Por: Redacción

El próximo año será uno de los peores que tendrá México desde los años 90 no sólo en términos económicos, sino laborales, y muy probablemente el país sufrirá una nueva crisis económica, advirtió el doctor Enrique de la Garza Toledo, investigador del Departamento de Sociología de la Universidad Autónoma Metropolitana.

El académico de la Unidad Iztapalapa –quien recientemente recibió un reconocimiento de la Asociación Latinoamericana de Estudios del Trabajo (ALAST) por sus aportaciones y trayectoria en el campo de los estudios del trabajo, en el marco de su VIII Congreso, celebrado en agosto pasado en la Ciudad de Buenos Aires, Argentina– señaló que el gasto público no es simplemente un dispendio de lo que el gobierno recaba a través de impuestos.

El gasto es una fuente muy importante que incentiva las inversiones; es decir todo lo que gasta el gobierno se traduce en inversiones o producción, sobre todo del sector privado, en donde, si se pagan más y mejores salarios, pues habrá mayor demanda de productos, por tanto el gasto público desde inicios del siglo XX se ha vuelto una palanca muy importante del desarrollo.

Al hacer un corte tan grande al presupuesto, como el que se ha anunciado, éste será de carácter recesivo, y es muy probable que México entre en una crisis económica, porque no hay una fuente alterna que pueda sustituir al gasto público, puesto que algunas de las reformas estructurales, sobre todo la concerniente a ingresos petroleros, no ha cumplido con la expectativa de quienes la diseñaron.

Con la reforma energética se redujo el ámbito de participación de Pemex, “pero eso no importó” porque iba a quedar en manos de la iniciativa privada; sin embargo, con los precios del petróleo tan bajos, el capital no está fluyendo suficientemente. Además esperaban que los recursos que la paraestatal aportaba a las finanzas públicas, ahora se obtuvieran vía impuestos de dichas empresas privadas, “pero tampoco ocurrió”.

Todo esto quiere decir que “mataron a la gallina de los huevos de oro” y no hay nada que lo sustituya, ni siquiera la deuda, porque en los primeros dos años este gobierno ya se endeudó mucho, y entonces, no hay otra fuente de ingresos más que el recorte presupeustal, lo que se traducirá en crisis económica.

Por otra parte, el investigador del Posgrado en Estudios Sociales de la Unidad Iztapalapa dijo que uno de los más álgidos temas referentes al sector laboral en este momento es el del salario, pues durante todo el periodo neoliberal ha tenido un decremento en términos reales “tan impresionante, que es difícil encontrar en el mundo otro país donde haya caído de esta manera”.

El salario mínimo desde 1990 a la fecha ha caído en más de 70 por ciento y los salarios contractuales (los sujetos a un contrato colectivo) casi en 50 por ciento. Hay una debacle salarial impresionante que no queda reducida al salario mínimo.

“Y en esa medida la campaña del gobierno de la Ciudad de México para incrementar este ingreso es sumamente parcial”, porque los trabajadores que perciben ese salario, representan 11 por ciento, y entonces ¿qué pasa con todos los demás? Hay muchas desigualdades en las percepciones, pero con excepción de los altos funcionarios, “todos hemos visto decrecer nuestro salario real”.

Este es uno de los temas de mayor relevancia para los trabajadores al que se suman otros como el “grave” problema de las pensiones, ya que el Sistema de Ahorro para el Retiro ha resultado un “soberano fracaso”, al no cumplir con la promesa de que el trabajador podría subsistir, ya jubilado, a partir de lo que rindiera esta especie de ahorro entre el trabajador y la empresa o la institución en que labora.

Este fracaso ha conducido a muchos de los jubilados a la miseria y lo más grave es que dentro de los planes gubernamentales está el incrementar los aportes del trabajador; sin embargo éstos son tan bajos que es “imposible que aporte más”, por lo que se ha optado por aumentar los años de permanencia en el trabajo.

En ese sentido lo que está pendiente es una nueva reforma de pensiones y jubilaciones para no tener que aportar tanto dinero; sin embargo, la presión es muy fuerte ante el “inmenso” endeudamiento público, que es ya reconocido por el Banco de México y los funcionarios gubernamentales; por tanto, el 2017 amenaza con ser un año de extrema austeridad y todo indica “que nuevamente se buscará que caiga en las espaldas de los trabajadores”.

Por otra parte el Profesor Distinguido de la UAM consideró que la reforma educativa tuvo más un carácter laboral, pues no repercute en la calidad de la enseñanza. Los documentos que han presentado las autoridades respecto a planes de estudio, la didáctica y el resto de temas académicos, “son sumamente generales” de manera que tampoco garantizan que la educación que ofrece la Secretaría de Educación Pública vaya a mejorar.

La reforma se traduce en realidad en medidas disciplinarias con respecto a faltas en el trabajo y evaluación de capacidades mediante exámenes, los cuales son de opción múltiple y “quienes nos dedicamos a la enseñanza sabemos que ese es un pésimo método de evaluación”, porque lo que impulsa es el “memorismo”.

La evaluación de la docencia implica que los profesores tengan ciertos conocimientos, pero también que manejen cierta forma de razonamiento, que no implica necesariamente aprender las capitales o el nombre de los ríos de un lugar. Los de opción múltiple son verdaderamente “ineficientes”, y en el caso de la SEP, los aplica tal vez porque no le interesa la calidad sino disciplinar al profesorado, especialmente al disidente.