Por: Arnulfo Roque Huerta/

Una chica se coloca en el mejor lugar para obtener una buena toma, enciende la cámara del celular y entre risas comienza a grabar. Otra chica insulta, jalonea y maltrata a una jovencita que indefensa no puede dar crédito a lo que sucede; mientras las risas de otras compañeras se escuchan al fondo, una estudiante más se une al maltrato, la tira y la levanta nuevamente del cabello soltando insultos, la primera chica arremete nuevamente jaloneando y golpeado en el rostro a su víctima al tiempo que otra alumna anuncia la llegada de los chicos.

Los chicos ni se inmutan, por el contrario se vuelven espectadores de tan desagradable espectáculo; la llegada de los compañeros motivan más a las agresoras que juntas intensifican sus ataques: insultos, golpes, patadas, groserías y humillaciones llegan por todos lados a la humanidad de la víctima que sin hacer nada solo desea que esto acabe, más por el contrario las agresoras se ponen frenéticas y alentadas por un público hambriento de violencia incrementan su furia.

La víctima protege y limpia sus anteojos en un estado de shock ante tan brutal ataque de la que es blanco sin que nadie haga o diga nada para detener tan vergonzosa situación; los observadores alientan a las atacantes a que no desistan en su afán de maltratar a la víctima que por un momento intenta defenderse pero le es imposible ante la cobardía de las agresoras que no paran de tirar golpes buscando causar el mayor daño posible derribándola nuevamente al piso entre golpes y patadas. En ese momento la chica de la cámara cree que es suficiente para su grabación y espera ansiosa compartir el video con sus compañeros y por qué no, con cualquiera de las miles de personas que erróneamente vuelven virales estas injusticias.

Sorprendentemente las tres chicas fueron suspendidas del colegio, la víctima además de sufrir tal vejación, debió soportar que la acusaran de ser parte de la riña cuando claramente se ve que ella buscó evitar a toda costa una pelea. Cuando el director del colegio pudo ver el video debió avergonzarse de su decisión principal por lo que la modificó sin antes haber exhibido su poca capacidad de resolver este tipo de casos, el cual sin duda no es el primero en su tipo.

Esta no es una historia de ficción; esto sucedió en el estado de Hidalgo hace unos días, pero también ocurrió el mes pasado en otro lugar, el año pasado muchas escuelas fueron sede de casos similares, hoy mismo ocurrió en algún plantel del país y mañana volverá a pasar en cualquier otra parte. Este fenómeno no para y las autoridades se han visto incapaces de darle solución; se han llevado a cabo pláticas informativas en los colegios, se han realizado campañas en contra del acoso escolar, se han endurecido las sanciones para los acosadores, se han dado miles y miles de terapias a acosados y acosadores pero nada ha funcionado.

Se ha dicho que el acosador carga con un problema psicológico grave, que el acosado sufre de miedo, de baja autoestima y una larga lista de problemas que lo ponen en esa posición, se ha buscado atender ambas posturas, pero ¿qué hay de los observadores? Sí, así es. He dicho: “los observadores”. Éstos son la principal causa del fenómeno, los observadores son los que hacen los videos, los que los comparten, los que los hacen virales, los observadores son la causa del problema.

Cuando un producto sale al mercado primero se identifica el target, es decir el público meta a quién va dirigido; sino hubiese un target el producto no sobreviviría, por lo que un producto sin el alcance deseado es sacado inmediatamente del mercado. El problema en este tema es que existe mucho público para el acoso escolar, la gente disfruta ver el sufrimiento de los demás, disfruta ver violencia en su más amplia expresión, les gusta ser observadores.

Cuando alguien me pregunta cómo acabar con el acoso les contesto que tenemos que dejar de ser observadores y no solo es dejar de ver los videos y los acosos en vivo; es actuar, evitar que molesten al acosado, confrontar a los observadores, hacerles ver que el fenómeno seguirá creciendo hasta alcanzarlos, concientizar a toda la gente que mientras existan observadores seguirán subiendo videos y seguirán grabando hasta que en uno de ellos encuentren a su hermano, a su primo, a su hijo y por qué no, ellos mismo.

Estoy seguro que el acoso no es problema solo de los involucrados directamente, sino que es un problema general, pues el acoso lo mantenemos vivo todos. La buena noticia es que está en nuestras manos mermarlo, disminuirlo y acabarlo en cuanto así lo queramos, sólo dejemos de ser observadores y actuemos según el rol que nos toca desempeñar en la sociedad.

Concluyo con una frase para su reflexión: “El que observa sin actuar, siempre será cómplice del que actúa sin pensar”