamiento bélico sería muy costoso y desgastante, también para Irán, cuya economía está en reconstrucción por la caída de los precios del petróleo y la guerra con Bagdad”.

El principal desafío para Washington está en el Estado Islámico y los grupos terroristas que han proliferado, “aunque una buena parte de la explosividad en Medio Oriente ha sido propiciada por la política exterior de Trump, que no analiza las consecuencias de sus actos”.

El régimen de Teherán ha sido contrario a los intereses de Washington a partir de 1979, de la Revolución Islámica encabezada por el Ayatola Ruhollah Jomeini, quien derrocó a Mohammad Reza Pahlaví, el Sha de Irán, entonces aliado de Estados Unidos.

En 1980 apoyó el secuestro, por estudiantes, de diplomáticos y ciudadanos en la embajada estadounidense en la capital iraní, y desde entonces invirtió recursos importantes en su afán de jugar un rol protagónico en la geopolítica de esa región y para construir un programa de armas nucleares.

En la administración de Barak Obama se firmó un acuerdo para detener el programa nuclear iraní, pero una de las primeras acciones del gobierno de Trump fue desconocer ese convenio que preveía quitar sanciones económicas si la nación islámica reducía su programa de energía atómica, lo que generó un encono mayor, pues fueron desconocidos pactos importantes consensuados entre la Unión Europea, China y Rusia.

Dada la vulnerabilidad de México en términos económicos frente al vecino del norte, “no hay posibilidades y no podemos esperar que el gobierno apoye o condene la política estadounidense hacia Irán”.

El presidente Andrés Manuel López Obrador ha declarado su voluntad de que las partes resuelvan el conflicto de manera pacífica en el marco del derecho internacional mediante la conciliación para no entrar en confrontación, pues no puede poner en riesgo la validación del nuevo tratado comercial –T-MEC– que va por buen camino, concluyó.