Por: Redacción/

Espacio para la promoción, difusión y educación artística al sur de la Ciudad de México, el Centro Cultural Ollin Yoliztli (CCOY) benefició en 2019 a un millón de personas y celebró su 40 aniversario con actividades que reconocieron a las diversas generaciones que han nutrido la vida cultural del país, egresados de sus escuelas, las cuales darán paso a la creación de la Universidad de las Artes, las Culturas y los Saberes Populares en 2021.

“Llevamos 40 años siendo el único espacio de educación artística profesionalizante de la Ciudad de México, un claustro de excelencia con egresados de alta calidad académica que están integrados a la vida sociocultural, musical y dancística del país, y la creación de esta universidad va a pagar la deuda que se tiene con este centro cultural”, manifestó en entrevista la directora académica del instituto, Miviam Ruiz Pérez.

El CCOY está integrado por la Escuela de Danza de la Ciudad de México, que festejó 80 años de creación; la Escuela de Música Vida y Movimiento, que celebró su 40 aniversario; la Escuela de Iniciación a la Música y a la Danza, con 38 años; la Escuela de Danza Clásica, con 22 años; la Escuela de Danza Contemporánea, que alcanzó los 20 años; la Escuela de Música del Rock a la Palabra, fundada hace 13 años; la Escuela de Mariachi de Garibaldi, con 7 años, y más recientemente se adscribió Cirko de Mente para el proyecto de universidad.

A decir de Ruiz Pérez, este recinto formativo, perteneciente a la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México, “se vuelca a la enseñanza desde los seis años de edad y egresa profesionales en diversas especialidades de la danza, la música y el circo”, por lo que su matrícula, integrada por 2 mil 257 estudiantes y 328 maestros, ha demostrado que este espacio “se ha convertido en un sistema de enseñanza de las artes en la Ciudad de México”.

Por tal motivo, la creación de la futura universidad, tan esperada por la comunidad académica, aseguró, será una propuesta novedosa que busca ampliar el abanico de concepción de las artes, fundamentada en una pedagogía decolonial que mire hacia nuestro continente y hacia México.

“No será una universidad típica, será un modelo que abarque los saberes populares, las prácticas artísticas en la danza y en la música, con un sentido más amplio del arte que supere la perspectiva de lo que se consideran las bellas artes, volteando, incluso a las nuevas tecnologías”, aseguró la responsable.

Para ello, precisó, en 2019 se creó el Área de Investigación y Educación Artística (AIDA), que tras una evaluación del perfil de los profesores dictará las posibilidades de ampliación de la oferta educativa al sumar, además de lo que las ocho escuelas ofrecen, otras formaciones en multiplataformas, gestión empresarial en el arte, culturas musicales enfocadas más en los saberes populares y en las empresas culturales como desarrollo sostenible de la cultura.

De acuerdo con la directora académica, la universidad será dotada de una nueva imagen basada en la tradición y la renovación, que haga honor al término Ollin Yoliztli —vocablo náhuatl cuyo significado es “vida y movimiento”—. “Queremos responder a la esfera laboral que se presenta ante nuestros estudiantes, que cuando salgan no se sientan extraños en el mercado, que se sientan capaces y preparados. Queremos formar artistas del siglo XXI”, reflexionó.

Ruiz Pérez enfatizó que se trabaja en el organigrama y estructura administrativa de la universidad, así como en los planes de estudio ampliados, y adelantó que para 2020 habrá un foro de investigación sobre educación artística y comunidad donde habrá pedagogos latinoamericanos de las artes que ayudarán a perfeccionar el proyecto.

“Estamos en la capacitación, certificación docente y fortalecimiento de la oferta académica, falta el completo establecimiento de los lazos institucionales, administrativos y legales para crear la universidad, la cual abrirá en 2021”, señaló.

Contribución cultural a la ciudadanía

En palabras de la funcionaria, la institución ha redituado a la sociedad no sólo con la formación de ciudadanos en el arte, que ahora son parte de importantes instituciones culturales, sino porque ha ofrecido en 2019 más de 550 actividades para público de todas las edades, en importantes espacios de todas las alcaldías, además de las instalaciones de sus escuelas.

“El CCOY tiene sus eventos para educar al público en música y danza como la Temporada de Música de Cámara, que en el año celebró su 20 aniversario (y ofreció 48 recitales en la Sala Hermilo Novelo y 250 más en otros espacios), o las funciones que se han dado de los ballets Coppelia y El cascanueces en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris”, detalló.

Otros proyectos destacados son el Programa de Orquestas Juveniles y Coros de la Ciudad de México, que este año fue nombrado “Fernando Lozano” en honor a su fundador hace 30 años, el cual está conformado por 14 orquestas y 12 coros integrados por 850 niños, jóvenes y adultos de las diversas alcaldías, además de la compañía Danza Capital.

“De la necesidad del artista de tener un espacio para presentar su arte han nacido estas iniciativas, a petición de los propios artistas de buscar nuevos espacios, aunado a los alumnos que también requieren enfrentarse a diversos públicos, un melómano o uno más crítico, y a nuevos escenarios”, delineó Francisco Becerra Maza, Jefe de Unidad Departamental de Programación y Difusión del CCOY.

Sobre las Orquestas Juveniles y Coros de la Ciudad, Miviam Ruiz Pérez opinó que en este programa se refleja la vocación comunitaria del centro, que busca vincularse con la vida académica y artística del contexto nacional. “Los instrumentos se les entregan de manera gratuita y los 32 maestros trabajan con ellos para montar las obras, cabe destacar que las orquestas tienen un componente más infantil y juvenil, mientras en los coros hay más participación de las personas de la tercera edad”, consideró.

Aseguró que niños que entran a este programa logran interesarse por un instrumento y continúan sus estudios en el CCOY o en el Conservatorio Nacional de Música, pero siguen participando en la orquesta de su comunidad.

En ese sentido, la directora reiteró que se busca formar un artista “no sólo ávido de escuchar el aplauso o recibir una remuneración, sino comprometido con su entorno social, consciente de que su arte va a encargarse de aliviar las penas de esta sociedad”, por lo que se trabaja en proyectos más comunitarios como ir a hospitales.

“Las escuelas han subido mucho su calidad y los maestros, además de que están muy inspirados, están cohesionados y conscientes del proyecto de universidad, al igual que alumnos y padres; esta innovación vino a romper una inercia laboral y ha reforzado el compromiso de la comunidad”, concluyó la Directora Académica del Centro Cultural Ollin Yoliztli.